Borobudur, el templo budista más grande del mundo

Cinco largos siglos. Ese fue el tiempo que pasó oculto bajo una capa de ceniza volcánica y vegetación el templo budista más grande del mundo. Hoy es conocido como Borobudur (“el templo de Buda sobre la montaña”), aunque en realidad nadie sabe cómo lo llamaron sus constructores, allá por los siglos VIII y IX de nuestra era.

Y es que el fabuloso e imponente santuario, ubicado a unos 40 kilómetros al noroeste de Yogyakarta, en Java central (Indonesia), sigue conservando un puñado de misterios que aún intrigan a los historiadores que intentan desentrañar los secretos de esta antiquísima construcción budista.

Fue hace justo doscientos años, en 1814, cuando el entonces gobernador británico de Java, Thomas Stamford Raffles –un político apasionado por las antigüedades y la Historia– tuvo noticias por primera vez de la existencia de unas ruinas casi olvidadas, a las que los lugareños de la zona evitaban acercarse, pues creían que el enclave atraía la mala suerte.

Las obligaciones de Stamford le impedían desplazarse hasta el lugar, pero envió a un colaborador suyo, el ingeniero holandés H. C. Cornelius, para que realizara indagaciones sobre el terreno.

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Con ayuda de unos doscientos hombres, Cornelius se dispuso a limpiar la zona de vegetación y ceniza, y poco a poco fueron saliendo a la luz los impresionantes restos del antiquísimo templo, un enorme santuario construido a más de 250 metros de altitud, sobre una colina, y compuesto por nueve plataformas: las seis inferiores cuadrangulares, y las tres de la parte más alta de forma circular.

A estas imponentes características había que sumar más de dos mil quinientos paneles decorados con relieves y más de quinientas estatuas de Buda. Todo un tesoro que había permanecido oculto a Occidente durante siglos.

Aunque no se conocen descripciones en textos históricos contemporáneos sobre la construcción del templo, el estudio de los relieves escultóricos ha permitido adivinar que fue iniciado en el siglo VIII, en época de la dinastía Sailendra, y que fue concluido hacia el año 820 de nuestra era.

El templo, con su estructura piramidal, está vinculado con la tradición Mahāyāna del budismo, y visto desde el aire su planta compuesta por “terrazas” da forma a unmandala que hace referencia a la cosmología budista.

Monjes budistas en el templo de Borobudur. (Ulet Ifansasti/Getty Images)
Monjes budistas en el templo de Borobudur. (Ulet Ifansasti/Getty Images)

Originalmente debió ser un importante centro de peregrinación, pues el templo cuenta con un recorrido marcado que va ascendiendo hasta la estupa principal, de forma que cada plataforma representa una etapa de la iluminación espiritual.

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A finales del siglo XIX, en 1885, los arqueólogos descubrieron una parte de la estructura que había permanecido oculta hasta entonces. Se trata de una segunda “base” situada a un nivel inferior, y que por razones desconocidas fue cubierta con tierra.

En esta “base escondida” se encontraron un total de 160 paneles con relieves, cuya iconografía ha sido puesta en relación con un antiguo texto conocido como Karmavibhanga, en el que se alude a la ley budista de la causa y la consecuencia.

Con su descubrimiento en los últimos años del siglo XIX, los estudiosos procedieron a fotografiar dichos paneles, y posteriormente fueron cubiertos de nuevo para una mejor conservación, a excepción de cuatro de ellos, que todavía pueden contemplarse hoy en día.

En la actualidad Borobudur destaca como uno de los principales reclamos turísticos de Indonesia, cita ineludible para los visitantes que viajan hasta Java, pero al mismo tiempo ha recuperado su papel como centro de peregrinación para un buen número de budistas, que acuden una vez al año para celebrar el Vesak, la celebración más importante del budismo, y que coincide con el plenilunio de mayo.

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Publicado originalmente en Arte Secreto