La leyenda maorí de un ave cazadora gigante era cierta
Una leyenda que existe entre la población Maorí de Nueva Zelanda habla de un enorme pájaro depredador, cuyas alas podían tapar la luz del Sol y que echó a todos los halcones del cielo. Durante mucho tiempo se creyó que no se trataba más que de un animal mitológico. Pero, tras muchos años de investigación se pudo saber que ese animal existía. Era el águila de Haast (Harpagornis moorei).
Se trataba de un ave rapaz de enorme tamaño. Podía medir más de tres metros de envergadura alar y pesar en torno a los 18 kg., lo que es bastante para un animal volador. Evidentemente, no tapaba el sol cuando volaba, pero sí proyectaba una sombra importante.
El factor que provocó que hiciese falta tanto tiempo para determinar de qué animal se hablaba era la depredación. Según las leyendas maoríes, los Te Hokioi – el nombre con el que conocían a esta ave – era un gran depredador, capaz incluso de llevarse a los niños de sus cunas. Pero cuando los primeros naturalistas comenzaron a estudiar los restos fósiles que había en la isla, ningún animal cuadraba con esta descripción.
De hecho, el águila de Haast tampoco se consideraba un depredador hasta hace algo más de tres años. Primero por su tamaño, más parecido al de un buitre carroñero que a cualquier rapaz cazadora. Pero sobre todo por una característica muy curiosa. En su pico, justo encima de sus agujeros nasales o narinas, tenían una pequeña estructura que podía cerrarse. Esta es una solución bastante común en aves carroñeras, que impide que la carne del cadáver impida al animal respirar mientras se hace camino entre ella.
Sin embargo, al volver a estudiar los restos de esta especie 150 años más tarde – fue descubierta en la década de 1870 -, y sobre todo al emplear técnicas modernas, las conclusiones fueron muy distintas. El pico del águila de Haast tenía fuerza suficiente como para atravesar una pelvis, lo cual no resulta muy necesario para un carroñero. Sus garras, muy fuertes y afiladas, eran capaces de provocar el mismo tipo de heridas que las de un tigre, lo que tampoco cuadra con su supuesta alimentación.
Aún así, ¿cómo se explicarían las estructuras en torno al pico? La respuesta la encontraron al investigar sobre su capacidad de vuelo. Con la ayuda de modelos biomecánicos comprobaron que serán capaces de alcanzar una velocidad de 80 km/h. Y a esta velocidad resulta necesario bloquear la entrada de aire, que supone un grave problema.
Con estos datos, los investigadores han podido demostrar la verdad que se escondía detras del mito. Ya se sabía que se alimentaban de moas, pero ahora podemos estar seguros de que los cazaban de manera activa. Al ser su fuente principal de alimento, cuando los moas se extinguieron, también lo hicieron las águilas de Haast, la que fue – hasta donde se conoce actualmente – el ave rapaz más grande que ha existido.
Fuente: Yahoo! España
La leyenda maorí de un ave cazadora gigante era cierta