Descubren un planeta cuyo año dura lo que una jornada laboral
Imagina un planeta del tamaño de la Tierra, orbitando a una estrella a una distancia 40 veces inferior a la que separa a nuestro sol de Mercurio. Imagina además que debido a su extrema cercanía, su periodo orbital (o su año) sea tan corto que ya no hablemos de días, sino de horas.
Bien, ese planeta existe y le debemos su descubrimiento al telescopio espacial Kepler. Los astrónomos le han bautizado como Kepler 78b y su año es tan corto (o tan largo, según se mire) como una jornada laboral completa. Aproximadamente 8,5 horas.
Según puedo leer en la web del MIT, el periodo orbital de Kepler 78b se encuentra entre los más cortos jamás detectados. Si estás pensando en irte a vivir allí, mala idea. Y no solo porque se encuentra a unos 700 años luz de nuestro planeta sino porque su temperatura superficial rondará los 5.000 grados Fahrenheit, lo que con toda certeza habrá derretido sus capas superiores convirtiéndolas en un océano de lava.
Lo más curioso de este planeta, que tiene un tamaño aproximado al de la Tierra y que orbita alrededor de una estrella joven cuya rotación es más del doble que la de nuestro sol (prueba de que no ha tenido aún tiempo de ralentizarse), es que es el primero de ese tamaño cuya emisión de luz han podido detectar los astrónomos.
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Cuando en el futuro, nuestro instrumental permita analizar esa luz con telescopios más potentes, podríamos ser capaces de obtener información detallada sobre la composición de la superficie del planeta y sobre su albedo (propiedades reflectantes).
Los astrónomos están entusiasmados con el hallazgo, ya que creen que debido a la extrema cercancía de este exoplaneta a su estrella madre, podrán medir la influencia gravitatoria del primero sobre la segunda. Con esa información podrían medir la masa planetaria, lo cual convertiría a Kepler 78b en el primer exoplaneta de un tamaño similar al de la Tierra con una masa conocida.
Para descubrir este exoplaneta, así como a más de 130, el telescopio espacial Kepler de la NASA tuvo que analizar unos 150.000 astros comprendidos en un área muy pequeña del firmamento, en una de las misiones más exitosas de la agencia espacial estadounidense. Lamentablemente hace pocos días hemos conocido que una avería le impedirá continuar con su misión.
El telescopio espacial Kepler analizaba las atenuaciones en la emisión de luz de las estrellas provocadas por el tránsito de los planetas entre ellas y nuestro punto de observación. Midiendo los periodos de tiempo transcurridos entre cada "mini-eclipse", los astrónomos son capaces de inferir la presencia de planetas (sin verlos) a pesar de la cegadora luz de su estrella madre. A este método de detección de exoplanetas se le conoce como el del tránsito.
Que la vida sea sumamente improbable en Kepler 78b no implica que todos los planetas tan próximos a sus estrellas madres sean malos candidatos. De hecho los expertos creen que si la estrella fuera del tipo enana marrón (estrellas frías, casi muertas, que no lograron entrar en ignición) en teoría la vida podría abrirse paso.
El equipo del MIT responsable del descubrimiento, dirigido por el profesor emérito de física Saul Rappaport, ha publicado simultáneamente otro trabajo sobre un exoplaneta ya conocido, llamado KOI 1843.03, cuyo período orbital es de solo cuatro horas y cuarto. En su opinión, este último planeta debe ser muy denso, compuesto casi enteramente por hierro, para evitar que las inmensas fuerzas de marea de su vecina estrella madre lo destroce.
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Fuente: Yahoo! España
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