¿Qué hubiera pasado si Messi hubiera aceptado jugar para España?
Cada vez que a Lionel Messi le preguntan por qué no se nacionalizó español, la Pulga responde lo mismo: “Porque soy argentino”.
La nacionalidad, sin embargo, en las elites en las que Messi se maneja, no aporta certezas sobre el color de camiseta de los futbolistas. Más en su caso, en ese momento particular en el que los de la Roja insistían para convencerlo, cuando era un adolescente ignoto para los entrenadores argentinos.
Tal es así que cuando Claudio Vivas, exayudante de campo de Marcelo Bielsa, recibió un video con un compilado de las mejores jugadas de ese argentino que la rompía en las juveniles del Barcelona, lo terminó viendo por curiosidad.
Vivas es un privilegiado. Su apellido ocupa un rol esencial en la biografía deportiva de Messi. Ese video no le cayó del cielo. Unos días antes de que el cuerpo técnico de la Selección Argentina emprendiera una gira por Barcelona, Jorge, padre de Lionel, llamó a la AFA para hablar con algún responsable del fútbol juvenil.
Omar Souto, un empleado administrativo, le explicó que en ese momento no era posible comunicarlo con nadie pero le dio la idea de acercarse al hotel en el que Bielsa y Vivas iban a estar parando en las siguientes semanas. Allí se presentó a dejar ese tape con goles y gambetas de su hijo. Su objetivo era poner al tanto a los argentinos sobre la existencia y la valía futbolística, antes evaluar la propuesta para nacionalizarlo español.
Según le contó Vivas al periodista argentino Andrés Eliceche, de la revista Anfibia, el material aportado por Jorge Messi no era suficiente. El ayudante de Bielsa quería ver partidos sin corte.
Dos días después de la primera entrega, Jorge volvió a presentarse en el hall del hotel con cinco VHS bajo el brazo. Vivas prometió hacérselos llegar a Hugo Tocalli, máximo responsable de las juveniles albicelestes. El tiempo acechaba. Faltaba menos de un año para el Mundial Sub 17, torneo en el que la Real Federación Española pretendía hacer debutar al crack de la Masía.
A su regreso a la Argentina, Vivas le contó a Tocalli la novedad. Este no se mostró muy interesado. Desconfiaba de esa urgencia en torno a un futbolista que nunca había integrado una juvenil argentina. Vio los videos pero no se le ocurrió convocar a Messi. Apenas llamó al padre y le hizo saber que en el futuro quizás llegaría una chance para su hijo.
En 2003, en el Mundial Sub 17 disputado en Finlandia, comprobó él mismo el interés de España por esa joya de la que todos hablaban en Cataluña. No fue sino por un llamado de José Pékerman, prócer de las juveniles argentinas, excompañero y amigo suyo, que Tocalli se decidió a hacer algo al respecto. La insistencia española resultó ser un catalizador. No debe haber mayor descrédito para un formador que dejar escapar a un crack y ver cómo se reactualiza su desidia con cada gol del fenómeno. Encima los catalanes del Barcelona también insistían a los Messi para que aceptara la propuesta de la Federación.
Fue ahí cuando apareció la figura de Julio Humberto Grondona. El expresidente de la AFA recibió la noticia de Tocalli. En una reunión celebrada en 2004 en Buenos Aires, Grondona supo de la existencia de Messi e inventó una excusa para que Leo se pusiera la albiceleste.
El grado de patetismo de esta historia la marca el fax que desde la AFA les enviaron a los catalanes. El mismo decía Lionel Mecci. En Barcelona rechazaron la convocatoria alegando que el futbolista tenía compromisos con su club. Finalmente prevaleció la postura de Argentina.
El Sub 20 argentino venía de jugar con Paraguay, en Asunción. La revancha de ese partido fue la excusa para que Messi pudiera debutar con los colores de su país. Llegó a Buenos Aires tres días antes del encuentro disputado en la cancha de Argentinos Juniors. Messi, oh casualidad, jugó sus primeros minutos con la camiseta argentina en el Diego Armando Maradona. Tenía 17 años recién cumplidos.
La FIFA exige el cobro de una entrada para que el partido sea considerado oficial, lo que necesitaba la AFA para dejar constancia de que Messi había jugado para Argentina.
Para cumplir con la reglamentación sin espantar al público, los organizadores inventaron una movida solidaria. Todo aquel que quería ir a ver ese partido debía presentar un diario o una revista o un manojo de hojas que serían donadas al Hospital Garrahan, institución especializada en pediatría más importante del país.
Messi ingresó para jugar el segundo tiempo de ese partido, cuando Argentina goleaba 4 a 0 a Paraguay. El séptimo y definitorio de aquella goleada lleva su marca registrada. Una auténtica apilada maradoneana, al menos para los ojos de aquel momento, que sirvió como carta de presentación y como promesa de futuro.
El recuerdo de este partido todavía no está cerrado. El final de la carrera de Messi con la Selección Argentina terminará elevándolo o descartándolo de la memoria grande. Cuánto más valdría si la Pulga coronara su carrera con el tercer Mundial para los argentinos.
Además te puede interesar
El niño afgano que recibió un regalo de Messi
¿Qué hubiera pasado si Agassi no hubiera sido obligado por su padre?
¿Qué hubiera pasado si a Bolt no le hubieran diagnosticado escoliosis?