Gloria, adicciones y locura: la vida sin frenos de Edwin 'Inca' Valero

Con el tiempo -dicen quienes pagaron entre rejas-, los ruidos de la prisión comienzan a hacerse rutina. El goteo, los sollozos, los rezos y los llamados para alistarse. Cuando esos sonidos se quiebran, puede percibirse en el aire que "algo anda mal". No hacía falta ser un detective para entender que el destino de Edwin Valero en la cárcel podía ser fatal. Su vecino de celda lo supo en el momento y dio aviso a los guardias. Así lo encontraron a 'El Inca', ahorcado con sus propias ropas.

El suicidio del boxeador pareció, simplemente, el desenlace esperado de una historia acelerada, una frenética carrera hacia la fatalidad. Sería allí, en aquella penitenciaría de Carabobo, donde la historia de 'El Inca' encontraría su punto final en abril de 2010... aunque aún no se esfumó el velo misterioso de este cuento de terror.

La trágica historia de Edwin Valero. 
La trágica historia de Edwin Valero. 

Las cosas nunca fueron fáciles para Valero, que abandonó su casa en el barrio de Bolero Alto siendo un niño y debió pasar varias noches durmiendo debajo de un ring en El Vigía, donde comenzó a forjar sus sueños de campeón. Se ganaba la comida trabajando en el taller de bicicletas de Dimas García, un pugilista retirado. Practicante de taekwondo, demostraba una violencia inusual para las artes marciales; poco después, ya como boxeador amateur, sacó a relucir la fiera enjaulada que había dentro de aquel formato, a simple vista, endeble.

El veterano promotor japonés Akihiko Honda "adoptó" a Edwin Valero apenas lo vio sobre el ring. Llevaba ocho peleas, todas vencidas por nocaut. Akihiko, de ojo experto, sabía que tenía un diamante en bruto y decidió pulirlo, un poco en Japón y otro poco en Los Angeles, donde 'El Inca' fijó residencia por varios años. Aunque, siempre que podía, volvía a El Vigía para sentirse querido y respetado. "Aquí (en El Vigía) estoy en casa. Tengo a mi familia, mis amigos. Aquí me hice como atleta, aquí comenzó todo", decía en una entrevista para el periódico El Universal, en enero de 2008.

Parecía no tener techo. Su estilo "vehemente" se sofisticó con una técnica mucho más depurada. En la Ciudad de Panamá, dejó sentado al favorito e ídolo local, Vicente 'El Loco' Mosquera, despojándolo del título mundial Superpluma. Valero enseguida fue apodado de 'Aniquilador' e hilvanó una cadena de 27 triunfos, todos por K.O.

La trágica historia de Edwin Valero. 
La trágica historia de Edwin Valero. 

En 2001, un accidente de tránsito le dejó una lesión cerebral que decidiría, tiempo después, su oscuro andar. Barry Jordan, médico neoyorquino, lo declaró no apto para boxear y la Comisión Atlética de Nueva York consideró aquello suficiente para prohibir a Valero de combatir en su estado. Para El Inca, sin embargo, aquel impedimento no estaba relacionado con su salud sino con su militancia política en apoyo a Hugo Chávez y a la Revolución Bolivariana. "Venezuela de verdad", decía un tatuaje en su pecho. Debajo, la bandera de su país y la cara del por entonces Presidente.

Varias palizas a su madre y a su esposa -a quien después asesinaría- ya formaban parte del expediente de Valero (40 detenciones por diferentes hechos). Sin embargo, estas manchas debían "borrarse" para no empañar la imagen de un ídolo popular venezolano, aliado al gobierno de turno. Patear la bola hacia adelante sólo la hizo más pesada. Quienes debían "manejarlo" sólo querían convertirlo en dinero y ni se les pasó por la cabeza enviarlo a una institución para recuperarlo de su adicción a las drogas y al alcohol; "debilidades" que tuvo desde los 11 años. Además, el coágulo que crecía en su cerebro pedía atención médica, exámenes periódicos y psicólogos con los que jamás contó. Valero no podía parar, le habían cortado los frenos.

La trágica historia de Edwin Valero. 
La trágica historia de Edwin Valero. 

Pocas horas antes de suicidarse en la cárcel, Edwin Valero había declarado ser el asesino de su esposa de 24 años, Jennifer Viera. La había matado a puñaladas en el cuarto de un hotel de la ciudad de Valencia. El boxeador estaba bajo fianza por las golpizas que les propinó a su madre y a su mujer, con quien volvería a ensañarse. "Nos reunimos hace como tres semanas con él, pero fue horrible. Estaba mal, sólo nos insultaba. Esa fue la última vez que lo vimos así. A mamá siempre la llamaba, porque él pensaba que nosotros le queríamos hacer daño, que nosotros lo queríamos matar, y le decía a mi mamá que nosotros teníamos que pagar eso. Su adicción le hizo alucinar cosas", declaró su hermana (a quien también había golpeado) poco después del suicidio del atleta.

La trágica historia de Edwin Valero.
La trágica historia de Edwin Valero.

 

Triste (pero anunciado) final para un excelente noqueador que debió ser frenado a tiempo, cuando todavía era posible. Pero, se sabe que en el boxeo, al igual que en otros tantos deportes donde el dinero es rey, el show debe continuar... hasta las últimas consecuencias. Aunque sangre.

 

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