El reportaje de Laura Bozzo sobre Ayotzinapa que sacudirá a México

Al menos eso es lo que ella dice. Uno de los temas más sensibles de los últimos años en México será abordado en el programa de la escandalosa (en sentido literal) conductora peruana Laura Bozzo a través de su espacio transmitido por Televisa y aunque esto suene a presagio de la llegada del Apocalipsis lo cierto es que, a estas alturas, no tiene nada de raro.

Hasta hace poco, leer en el mismo párrafo las palabras ‘Bozzo’ e Iguala habría causado en la mayoría un estado de total de histeria por el hecho de que en un show dedicado a la mezcla de fenómenos decadentes con el entretenimiento ‘chundo’ se aborde un caso que encierra corrupción, crimen, negligencia y oportunismo político, a tal grado que se ha convertido en una piedra en el zapato para la actual administración federal y en bandera de lucha para toda causa liderada por la oposición.

Sin embargo, que el tema llegara a las pantallas estropeadas por la doctora Bozzo era algo natural, sobre todo si se toma en cuenta que la misma política nacional se ha convertido en una especie de ‘reality show’ donde el grito de ‘¡que pasé el desgraciado!’ le calza perfectamente a más de una centena de los vampiros del erario.

Vamos por partes. Estoy consciente de que 3 minutos del programa de la ‘Señorita Laura’ equivalen a una lobotomía más un daño permanente a la retina y el oído. Pero tan solo esta semana he podido constatar que los sucesos del día a día han superado eso y que por el contrario, la ‘abogada del pueblo’ llega tarde a un escenario que ha superado, y por mucho, lo que ella creía que era su muy particular estilo.

Tomemos por ejemplo el caso de la fuga de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán. Este es un caso serio, pero ni las mismas autoridades lo toman así. Si lo pusiera usted en el set del ‘talk show’ de la conductora peruana se daría cuenta que lo que ha ido pasando tiene la misma secuencia que ella usa para ir presentando sus ‘casos de la vida real’, donde justo en el momento en que nada nos puede parecer más absurdo resulta que aún había un hecho que no solo le da la vuelta a la tortilla, sino que pone en ridículo a los que primero eran víctimas para al final terminar el programa sin que se resuelva nada.

Precisamente con la fuga del capo, el gobierno parece estar jugando al olvido inmediato de los acontecimientos, empezando por ellos mismos, pues al principio dijeron con toda seguridad que el escape del narcotraficante se había realizado con tanta precisión y tecnología que nadie pudo ver, oír ni intuir nada. Peor aún, el entonces Comisionado de Seguridad Nacional, Monte Alejandro Rubido, salió a decir con una seguridad que ya quisiera un esposo infiel, que para hacer el hoyo de la regadera se había utilizado un tipo de ácido extra súper mega fuerte que ya quisiera Tom Cruise para sus películas de Misión Imposible, todo con el fin de no interrumpir el sueño de reos y custodios del corral, que diga penal del Altiplano.

Es ahora cuando aparece el rostro a cuadro de Laura Bozzo gritando que eso no es cierto, pues existe un video en donde se aprecia que los martillazos eran más ruidosos que su voz y que al momento de hacer el boquete final se escucha el estruendo de la caída del concreto.

Luego nos mostraría cómo una eternidad después, que hace suponer que el centro de monitoreo y los puestos de control se encuentran a kilómetros de distancia (porque el penal es grande, pero no tanto) llegan dos custodios que en lugar de abrir la celda se ponen a gritar ¡‘Don Joaquín’, ‘Don Joaquín’! como personajes de película cómica. A dicha pantomima solo le faltaría un elemento para coronarse y eso hubiera sido que al querer entrar a la celda se percataran de que no traían las llaves. Pero supongo que eso hubiera sido un exceso, como el que ‘El Chapo’ se hubiera puesto zapatos para entrar a la regadera, o que trajera el pelo largo mientras todos los demás internos lo traen a rapé o que tuviera una TV con un volumen tan fuerte, todo eso sin despertar sospechas. Pero esperen ¡eso sí pasó!

Ahora bien, aquí es el momento del clímax donde la ‘Señorita Laura’, con toda la autoridad moral que ella representa, hace pasar a los encargados de llevar la investigación con su famoso grito de batalla como preámbulo, para ver exactamente lo que hacen sus comparsas/invitados cuando se miran descubiertos: negarlo todo hasta donde se pueda. O mejor aún, lanzar nuevas acusaciones para desviar la atención, algo así como “la filtración de ese último video con sonido es un delito” o “iremos hasta las últimas consecuencias con quienes lo sacaron de nuestros cajones”.

Por su parte, el nuevo Comisionado, también ahí sentado y después de haber sido diagnosticado con una mirada rápida por la psicóloga, hará uso de la retórica cantinflesca y soltará frases como “no mentimos, simplemente no dijimos la verdad” o “jamás ocultamos el video, solo no se lo enseñamos a nadie”, para rematar con el magistral enunciado: “esto no cambia en nada el curso de la investigación”. ¡Enorme!

 ¿Ve usted alguna diferencia con la realidad? Entonces no nos quejemos de que Laura Bozzo prácticamente promete tomar el lugar de Carmen Aristegui al decir que la nueva faceta de su programa será de ‘periodismo social’ (retuércete Carlos Septién, Julio Scherer, Capote, Fallaci y tú también Kapuściński). No sería la primera vez, y ya ve, primero cambió el mundo para adaptarse a ella antes de suceder lo contrario. Lo primero era más fácil, lo segundo, realmente improbable. Y es por eso, que solo por esta vez, le daremos más ideas al ‘nuevo periodismo’ con lo que pasó esta semana.

Casas blancas vs casas verdes

Nomás imagínense. Arturo Escobar, el hombre más cuestionado (bueno, el último de ellos) dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto, visto por muchas ONG como alguien que rompe la ley con facilidad, decide que para ver que es alguien buena onda (es por ley, pero ya ven que eso de cumplirlas no se le da) hará su declaración patrimonial (yuju) pero no la hará pública en su totalidad (Awwwww). Entonces, como no queriendo, la gente y los malintencionados periodistas se preguntan si tendrá algo qué esconder. Y se lo encuentran. Una minucia consistente en una mansión en Texas valuada en 290 mil dólares (casi 5 millones de pesos) que compró cuando apenas llevaba un año como senador y su sueldo era de 124 mil pesos mensuales. Su ‘casita verde’, descubierta por un reportaje del periódico Milenio, se ubica en un fraccionamiento cuyos habitantes ganan más de un millón de pesos al año y cuenta con 713 metros cuadrados, cuatro recámaras, tres baños, cochera para dos autos, patio frontal y trasero, jardín y alberca. Y lo que se espera que pase con todo esto es justamente nada, nada de nada.

Faltistas, pero pacíficos

Nada como un gobernador tolerante ante el incumplimiento de las normas, siempre y cuando no destruya usted media ciudad. Ante la amenaza del secretario de Educación, Aurelio Nuño, de descontar el día a los 85 mil maestros de la CNTE que no trabajaron el 12 de octubre por estar marchando, el gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, señaló que gestionará que no se les aplique el descuento porque sí faltaron, pero se portaron bien. Según él, no descontarles de su salario a quienes no trabajan ayuda a la “reconstrucción del tejido social de Guerrero”. Es bueno saber que al mandatario lo tienen bien agarrado los de la CNTE. Faltará ver si Aurelio Nuño se deja y ver al final de qué lado masca la Iguala, que diga, la iguana.

El estereotipador Monreal

Es curioso ver cómo quien acusa discriminación termina dando argumentos que muestran nada más que complejos y estereotipos. Así es como se vio el delegado en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, cuando se empezó a criticar que la persona encargada de llevar los temas de educación haya sido un alumno de la UNAM conocido por su pasado como un activista ‘ultra’, es decir, de esos que primero toman instalaciones, incluso de forma violenta y después preguntan para qué lo hicieron. Ante las críticas, Monreal salió en su defensa diciendo que “El Rasta”, como cualquier persona de clase humilde (suenan violines) tiene derecho a una oportunidad. Ojalá entendieran algún día los políticos de la izquierda ultra que la pobreza no necesariamente produce gente violenta ni delincuencia. Ni que todos los ‘rastas’ son necesariamente pobres. Y mucho menos humildes.

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