Brexit: Un muro para la agricultura

Suckley/Alicante, 30 ene (EFE).- Ali Capper ha invertido 40.000 libras en unas nuevas instalaciones para atraer a temporeros extranjeros. Ahora tienen wifi gratis, un entorno idílico y una cervecería cerca. El Reino Unido tiene un déficit del 30% en mano de obra del sector hortofrutícola, y el giro nacionalista que propone el bréxit no parece que vaya reducirlo.

Jorge Ignacio Brotons supervisa cada año la venta y el envío de 16.000 toneladas de tomate desde España a los grandes supermercados británicos. La salida del Reino Unido trae consigo una ola burocrática que deja dos opciones a un negocio con cada vez menos margen de beneficio: abrir allí una sede administrativa o contratar agentes intermediarios para tramitar el ingente papeleo.

Desde el referéndum de 2016, y a un solo día de su entrada en vigor, el bréxit ha levantado un muro invisible para los recolectores extranjeros y un paso limitado para las exportaciones hortofrutícolas.

RETOMAR “UN POCO” EL CONTROL

En la granja que Stocks Farm tiene en Suckley, los temporeros recogen manzanas y lúpulo. “Tenemos muchas comodidades. Está entre árboles, con mesas de picnic para todo el mundo. Es muy bonito. Este es un buen sitio para trabajar”, remarca Capper, directora de la empresa. Confía en que la calidad del alojamiento, entre otros factores, sirva de reclamo para la mano de obra que ha dejado de viajar al Reino Unido por el bréxit.

Esta explotación agrícola de la cuenca anglo-galesa, de 200 años de antigüedad, tiene 40 hectáreas destinadas al cultivo de manzanas para postre y sidra. En las otras 40 crece la planta trepadora que da amargor a la cerveza, el lúpulo, el cual exporta a empresas de todo el mundo.

"Todos los negocios que conozco están haciendo inversiones para atraer a los trabajadores. En este país la legislación laboral es magnífica, la mejores de Europa, de hecho. A los trabajadores se les trata de una manera muy justa y siempre se nos ha admirado por ello", destaca Capper, que desde 2016 preside el Consejo Hortofrutícola y de Patatas del Sindicato Nacional de Agricultores (NFU).

Por desgracia, lamenta, "el enredo" del bréxit está “arruinando” esa reputación. “Da la impresión de que estamos totalmente obsesionados con el debate sobre la inmigración".

Este asunto, reconoce, fue uno de los principales argumentos de los partidarios del divorcio con la UE, aunque no cree que la ciudadanía, tanto de un bando como del otro, quería "cerrar las fronteras", solo que el "Gobierno retomase un poco el control". (“Let’s take back control” -retomemos el control- ha sido el lema oficial de la campaña en favor del bréxit).

"El paro en el Reino Unido es del 3,8 %, el más bajo en 41 años. No tenemos la gente necesaria para hacer los trabajos, así que tendrán que venir de algún sitio. La necesitamos para la sanidad, el turismo, la construcción, la agricultura", puntualiza.

LA RETÓRICA SOBRE LA INMIGRACIÓN

El Gobierno británico, recuerda, eliminó hace siete años el llamado Programa de Trabajo Agrícola Temporero, que entró en vigor en 1949 con el objetivo de "traer gente de todo el mundo para recolectar y empaquetar frutas y verduras".

Londres "decidió que ya no necesitábamos este programa" cuando Rumanía y Bulgaria ingresaron en la UE en 2013. "Fue un error. Ya estábamos preocupados por eso y después encima vino el referéndum . La libra se devaluó y empezamos a emitir toda esta negatividad sobre inmigración, sobre fronteras", lamenta.

“Este contexto ha generado una enorme incertidumbre entre la fuerza laboral de la que dependemos". El déficit de mano de obra ha aumentado desde el 10% en 2016 hasta el 29 % en 2018.

Además de su posición en el NFU, Capper también es presidenta ejecutiva del grupo English Apples & Pears y directora de la Asociación Británica del Lúpulo y del Comité de la Industria del Lúpulo.

Lleva años colaborando con todos los agentes relevantes para mejorar la situación del sector, pero desde 2016, se ha topado con la inestabilidad política que ha creado el bréxit.

Ahora confía en que la contundente victoria electoral del primer ministro, el conservador Boris Johnson, permita al Gobierno cerrar este divorcio con un acuerdo y tomar "decisiones" de calado para el campo.

"Es muy simple. Tenemos un programa piloto para temporeros, lanzado el pasado año, que solo contempla 2.500 trabajadores. Permite a gente de fuera de la UE venir aquí y solo habría que aumentarlo para que funcione para 70.000 personas, que es lo que necesita el sector", agrega.

El problema es que "esta solución está atrapada en la retórica política" sobre migración. "No debería ser así, porque los trabajadores temporales vienen, hacen su trabajo y vuelven a sus casas, tal y como lo hacen en el resto de Europa".

UN GOLPE A LA EXPORTACIÓN

Brotons, responsable de exportación de la empresa alicantina Bonnysa Agroalimentaria, tiene suficiente mano de obra y toneladas de productos para exportar, pero cada vez le resulta más difícil completar el proceso de venta al Reino Unido y el bréxit no va a simplificarlo, todo lo contrario.

La empresa cuenta con unas 600 hectáreas de plantaciones en Mutxamel, San Vicente del Raspeig y El Campello (Alicante); en Águilas y Mazarrón (Murcia) y en varios puntos del sur de la isla de Tenerife.

Produce 80.000 toneladas anuales y un tercio de las mismas acaban en los tenderetes de los grandes supermercados británicos. El bréxit impacta directamente sobre los costes que, según dice, no pueden soportar más incrementos.

La salida, en principio, no implicará aranceles pero sí gravosos gastos burocráticos. Sus opciones son limitadas y caras: abrir allí una sede administrativa o contratar un agente intermediario para preparar y presentar papeles.

Las 16.000 toneladas de tomate fresco y 6.000 de calabacín y pepino que envía por carretera cada año Bonnysa a los 'big four’ deberán pasar dos aduanas (salida de la UE y entrada) con la parada física para la entrega de documentación por parte del transportista, a diferencia de lo que ocurre ahora, que "con un albarán y poco más" se llega a destino.

Para evitar que, a los mayores gastos de los trámites, se sumen retrasos en pasos fronterizos (el principal el Eurotúnel) con una mercancía perecedera, Brotons confían en que el bréxit deje al Reino Unido como un mercado "semiabierto", igual que con los extracomunitarios Noruega y Suiza.

Pero si pasa a ser "un país tercero más", los productores españoles estarán en desventaja con otros proveedores del entorno con costes salariales hasta diez veces inferiores, como Marruecos en la temporada de invierno, o con una agricultura más tecnificada y subvencionada, como Holanda (verano).

No obstante, confía en un acuerdo Londres-Bruselas que prolongue la situación actual hasta diciembre de 2020, porque daría un año para adaptarse a las condiciones definitivas y negociar con sus clientes un reparto de los sobrecostes provocados por la salida comunitaria.

Bonnysa tiene ya cerrados acuerdos a un semestre o año vista, plazos que cree que deberá renegociar cuando se sepan las condiciones exactas del bréxit.

OPTIMISMO PESE A TODO

El sector está "preocupado”, pero mantiene una visión "optimista" y confía en levantarse del golpe. “Si eres capaz de adaptarte, te refuerza como empresa”, subraya Brotons.

"La realidad es que el Reino Unido es una isla que necesita el suministro de ciertos productos de alimentación y que los va a seguir necesitando esté o no en la UE", recuerda.

Javier Aja y Antonio Martín

(c) Agencia EFE