Democratizar los partidos políticos asignatura pendiente

Democratizar los partidos políticos asignatura pendiente

Una constante en el actual discurso de los políticos mexicanos, es la definición del cómo avanzar hacia una forma de democracia plena, que deje satisfechas de manera razonable a las partes que la integran, incluyendo a los partidos políticos, como entes activos en el proceso de consolidación y maduración de la democracia y ésta, como forma de ascenso y ejecución del poder.

En el discurso de los políticos, de todos los partidos, se dice que el avance democrático en México requiere de partidos fortalecidos y su modernización, porque no habrá avance si no se fortalecen las instancias fundamentales, que son los partidos políticos, reconocidos legalmente como organismos de interés público.

Los teóricos de la política señalan que los partidos políticos deben promover la participación ciudadana y permitir que sean las bases quienes decidan la vida interna de sus organizaciones, es decir, que la democracia que demandan para todo el sistema debe empezar al interior de estas organizaciones. En la realidad, esta propuesta teórica es sólo una aspiración en México pues los viejos políticos y dirigentes de los partidos operan como resistencia al cambio. No están dispuestos a dejar sus cuotas de poder y control en el sistema político.

Las resistencias al cambio se observan claramente al interior de los partidos, con mayor notoriedad en el PRI, PAN, PRD y PVEM, los otros partidos se encuentran atados a líderes no dispuestos a ceder el poder en nombre de la democracia al interior de los partidos. Es decir, los partidos en México practican la democracia hacia afuera de sus organizaciones y el autoritarismo dictatorial y paternalista hacia adentro.

Aunque sólo sea en su discurso, los partidos reconocen la necesidad de modernizar sus estructuras y organización para avanzar hacia la democracia. Es obvio que los partidos políticos tienen la responsabilidad de fortalecer el sistema de partidos, ya que la consolidación de la democracia demanda que desplieguen una mayor presencia pública.

Existen claros indicios de que la cultura política de los mexicanos ha venido cambiando en el transcurso de los últimos treinta años. La actitud de los mexicanos ante la política ha estado transitando de la pasividad a una actitud cada vez más participativa. Prueba de esta evolución son los procesos electorales del pasado 7 de junio en los que aparecieron por primera ocasión las candidaturas independientes que, según los especialistas, llegaron para quedarse y tan es así, que ya algunos aspirantes a la presidencia en 2018, consideran esa vía para disputar el poder.

Las candidaturas independientes serán un estímulo importante en el proceso de apertura y democratización de los partidos. Es posible que esta propuesta aparezca en los próximos meses en el discurso de partidos, como el PAN y PRI, que están renovando su dirigencia nacional por estos días.

En México estamos evolucionando políticamente, pero todavía no hemos llegado a la etapa en la que el pueblo emite su voto en función de las propuestas ideológicas de los partidos. Las elecciones las ganan o las pierden los individuos que son apoyados por los partidos y, con la llegada de los candidatos independientes, quienes reciben el apoyo directo de los ciudadanos.

La realidad actual es que los caciques políticos imponen a sus preferidos, independientemente de sus méritos y militancia, consideran al partido patrimonio personal y familiar. El ejemplo reciente es el proceso electoral que se llevó a cabo en Chiapas, en donde los poderes fácticos de la localidad manipularon las elecciones para su beneficio.