Estoy cansado del periodismo de bufanda
El denominado periodismo de bufanda, repugnantemente practicado en España, no puede ser considerado periodismo por múltiples razones; carece de rigor, seriedad y ética profesional.
Barcelona y Madrid como banderas
Hablo de este tema por dos razones fundamentales, la primera es que soy periodista, la segunda, escribo el blog del Barcelona, y este es uno de los dos protagonistas fundamentales de esta aberración al periodismo.
Para entenderlo fácil, el mal denominado periodismo de bufanda es el que vende un producto mediático con la camiseta de un club por delante de la objetividad, el respeto y la verdad.
Los mal llamados periodistas adeptos a este ejercicio errado son en su mayoría hombres y mujeres que tienen cámara y micrófono abierto en los principales medios de las ciudades de Madrid y Barcelona.
Mal vicio generalizado
Lo que en un principio parecía una broma o un segmento para algún 'hooligan' disfrazado de periodista, se convirtió en una práctica cotidiana y hoy lo complicado es encontrar un periódico, un programa de radio o televisión deportiva que diga las cosas apegadas a la verdad, con rigor y ética periodística.
Abrir los diarios deportivos de Barcelona y Madrid, escuchar las radios o ver programas de televisión deportiva son un insulto a la seriedad. La degeneración de las buenas prácticas de un periodismo creíble en el que el comunicador se apega a la verdad con argumentos sólidos, independiente de los colores, es casi imposible de encontrar.
Para un periodista colombiano, que ejerce su profesión en los Estados Unidos, esta práctica es inconcebible. Parece mentira que un diario de Madrid no pueda reconocer que el club de Barcelona es superior en algún punto de la temporada; resulta difícil de creer que la prensa catalana viva para crear historias mentirosas sobre el Real Madrid. Es basura mediática.
Del desarrollo al subdessarrollo
Resulta penoso que en el país más desarrollado de habla hispana, el que cuenta con la mejor facultad de comunicación en español en el mundo, donde juegan los dos equipos más poderosos del planeta, el periodismo dedicado al fútbol esté compuesto por un cúmulo de fanáticos con micrófono que dicen cualquier cosa, con la única finalidad de vender y rellenar espacios al aire.
Pueden dos equipos polarizar tanto el medio hasta llegar al punto de que se pierda el fundamento de una profesión tan seria y con semejante responsabilidad social como el periodismo?
La tesis errada de algunos de estos monigotes, en la que sostienen que todo periodista es hincha de algún equipo es muy pobre. El periodismo es una vocación y un compromiso en el cual la persona renuncia a su gusto personal para narrarle a la sociedad con vercidad los acontecimientos, incluso a costa de su fanatismo previo.
Cuando la selección Colombia juega, me quito mi condición de colombiano e instalo el chip de periodista en mi cabeza y mi corazón, si Colombia juega mal y merece perder es mi responsabilidad decirlo con argumentos y sustento. Mi obligación con la sociedad como periodista me lleva a desprenderme de mi deseo. Esa es la belleza del periodismo, poder ser imparcial y contar la verdad aún a costa del corazón.