En qué difiere la educación universitaria en Estados Unidos de la hispanoamericana
Cada cultura desarrolla una relación particular con el mundo, que aparece mediada por el lenguaje y otras formas y agencias sociales: la educación, entre ellas. En el campo de la educación universitaria, la concepción francesa, derivada del enciclopedismo, ha marcado los sistemas de enseñanza hispanoamericanos.
Sin entrar en una disquisición filosófica sobre el desarrollo histórico de visiones de mundo diferentes, presento en este blog algunos aspectos que pueden no constituir una novedad, pero que nos permiten reflexionar sobre tendencias específicas en las culturas académicas de nuestra región. Sobre este tema, Eduardo Negueruela-Azarola, profesor asociado de Español y Lingüística Aplicada de la Universidad de Miami, nos ofrece una serie de rasgos clave. Sus intereses como investigador en el campo de la sociolingüística y la metodología de la enseñanza de lenguas no nativas le han permitido indagar en las filosofías educacionales predominantes en los sistemas universitarios anglosajones (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá) y los de inspiración francesa, por ejemplo: América Latina, España, e Italia.
Aclaro que estas observaciones no son absolutas, sino que se refieren a tendencias constatadas por la investigación académica; también hay que añadir que el carácter dinámico de la educación superior en las dos últimas décadas, a partir de la influencia de las nuevas tecnologías y la globalización, y los cambios en políticas educacionales, han matizado y en otros casos transformado las prácticas educacionales en varias instituciones académicas y paises.
Según el doctor Negueruela, hasta la década del 90 ciertas tendencias eran más visibles en el área de las Humanidades.Tales prácticas educativas nos permiten, a nivel teórico, plantear reflexiones sobre qué es el conocimiento, y a nivel práctico, cómo la universidad se acerca o aleja de la realidad del mundo laboral.
Habría que comenzar por las funciones mentales involucradas en uno y otro modelo de aprendizaje. De acuerdo con Negueruela, ambas culturas académicas se basan en postulados distintos en torno a la valoración del conocimiento: la academia anglosajona pone énfasis en la síntesis, mientras el modelo francés en la acumulación (memoria). La síntesis implica que a partir del razonamiento y el pensamiento crítico se estimula el aporte individual. Es decir, el aporte nace del punto de vista/lectura del individuo, de su relación con lo leído/estudiado. Mientras, en el modelo francés es el bagaje enciclopédico el que más cuenta: lo que uno es capaz de recordar/acumular, la memoria intencional.
De modo que la percepción del conocimiento se suele entender:
En la academia hispanoamericana: en su devenir histórico, es decir, del pasado al presente, internalizando (reteniendo) implícitamente a los autores a lo largo de la historia del pensamiento occidental.
En la academia norteamericana: el conocimiento se concibe en su aplicación/práctica; mínimo recorrido y argumentación histórica.
Hasta ahora hemos visto que en un sistema se trabaja más el pensamiento crítico y en otro la retención. ¿Implicación que tales filosofías en el aprendizaje y en el aula?: la primera se orienta a la solución de problemas, la originalidad del individuo (aplicación personal de lo general), y por tanto, a la creatividad. Se enfoca en el debate y la discusión de lecturas, y la experiencia del alumno se integra a la reflexión. En tal escenario, tanto el estudiante como el profesor cuentan con una responsabilidad compartida en el aprendizaje, pues se co-construye en un escenario menos vertical.
Lo económico y la horizontalidad de la enseñanza de alguna manera entran aquí en una relación compleja que influye también en el sistema de evaluación. Si todo tiene un costo económico para el estudiante (la educación es fuente de endeudamiento financiero vitalicio) las notas tienden a la “inflación”. Por su parte, los profesores son evaluados doblemente: por la institución y los alumnos.
El modelo francés aparece más enfocado en la recolección y repetición del conocimiento acumulado históricamente. En este sentido, las clases suelen dictarse y los alumnos tomar apuntes (estas prácticas ya no son observables en muchas universidades latinoamericanas). Estas filosofías se manifiestan en el uso del lenguaje: si bien el término utilizado en la academia norteamericana es “enseñar”, en las de influencia francesa y española es “impartir” o “dictar”.
Tanto en España, Francia como en América Latina la educación pública es central en el sistema universitario. Contrario a lo que sucede en Estados Unidos, por ejemplo, un profesor riguroso cuya clase solamente fuera aprobada por el 30 por ciento de los estudiantes era considerado un docente de éxito en España, hasta hace poco tiempo –afirma Negueruela.
Una diferencia que todavía es visible se presenta en los currículos. En el sistema español y latinoamericano, por ejemplo, aun suelen predeterminarse los cursos a tomar por cada carrera, mientras en la academia norteamericana los estudiantes eligen las materias/cursos y solo una parte son requisitos.
Una aproximación no es necesariamente mejor que otra, aunque la educación a nivel internacional se perfila cada vez más por un enfoque democrático donde en lo entendido como “saberes” no se excluye la experiencia del individuo: esta última se considera conocimiento válido y nuevo. La sociedad de la información requiere cada vez más la creatividad y menos el entrenamiento de nuestra memoria (como almacén de información). Hemos arribado a una etapa donde priman otros niveles de relación: conectividad y aplicación.
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