Brigid Baker, “Abracadabra” y el arte del encantamiento

“Abracadabra” es una expresión utilizada por aquellos que practican las artes mágicas y es también el título del trabajo más reciente de Brigid Baker que se estrenó y ofreció cuatro funciones consecutivas del 10 al 13 de noviembre, en el On.Stage Black.Box del Miami-Dade County Auditorium (MDCA).

En este peculiar espacio tipo caja negra, donde artistas y público comparten el escenario, no caben más que unos 250 espectadores. Pero en estos momentos, no hay lugar más atractivo y conveniente en Miami -gracias también a su amplio y gratuito estacionamiento- si lo que usted busca es un encuentro cercano con una propuesta experimental en artes escénicas.

Poco a poco, desde que MCDA le abrió sus puertas y la ha programado de manera continua, Brigid Baker se ha convertido en su figura emblemática en el ámbito de la danza.

Los que conocen la obra de Brigid, esperan el anuncio de la presentación de su trabajo más reciente -aunque dure apenas una media hora, como es el caso de “Abracadabra”- y asisten al teatro como quien visita la casa de un amigo que te ha invitado para dejarte saber en lo que anda. Los que asisten por primera vez a una de sus puestas en escena, abandonan el teatro “encantados” -el entrecomillado es intencional- y dispuestos a regresar.

Pero de igual forma que hay una diferencia entre un interrogatorio y una entrevista hay una diferencia entre un truco y un encantamiento.

Brigid no es una maga y no hay truco alguno en lo que hace. Brigid es una artista mayestática que conjura con sagacidad los movimientos y la energía que los propulsa, consiguiendo que sus obras sean encantamientos coreográficos difíciles de resistir.

Meredith Barton (al frente), Amy Trieger e Isaiah González en “Abracadabra” de Brigid Baker.
Meredith Barton (al frente), Amy Trieger e Isaiah González en “Abracadabra” de Brigid Baker.

En este contexto, “Abracadabra” es su trabajo más cercano a la perfección desde el portentoso “Crown” (estrenado en noviembre de 2020) y el más bello desde el exquisito “Remain in Light” (presentado por primera vez en octubre de 2019).

Las notas al programa presentan “Abracadabra” como un interludio -lo que es decir, una pausa en la acción- y lo ubican como el cuarto evento dancístico de la serie que comenzó con “Crown” y terminará con “Return of the Bird Tribes”, todavía sin fecha de estreno. Los otros dos eventos de la serie son “Operation Birdsong” y “Numinous Land”, estrenados en noviembre de 2021 y abril de este año, respectivamente.

La excelencia no es algo ajeno a las coreografías de Baker ni a sus bailarines. En esta ocasión, ellos son los elegantes Meredith Barton, Isaiah González y Amy Trieger. Destacar a cualquiera de los tres es injusto porque todos se desempeñan de manera magnífica con una ejecución impecable que evidencia la devoción con la que se entregaron al proceso de creación seguido durante el montaje.

Meredith Barton (al frente, de perfil), Amy Trieger e Isaiah González en “Abracadabra” de Brigid Baker.
Meredith Barton (al frente, de perfil), Amy Trieger e Isaiah González en “Abracadabra” de Brigid Baker.

“Abracadabra” es una obra sin argumento y aunque la música identificada en el programa se limita a dos canciones de Brian Eno (“And Then So Clear” y “We Let It In”) y al “More Beautiful Discourse” de Thomas Meadowcroft, su universo sonoro incluye también otras piezas de música electrónica new age. El diseño de sonido es de Justin Trieger y la iluminación es de Anamaria Morales. Las “películas” utilizadas son creación de la propia Brigid.

La obra abre con la inquietante “And Then So Clear” del álbum “Another Day on Earth” (que data de 2005) mientras se proyectan imágenes de un viejo noticiero British Pathé (que desapareció como tal en 1970) donde se muestra como se confeccionaban los globos terráqueos que por generaciones presidieron las aulas donde se impartían las clases de Geografía.

Los bailarines entran al ritmo del seductor “We Let It In” (extraído del recién lanzado “Foreverandevernomore”) y recorren la escena arrastrando una esfera enorme. Cada uno será pasado por encima de manera individual por el mundo artificial -la esfera que mueven los otros dos- y sólo comienzan a bailar cuando abandonan ese ciclo de aparente autodestrucción.

Una vez que han descubierto la importancia de actuar juntos, se proyectan decididos a perfeccionar cómo explorar la fluidez que le permite volar a las aves y desplazarse a las gacelas.

Isaiah González (de espaldas), Meredith Barton y Amy Trieger en “Abracadabra” de Brigid Baker.
Isaiah González (de espaldas), Meredith Barton y Amy Trieger en “Abracadabra” de Brigid Baker.

Así las cosas, sobresale en “Abracadabra” el desempeño aplomado y meticuloso de sus tres magníficos intérpretes cuando se entregan a la belleza inefable del vocabulario académico. Brigid sabe que para salvar a la humanidad de sí misma hay que evitar el caos y, para ilustrar la importancia de la limpieza en la ejecución, hace de “Abracadabra” una reflexión sobre la idoneidad del ballet contemporáneo para conseguirlo.

Y sin embargo, “Abracadabra” no se puede reseñar describiendo pasos y movimientos. “Si quieres entender el universo, piensa en energía, frecuencia y vibración”, afirma la cita de Nicola Tesla que figura de manera prominente en el programa.

Parafraseando al notable inventor futurista, si quieres entender “Abracadabra” tienes que dejarte llevar por la energía presente en lo que hacen los bailarines y disfrutar apreciando cómo vibran al unísono en la misma frecuencia.

Sin olvidar que las imágenes con puntos de colores que explotan de manera persistente en la pantalla al fondo, añaden una atractiva atmósfera impresionista a “Abracadabra”.

Meredith Barton (al frente), Amy Trieger e Isaiah González en “Abracadabra” de Brigid Baker.
Meredith Barton (al frente), Amy Trieger e Isaiah González en “Abracadabra” de Brigid Baker.

La noche que fuimos a ver “Abracadabra” -y quizás fue solo el sonido proveniente de una estación de radio conectada al sistema de audio del teatro- los presentes salimos al vestíbulo, una vez finalizada la función, escuchando la voz susurrante de Bing Crosby interpretando la canción “Paradise”. Un estándar del pop clásico norteamericano de 1932 que termina diciendo “ella me lleva al paraíso”.

De repente, como por arte de magia, la singularidad del momento nos revela que eso es lo que hace Brigid Baker, cuyo arte del encantamiento nos lleva al mundo paradisíaco de su imaginación creativa y nos permite regresar transmutados por la experiencia.

¿Y qué decir sobre la brevedad de “Abracadabra”? Baste reconocer que las obras que recordamos con mayor agrado son las que terminan antes de hacerse repetitivas. Y eso, en danza, se llama maestría comunicativa.

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