Bolivia: racismo y "discurso de odio", otros factores en debate por el conflicto

LA PAZ.- "¡Chola de mierda!". Aurelia Cóndor, una aymara de 38 años, se acostumbró desde chica en el campo en Ingavi, cerca de La Paz, a convivir con ese insulto cada vez que salía a la calle vestida con las polleras amplias, su colorida vestimenta tradicional y trenzas. Pero en estos años de gobierno de Evo Morales la discriminación fue desapareciendo de a poco, y ahora es profesora de idioma aymara en un instituto de La Paz y prepara cocina tradicional en el canal RTP.

Sintomáticamente, el lunes pasado, cuando Evo ya había renunciado, iba caminando junto a una amiga por una calle céntrica de La Paz, las dos vestidas con ropa tradicional, cuando volvió a recibir de un hombre mayor el insulto que casi había olvidado: "¿Y, chola de mierda? ¿Estás triste que se te fue Evo?".

Pero en estos años Aurelia hizo un proceso de crecimiento interior que le permitió reaccionar de forma diferente de cuando era chica y agachaba la cabeza para irse, humillada. Esta vez le dijo al agresor: "¿Y de dónde son tus abuelos? No te olvides de tus raíces", en un país donde casi toda la población tiene ancestros indígenas.

La vuelta al racismo es una de las mayores preocupaciones de la población rural e indígena del altiplano frente al nuevo gobierno de Jeanine Áñez, una abogada que proviene del Oriente, de Beni, y que reivindica la bandera histórica boliviana de las tierras bajas, frente a la wiphala plurinacional del altiplano.

"Tengo miedo de que se pierda todo lo que avanzamos en integración", contó Aurelia a LA NACION en un alto en sus clases de aymara. Actualmente vive con su hija de 11 años, cerca de la vecina ciudad de El Alto, en una casa de adobe con jardín que ella misma construyó con sus hermanos. Su tono de voz, como el de la mayoría de los aymaras, es suave y muy pausado.

Para ella, que a los 14 años se vino del campo a la ciudad de La Paz para trabajar como empleada doméstica, un momento de quiebre fundamental en su adolescencia fue cuando leyó un libro de un autor aymara que precisamente relataba su experiencia del campo a la ciudad y su lucha contra la discriminación. "Me impactó mucho que el autor decía: 'Nunca te dejes insultar. Y cuando te agredan, contéstales: Yo soy ser humano como tú'. Así que empecé a hacer eso cuando alguien me agredía".

Igual que Aurelia, los manifestantes indígenas que llegaron esta semana desde la ciudad de El Alto a La Paz para pedir la renuncia de Áñez, estaban irritados por las señales de menosprecio a los símbolos aymaras.

"Áñez desprecia la bandera wiphala", comentó a LA NACION durante una de las marchas la aymara Wara Mamani, de 30 años. "Además, fíjese que el día que más nos reprimieron con gases lacrimógenos fue el 15 de noviembre, precisamente el aniversario de la muerte de Tupac Katari, el líder aymara condenado a morir descuartizado como Tupac Amaru. Están empeñados en mostrarnos que la integración indígena se acabó".

Para el sociólogo José Antonio Martínez, de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, "es un error muy común atribuirle a Evo Morales los avances en la integración cuando esto fue un proceso de luchas sociales, al que luego él se sumó".

"La primera marcha indígena por el territorio y la dignidad fue en 1990, 16 años antes de su llegada al poder. Y la reforma constitucional de 1994 es la que reconoce los derechos indígenas. Lo que sí hizo Evo fue reconocer a Bolivia como un estado plurinacional y homologar la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada en la ONU en 2008", añadió.

Martínez consideró en cambio como un factor negativo la instalación del "discurso del odio" cuando Evo comenzó a identificar a sus opositores políticos con determinados grupos sociales, o regiones del país.

"Los grupos sociales funcionan por acción y reacción en cuanto al discurso del odio. Cuando perciben una agresión de la otra parte se agrupan con los que identifican como suyos para reaccionar y defenderse. Y fue ese discurso del odio lo que alimentó el racismo en Bolivia, cuando en los años 90 se había avanzado en la integración", dijo Martínez.

En un gesto que buscó mostrar su apertura hacia la población del Altiplano, la presidenta Áñez nombró esta semana a Martha Yujra, una líder social aymara que viste con ropa tradicional, como nueva ministra de Culturas y Turismo. Yujra recibió a LA NACION en su despacho de la Casa Grande del Pueblo, la torre de cristal que Evo habilitó como palacio de gobierno en reemplazo del histórico Palacio Quemado, al que consideraba un "resabio colonial".

La exlegisladora coincidió en que el proceso de integración indígena es anterior al expresidente. "La primera legisladora que entró al Parlamento con polleras tradicionales fue Remedios Loza, y eso fue en 1989". Agregó que la mayoría de las asambleístas del Movimiento al Socialismo (MAS) solo cumplían las órdenes del Ejecutivo. "La verdad es que a muchas mujeres las han usado como un florero, para mostrar que había diversidad. Pero en los hechos solo eran un alzamanos de lo que Evo decía".

Para Yujra "la única manera de luchar contra el racismo es acabar con el odio e impulsar la unión, la comprensión y el respeto de usos y costumbres de todos los bolivianos".