Por qué Chicago no ha estallado como Ferguson tras revelarse el video de un policía acribillando a balazos a un joven afroamericano

El joven afroamericano Laquan McDonald instantes antes de ser acribillado por un policía en Chicago. (AP)
El joven afroamericano Laquan McDonald instantes antes de ser acribillado por un policía en Chicago. (AP)

Tuvieron que pasar más de 13 meses para que, en Chicago, el policía responsable de acribillar y matar al joven afroamericano Laquan McDonald fuese acusado formalmente de asesinato. Y también más de un año debió pasar para que las escenas de esa tragedia, captadas por la cámara de una patrulla de policía, fueran reveladas públicamente, tras meses de presiones y renuencias y únicamente luego de que un juez ordenó su difusión.

Lo que se ve en el perturbador video, finalmente publicado el pasado martes 24 de noviembre, muestra lo que ya se considera una ejecución: McDonald, de 17 años, se encontraba a media calle, lejos de los policías que a pie y en varios autos lo rodeaban. Por lo que se aprecia en las imágenes el joven no representaba amenaza para los policías, ni siquiera estaba cerca de ellos ni realizó movimiento o actitud alguna de avanzar hacia los oficiales o de tratar de atacarlos de algún modo, como relató el portal Vox. Y el hecho de que pudiese haber estado implicado en robos menores, portara un pequeño cuchillo y estuviera afectado por consumo de drogas, como se ha afirmado, no lo hacían en ese momento más peligroso ni desde luego justificaban que se le atacara de modo fulminante.

Manifestantes en Chicago exigen justicia por la muerte del joven Laquan McDonalds, acribillado por un policía. (Reuters)
Manifestantes en Chicago exigen justicia por la muerte del joven Laquan McDonalds, acribillado por un policía. (Reuters)

Pero el policía de raza blanca Jason Van Dyke, quien fue formalmente acusado de asesinato antes de que el video fuera revelado, actuó esa noche de modo especialmente violento, y por lo que se aprecia en las imágenes, brutal e injustificadamente.

El policía le disparó 16 veces con su arma de fuego a McDonald, incluso cuando el joven ya yacía en el suelo agonizante. A diferencia de la especulación que en algún momento se dio, por ejemplo, en el caso de la muerte del joven Michael Brown a manos de un policía blanco en Ferguson (incidente del que no hay un video), no parece haber en el caso de McDonald argumento que pudiese dejar suponer, como se alegó en el caso de Brown sin que eso se haya logrado probar, que McDonald se disponía a agredir al policía, o que éste estuviera en alguna clase de peligro. Ambas muertes son actos de brutalidad policial inaceptables.

Pero en el caso de McDonald, como en el del afroamericano Eric Garner, estrangulado hasta morir por un policía blanco en Nueva York, el testimonio gráfico es claro. Van Dyke acribilló a McDonald en lo que parece, al menos a la luz del video y en la acusación formal que pesa sobre él, un asesinato. Y el caso se suma a una trágica y perturbadora cadena de incidentes violentos que no hacen sino reforzar la noción de que en muchas policías en Estados Unidos, a todo lo largo del país, existe un grave problema de descontrol de sus oficiales y una honda actitud de desprecio contra la vida de las personas de minorías. Aunque puede afirmarse que eso no necesariamente se aplica a la totalidad de las agrupaciones sino a individuos específicos, esa lacra se expresa de forma tan extendida y frecuente que parece, o es, un problema sistémico.Así, ¿por qué debieron pasar 400 días para que el policía fuera acusado formalmente y para que el video se diera a conocer? ¿Por qué hubo que esperar hasta que un juez pusiera un ultimátum para que esas imágenes se revelaran? ¿Puede esperarse que en Chicago estallen disturbios como los sucedidos en Ferguson y Baltimore luego de otros casos de indignante brutalidad policiaca?

Por el momento, como lo reportó el periódico Chicago Tribune, las protestas en Chicago ya han comenzado, aunque se han dado de modo pacífico y a escala moderada. Sí ha habido algunos arrestos de manifestantes, pero no se han visto las escenas de vandalismo y de represión policial de otros casos.

Eso es desde luego un síntoma auspicioso, y es de desear que continúe así. Pero no debería entenderse como que la indignación en Chicago y en otros lugares ante la muerte de McDonald es reducida. Por el contrario, el malestar se percibe de modo amplio y hondo. El video del policía acribillando al joven es una prueba palpable de lo que muchos han denunciado a lo largo de los años, de que el Departamento de Policía se encuentra deteriorado en términos éticos y profesionales, al grado de permitir que pasaran 400 días antes de que un hecho tan flagrante e injustificado como el perpetrado por Van Dyke fuera finalmente sometido a proceso judicial y al escrutinio público.

¿Por qué, como interroga un artículo en CNN, tuvo que pasar más de un año para que las autoridades de Chicago finalmente dieran la cara y actuaran en este caso, si ya sabían la magnitud de su horror al grado de haber ofrecido 5 millones de dólares en compensación a la familia de McDonald incluso antes de que todo llegara a la corte? ¿Por qué la fiscal del caso, Anita Álvarez, como ella misma señaló, estaba convencida de que debía acusar formalmente a Van Dyke pero no lo hizo, como también lo admitió, hasta que un juez ordenó la publicación del video?

Manifestantes marchan en Chicago. Aunque hubo tensión no hubo enfrentamientos con la policía. (AP)
Manifestantes marchan en Chicago. Aunque hubo tensión no hubo enfrentamientos con la policía. (AP)

Una línea explicativa es que las autoridades de Chicago buscaron manejar el asunto en un bajo perfil, justamente para prevenir estallidos sociales como los de Ferguson y Baltimore, que ciertamente son indeseables pero que están enraizados en una profunda indignación y sensación de injusticia.

Otra posibilidad, que no debe soslayarse, es para evitar que el tema se mezclara con las elecciones de alcalde de Chicago, que tuvieron lugar en el primer cuarto de 2015. Y, también puede incluirse la renuencia de las autoridades de policía a enfrentar más descrédito y su tendencia a proteger a oficiales que actuaron de modo cuestionable, así conduzca esto como en Ferguson y otros lugares, al escándalo y la repulsa social.

Y para la revista Chicago Reporter, todo fue un enorme intento de encubrimiento, al señalar que en realidad la policía habría mentido inicialmente en su reporte de los hechos en torno a la muerte de McDonald y que la verdad solo empezó a conocerse hasta que un informante hizo revelaciones, un periodista emprendió una investigación de fondo y se obtuvo el reporte de la autopsia, que reveló que el joven fue acribillado con 16 balazos y que no murió de un solo disparo, como la policía había reportado inicialmente.

Luego, organizaciones cívicas y periodistas presionaron legalmente para que todo se diera a conocer, y fue entonces cuando un juez, finalmente, dictaminó la revelación del video. Si no hubiese sido por ese video y esa actividad de investigación, denuncia y presión, posiblemente el caso de la muerte de McDonald habría quedado archivado y sin justicia.

Puede decirse, con todo, que hasta el momento Chicago no será un nuevo Ferguson o un nuevo Baltimore. Las protestas se han realizado de modo pacífico y cívico y es de desear que así sea. Eso no significa que hayan sido tersas. Por el contrario, como comentó el periódico The Washington Post hubo momentos de tensión en que cientos de manifestantes bloquearon importantes vialidades y se encararon con la policía, incluso provistos con máscaras de gas. Pero la policía no reaccionó represivamente, aunque sí hubo algunos arrestos y forcejeos de manifestantes tratando de impedirlos. Pero el saldo, al menos por el momento, fue pacífico.

Policías y manifestantes tuvieron momentos de tensión durante las protestas del martes 24 de noviembre en Chicago. (AP)
Policías y manifestantes tuvieron momentos de tensión durante las protestas del martes 24 de noviembre en Chicago. (AP)

En ello puede tener cierto crédito los llamados de las autoridades a enfrentar esta crisis con tranquilidad y el hecho de que Van Dyke fue acusado antes de que el video se revelara (aunque se les ha reprochado su lentitud y el plantear todo como la acción de un mal oficial y no como un problema sistémico de la policía, como muchos han denunciado). Pero la relativa calma en Chicago también es una muestra de una madurez de la sociedad, que presumiblemente ha comprendido que su legítima indignación y exigencia de justicia es más poderosa y resonante si se hace con firmeza pero en paz, con activismo pero sin violencia.

Con todo, es pronto para saber cuál será el alcance final de este caso. Y no puede descartarse que se registren estallidos o vandalismos, aunque es de esperar que la serenidad se imponga si finalmente se hace justicia en la corte. Pero lo que sí es claro es que las autoridades de Chicago y sobre todo de la policía no tienen ya 400 días más, en realidad ni siquiera uno solo más, para permanecer en la ambigüedad ante la brutalidad policiaca expresada en el video que muestra la muerte trágica de McDonald. Es necesario que comiencen un proceso completo de reforma interna y de cara a la ciudadanía, sobre todo de las minorías que componen gran parte de las comunidades de Chicago.

La atroz muerte del joven Laquan McDonald muestra que en Chicago, como en otras partes del país, existe un enorme déficit de justicia y de respeto a los derechos fundamentales, circunstancia agravada por el hecho de que en la muerte de McDonald las violaciones hayan provenido, como en el caso de Brown, Garner o Freddie Gray, por solo citar solo a algunos sucesos, de parte de las fuerzas del orden.