Amish, una comunidad del pasado atrapada en los tiempos modernos

Estados Unidos es tierra fértil para todo tipo de religiones, credos e iglesias. Históricamente, la misma colonización estuvo motivada por la búsqueda de libertad religiosa, y ese derecho aparece garantizado justo en la Primera Enmienda de la Constitución.

Y ciertamente existen grupos peculiares, marcados por sus prácticas religiosas, sus valores y creencias, que incluso se colocan a veces en los límites de lo usual, de lo socialmente aceptado o en una burbuja separada del tiempo contemporáneo.

Es el caso de los Amish, un grupo de unas 290,000 personas, la mitad de ellos menores de 18 años, que residen principalmente en los estados de Ohio, Pennsylvania e Indiana, aunque existen comunidades que abrazan este credo en muchos otros estados.

Una granja Amish en Pennsylvania. (AP)
Una granja Amish en Pennsylvania. (AP)

Sus orígenes se remontan a Alemania y Suiza en el Siglo XVI, y por ello formas dialectales del alemán siguen siendo habladas con amplitud entre las comunidades Amish en Estados Unidos.

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Tras varias transformaciones y separaciones, comenzaron a llegar a América en el Siglo XVIII, sobre todo a Pennsylvania, de donde se expandieron a otros estados e incluso en Ontario, en Canadá. En la segunda mitad del Siglo XIX vivieron etapas de debate y ruptura, que hicieron que gran parte de los originalmente considerados Amish abandonaran las prácticas más tradicionales y se unieran, o reunieran, con los Menonitas, un grupo cristiano que, si bien es distinto a los Amish, comparte con ellos orígenes comunes y ciertas ideas. 

LA IDENTIDAD AMISH

Se trata de un grupo ultratradicionalista cristiano anabaptista que incluye, entre sus preceptos religiosos, el mandato de seguir una vida sin arrogancias, humilde y calma, con sumisión a la voluntad divina y con una reducción sustancial del individualismo típico estadounidense en beneficio de una identidad comunitaria, con grandes familias que conviven muy cercanamente. Esto implica apartarse de muchos de los bienes y atributos del mundo contemporáneo, como la electricidad, los vehículos motorizados, los electrodomésticos, fotos y videos y otras expresiones de la tecnología y la comunicación modernas, que son consideradas promotoras del individualismo o de la avaricia, y vías para la asimilación con el resto de la sociedad (con la consiguiente pérdida de su identidad). Así, prefieren un estilo de vida enfocado al trabajo manual, a la sencillez, con énfasis en la producción agropecuaria o labores como la construcción, y visten ropas austeras que se remontan, al menos en la apariencia, a los atuendos de épocas pasadas.

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En términos de uso de las nuevas tecnologías, podría uno decir que se quedaron a principios del Siglo XVIII, o antes, en una época preindustrial, aunque hay grupos Amish menos conservadores que permiten mayores grados de interacción con las tecnologías y las prácticas contemporáneas. Como cada grupo puede establecer sus propias reglas específicas, en algunos casos es aceptado el uso de baterías, o la energía solar para ciertos fines, y hasta los tractores, pero no así los automóviles, las computadoras y la televisión.

Jóvenes Amish miran un juego de béisbol en Ohio. (AP)
Jóvenes Amish miran un juego de béisbol en Ohio. (AP)

Cierta confusión ha hecho creer que los Amish practican o toleran la poligamia, circunstancia incorrecta que, en realidad, corresponde a ciertos grupos sectarios fundamentalistas mormones (pues la Iglesia mormona como tal abandonó oficialmente la poligamia en 1890). En realidad, los Amish se adhieren al concepto de matrimonio exclusivo de un hombre y una mujer y tienen como costumbre específica de cortejo entre los jóvenes la ‘rumspringa’, una manera peculiar de comenzar y en su caso formalizar las relaciones de pareja con miras al matrimonio. El sexo antes de casarse es explícitamente condenado, lo mismo que el aborto y el control de la natalidad.

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CLAROSCUROS

Pero hay circunstancias complicadas que pueden convertir esta vida simple y bucólica en una existencia controversial. Usualmente los niños Amish sólo se educan hasta el octavo grado y en su gran mayoría en escuelas específicas, lo que los coloca en desventaja en nivel educativo en comparación con la sociedad en general, si bien eso no resultaría relevante para muchos de ellos por su tendencia a vivir en comunidades aisladas y sin demasiada interacción con el resto.

Además, al mantenerse aislados los Amish son más proclives a padecer ciertos padecimientos genéticos, a causa de la endogamia inherente. En cambio, su estilo de vida los pone en menor riesgo de padecer cáncer y otros padecimientos asociados con el frenesí de la vida contemporánea.

Su rechazo al concepto de seguro médico implica que cuando se requieren tratamientos específicos, algunos de ellos costosos, las comunidades Amish deban recurrir a prácticas de curación tradicional o al apoyo intracomunitario para ayudar con los gastos médicos de los hermanos enfermos.

Sam Mullet fue sentenciado y luego exonerado del crimen de odio de cortar barbas de otros Amish. (AP)
Sam Mullet fue sentenciado y luego exonerado del crimen de odio de cortar barbas de otros Amish. (AP)

Y, aunque su doctrina predica la paz y la humildad, no por ello están exentos de conflictos. Recientemente se registraron casos de violencia y ‘corte de barbas’ en una comunidad (la barba es un signo de identidad religiosa y de dignidad personal) como una forma de castigo a individuos heterodoxos o que no aceptan plegarse a los designios de un determinado patriarca. Un caso notorio, considerado un posible crimen de odio, aconteció en Ohio: varios Amish atacaron y cortaron las barbas de otros como una manera de humillarlos, al parecer porque estos se opusieron a un polémico líder religioso Amish. El caso llegó a los tribunales.

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El hecho de que los niños en las comunidades Amish realicen labores en su comunidad ha suscitado, en ciertos casos, que las autoridades federales intervengan cuando el trabajo realizado por los menores de edad resulta excesivo o peligroso en el marco de las leyes aplicables, aunque por lo general la situación  no va más allá de la aplicación de multas.

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Y en el caso de los tratamientos médicos, se han registrado casos de padres que rechazan el tratamiento convencional de sus hijos y favorecen las curas tradicionales o naturales, aunque esto pueda reducir la posibilidad de sanar o incluso conducir a la muerte. El reciente caso de una niña Amish con leucemia fue notorio, al negarse los padres a continuar el tratamiento de quimioterapia pese a que el Estado ordenó su continuidad, al indicar que la protección de la vida excede los criterios religiosos.

Pero más allá de luces y sombras, y de sus peculiares características, los Amish son una de las comunidades cerradas de mayor crecimiento demográfico en el país. Actualmente serían unos 290,000 miembros, cuando en 1984 eran apenas 84,000. Y es previsible que continúe su crecimiento, haciendo al grupo cada vez más visible, y quizás más expuesto a la modernidad.