Quiénes dicen que Jesús vino del espacio exterior

"En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros"

(Juan 14:2-12). Si Juan en su Evangelio no le hubiese atribuido esta frase, la creencia según la cual Jesús vino de otro mundo se quedaría sin una de las parábolas que más han inspirado a los buscadores de un sentido religioso a los encuentros cercanos con platillos voladores.

En los últimos meses la discusión recuperó vigencia partir del programa "100YSS, Nave Estelar 100 Años" (100 Year Starship), una iniciativa de la Oficina de Tecnología Táctica de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de la Defensa de EE.UU. (DARPA) y la NASA. Los objetivos del 100YSS son ambiciosos: enviar hombres y mujeres a otros sistemas planetarios, y en lo posible poblar nuevos mundos. "Esto no es viajar a un planeta cercano como Marte ni usar sondas robóticas. La idea es capturar la imaginación de la gente", explicó David Neyland (algo que, convengamos, hacen la ciencia ficción, la religión e incluso la pseudociencia sin contar con grandes presupuestos).
¿Qué es DARPA? Su misión no es otra que poner a punto la tecnología militar del Pentágono. Es decir, una oficina como la que asesoró en "Ávatar", el filme de James Cameron, a la corporación que aplastó a los nativos de Pandora. Tanto como para mostrar cómo actuarían los EE.UU. si descubriesen en otro mundo algo de valor.

Quién sabe si no fue para aventar cualquier sospecha diabólica, el 10 de octubre pasado el programa "100 Year Starship" realizó un simposio en Orlando, Florida, y una de las estrellas fue Ted Peters, un teólogo de sonrisa benevolente que es profesor en la Unión Teológica de Graduados de Berkeley, California. Hace dos años, Peters preguntó a 1.300 personas si "el descubrimiento de una civilización extraterrestre podría afectar negativamente a sus creencias personales o a la religión a la que pertenecen". Un importante porcentaje de los encuestados (enrolados en las siete principales tradiciones religiosas de los EE.UU.) afirmaron que sí, que el hallazgo podría causar una crisis de fe e incluso un colapso en las grandes instituciones religiosas.

Sin duda, la percepción de los creyentes no es predictiva: hace diez años, alguien podría haber pensado que el escándalo de los sacerdotes católicos pedófilos iba a devastar a la Iglesia, lo cual no ha sucedido. Pero imaginar qué cosas podrían pasar si hubiese pruebas de la existencia de otras civilizaciones inteligentes abre entre los religiosos potenciales conflictos doctrinarios; entre los católicos, la existencia de seres semejantes a los humanos supone preguntarse, por ejemplo, si son cristianos. La misma pregunta que se hacen los científicos del filme "Marte, planeta Rojo" (H. Horner, 1952), quienes parecen establecer contacto con unos seres que, a cada señal que envían, generan revueltas populares en la Tierra. Los marcianos acaban reconociendo que en Marte vive Dios, que usa un equipo de radio para comunicarse con nuestro planeta.

El impacto social que puede causar la revelación de otra humanidad es una preocupación más antigua que el radioteatro de Orson Wells de su dramatización de "La Guerra de los Mundos" (1938). Y pocos saben que la extraterrestrialidad de Jesús es una idea más antigua todavía. Tanto como las preguntas que tal especulación comporta.

Si un Jesús bíblico no encarnó otros planetas habitados ¿serían ateos, es decir, criaturas abominables que se comen a los niños crudos? Si son cristianos, pero su forma no es humanoide, ¿son tan cristianos como nosotros? ¿O ellos recibieron un Mesías, eso sí, hecho a imagen y semejanza de los habitantes de ese otro planeta? ¿O acaso en cada mundo fue creado un Adán y por lo tanto un equivalente al pecado original?

Chris Aubeck, un agudo explorador de las ideas sobre los extraterrestres que es coautor con Jacques Vallée de "Wonders In The Sky: Unexplained Aerial Objects from Antiquity to Modern Times" (inexplicablemente inédito en español), hizo una notable aporte para entender este asunto cuando recopiló numerosos ejemplos de la relación de Jesús con el viaje espacial y los alienígenas ("El mesías intergaláctico", Anuario Cuadernos de Ufología, Fundación Anomalía, 2007).

Camille Flammarion (1842-1925) consideró impensable que los pueblos extraterrestres no fueran cristianos. En tal caso, razonó, "la humanidad estaría sola en un universo dominado por pecadores y, quizás, por demonios".

* El teólogo francés William Vorilong (m.1463) propuso: "Dios pudo crear otros mundos habitados", pero desestimó que Jesús viajase a rescatar a sus habitantes ya que "no sería apropiado para Él ir a otro mundo para morir otra vez".

* El teólogo y astrólogo Tommasso Campanella (1568-1634), perseguido por la Inquisición y valiente defensor de Galileo Galilei, pensaba que, si bien las estrellas estaban habitadas, "éstas no estarían infectadas por el pecado de Adán ni necesitarían de la redención del Señor, a menos que hayan cometido algún otro pecado".

* Aubeck detectó referencias a un Jesús interplanetario en la obra del escritor ateo alemán Johann Paul Friedrich (1763-1825). "Yo he atravesado los mundos, he subido hasta los soles, con las vías lácteas, y he pasado por los grandes vacíos del cielo; no hay ningún Dios", responde Jesús en un pasaje de su novela "Siebenkäs" (1796).

* Ellen G. White (1827-1915), la profeta epiléptica de La Iglesia Adventista del Séptimo Día, vivía asaltada por visiones místicas; en una de ellas vio a seres vivos en los planetas Júpiter y Saturno "donde no había entrado el pecado". Más tarde, revela Aubeck, aceptó las ideas de un adepto, astrónomo aficionado, quien postulaba que en su Segunda Venida Jesús aparecería desde la nebulosa de Orión. "Viajó de estrella a estrella, de mundo a mundo, supervisándolo todo", escribió White. La Tierra era el único planeta del universo poblado por pecadores.

* Otra religión que cree en un Cristo alienígena es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Para su profeta fundador, Joseph Smith (1805-1844), la Tierra había sido creada cerca de un planeta o estrella llamado Kólob en un periodo de 6.000 años (en Kólob, sólo 6 días). Según el Libro de Abraham, tras la caída de Adán nuestro planeta fue arrojado a su actual Sistema Solar. Según los mormones, en el final de los tiempos la Tierra será arrebatada y enviada a su órbita original, cerca de Kólob, que es el planeta "más cercano al trono de Dios" y por tanto de Jesús.

"El Día que paralizaron la Tierra" (R. Wise, 1951). El alegato de Klaatu.

Ante un auditorio ávido de revelaciones, el teólogo Ted Peters dijo en el Simposio de "100YSS, Nave Estelar 100 Años" que de los E.T. espera una actitud responsable propia de hermanos mayores (una ilusión que, dicho sea de paso, comparte con cientos de miles de seguidores de religiones ufológicas en el mundo). "Francamente, dijo Peters, mi deseo es que fuesen como el embajador alienígena Klaatu de la película (clásica de la ciencia ficción) 'El día que paralizaron la Tierra', que vienen a darnos una firme advertencia como los profetas del Antiguo Testamento: '¡Ustedes están en graves problemas, y éstos van a empeorar a menos que acomoden la casa!'".

Pero la propia encuesta de Peters muestra el magro optimismo de los religiosos. ¿Acaso tienen miedo de que las creencias de inteligencias ajenas se transformen en una amenaza para la Tierra? ¿Temerán a un Dios más atractivo que el nuestro? Si otra humanidad ha sido capaz de construir una sociedad sin la base doctrinaria del pecado (y, por lo tanto, sin necesidad de redención), ¿tentará a los espíritus libres a vivir una vida alejada de la religión?

Este ejercicio especulativo también es parte de la agenda del papa Benedicto XVI. Peters es luterano, pero sigue un poco la línea del padre José Gabriel Funes, el astrónomo cordobés que dirige el Observatorio del Vaticano. En una entrevista titulada "El extraterrestre es mi hermano", publicada por "L'Osservatore Romano", Funes explicó que para él no había ninguna incompatibilidad entre sus creencias y la posible existencia de seres inteligentes en otras partes del universo. "No podemos poner límites a la libertad creadora de Dios. Dios se encarnó en Jesucristo en este mundo para redimir a los hombres con el sacrificio de su Hijo. La encarnación es un hecho único e irrepetible. Esos seres inteligentes podrían haber elegido amar a Dios. Podrían no necesitar de la redención", explicó el sacerdote, enrolado en la Compañía de Jesús. Los jesuitas son el principal grupo de la Iglesia consagrado a tender lazos entre ciencia y religión. La raza humana, asegura Funes, podría ser "la oveja perdida", por cuyos pecados puso en aprietos al Creador, obligándolo a enviar a su primogénito a sufrir tormentos inenarrables "para salvar a la humanidad".

Esta discusión teológica (parecida a un intercambio de opiniones sobre cualquier película de ciencia ficción) a veces toca los cenagosos territorios de la pseudociencia. Pues la idea de un Cristo E.T. también ha acompañado a la teoría de los Antiguos Astronautas promovida por el escritor suizo Erich von Daniken. Esta propuesta, que se propagó desde 1968 y rozó el cénit en 1974, planteó la existencia de evidencias arqueológicas y rastros en la cultura de paleovisitas extraterrestres, que primero testigos y luego historiadores confundieron con dioses.

Para la arqueología clásica, e incluso para la etnología que avanzó sobre el sistema de creencias danikeniano, la hipótesis de las antiguas visitas de extraterrestres es una melange que amalgama el espiritualismo de la Sociedad Teosófica de Helena Blavatsky (1831-1891), la teología de Teilhard de Chardin (1881-1955), el esoterismo filonazi de Robert Charroux (Robert Grugeau, 1909-1978) y la ciencia ficción que imaginó las más diversas civilizaciones alienígenas (véase "Para entender a los E.T. Estudio etnológico de una creencia contemporánea", por Wiktor Stoczkowski). Otras ideas están dispersas en el cine, como "El Extraterrestre" de S. Spielberg (1982) y en las más diversas expresiones culturales (el autor de estas líneas produjo en 2002 el avance promocional de una web donde se funden el Sagrado Corazón y dos alienígenas, Súperman y E.T.).

Las ideas danikeaneanas permearon la doctrina de movimientos religiosos como Misión Rama (su más activo líder, el peruano Sixto Paz Wells, promueve la tesis de un Cristo de otro mundo), el Movimiento Raeliano, fundado por Claude Vorilhon, el "gurú clonador" que juró haber conversado con "su medio hermano" Jesús en un plato volador, Corderos de Dios, un grupo que espera el retorno de su líder fallecido, encarnado en una suerte de Cristo que descenderá con su nave en la India para promulgar "un marxismo con filosofía de niño" y otros un poco más heterodoxos, como Nación del Islam, de Louis Farrakhan, líder una iglesia antisemita y racista que financia convenciones ufológicas donde enseña que su profeta vive en una nave espacial que da vueltas alrededor de la Tierra.

El punto, para terminar, es que la teoría de los Antiguos Astronautas, como escribe Chris Aubeck, no se formuló originalmente con pruebas físicas. "Los autores de libros sobre dioses-extraterrestres buscan pruebas para apoyar una idea excitante concebida previamente". Y que, como vemos, está basada en fuentes mucho más antiguas y extendidas en la cultura que lo que muchos creen.

Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4