Un día sin celular
He regresado a mi casa al comprobar en la esquina que había olvidado mi agenda de papel o la carpeta minuciosamente armada para entregar un trabajo ese mismo día. Incluso he vuelto por el set de maquillaje que llevo siempre en la cartera. Pero debo confesar que nunca retorné por mi celular olvidado en algún rincón del escritorio.
Ese "olvido" es liberador. Podría decirse que prefiero considerarlo casi un presagio al que no hay que contradecir y seguir mi rumbo sin ringtones que lo interrumpan.
Pero hay gente que desespera ante ese tipo de ¿lapsus? Es más, se lo considera un trastorno de ansiedad y se lo llama "nomofobia": la abreviatura de la expresión inglesa no-mobile-phone phobia.
Según un estudio, el 53% de los usuarios de celulares ya lo sufre y tienen síntomas más que evidentes.
El informe, que fue realizado por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), con sede en Buenos Aires y Madrid, especifica que los síntomas de este trastorno son la agresividad, la inestabilidad y la dificultad para concentrarse. Han comprobado que ante la falta, a estas personas las invade un exceso de precaución. Se sienten vulnerables, creen que lo peor les puede suceder y que ellos, al no tener el control de la comunicación, no podrán evitarlo.
Y no son solo alteraciones psicológicas. Aparecen en escena ciertas señales físicas como contracturas, sudación, temblores, taquicardia, problemas gastrointestinales y, en el caso más grave, crisis de pánico.
Si bien en los últimos años los casos de nomofobia se incrementaron, creciendo un 13% en los últimos cuatro, no puedo menos que recordar que muchos de los que lo padecen nacieron en tiempos en los que una ficha de teléfono público en el monedero podía salvarnos el día.
Por ahí para los más jóvenes sea difícil imaginar un mundo libre de celulares pero para los otros, para ustedes que tienen más de 35 años, ¿no sería genial dejar de chequear, por lo menos por una tarde, si han recibido algún mensajito de texto? Además, ¿qué pasaría si les entra un mail y no se enteran hasta llegar a la oficina?
La solución está al alcance de la mano. Y no se atrevan a ningunear a esa sonrisita que se le dibujó al pensarse inhallables, perdidos en la gran ciudad aunque sea por un ratito…
¿Sueles volver a tu casa a buscar el celular olvidado?
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