Carlos Warter, un extraterrestre preso en Buenos Aires

En la intimidad de un pequeño programa radial, el chileno Carlos Warter solía jactarse de ser un modesto "activista espiritual". En otros ambientes se presentaba como psiquiatra, filósofo o escritor. Y a sus seguidores les aseguraba que entraba en estados especiales, que le permitían incorporar a un poderoso maestro místico llamado Zarkar. "Ese es el nombre actual de la identidad interior de un Maestro Interdimensional", explicó él mismo en el fanzine de un grupo de ufología religiosa, "Mensajes Cósmicos" (Año IV Nº19 Julio l992).

En los seminarios cerrados que dictaba en todo el mundo (sobre todo en Buenos Aires, Chile, y los Estados Unidos) insinuaba o afirmaba directamente que Zarkar, la criatura que ocupaba su cuerpo, procedía de otro mundo. Y que, para estar entre nosotros, había debido atravesar galaxias, esquivado cometas, asteroides y librado violentas batallas cósmicas. La esencia de su ser "era conciencia universal, asistiendo a la transición de planetas a través del resonante despertar catalítico de la Nueva Era", como definió en su libro "Manual de metafísica" (1991). Aquel maestro cósmico, además, le prestaba sus capacidades extraordinarias. Una vez dio un ejemplo espeluznante de los poderes que presumía poseer. "Cuando murió mi padre, un amigo vino a consolarme. 'Así es la vida', me dijo. Yo no le creía nada. Entonces le creé un campo magnético y su padre murió dos meses después en un accidente automovilístico". Así que, ojito con Warter.

Esto que contaba en los 90 era una advertencia para sus discípulos, seguidores y alumnos antes de que se convirtieran en una amenaza, ya que algunos de ellos, como María Pía Meritello (ex mujer del actor argentino Raúl Taibo), habían decidido contar las experiencias que vivieron con él durante sus seminarios. "Yo conocí al personaje real: el violento, el agresivo, el autoritario, el que daba miedo. Lo que él decía era indiscutible. Cuando alguien le discutía algo, él lo sacaba de circulación, o lo obviaba como si no existiera", me dijo María Pía en una entrevista publicada por la revista GENTE, en noviembre de 1993, para explicarme que el gurú que ella había conocido no se parecía en nada al que sonreía en televisión.

Dicho lo cual, queda claro que sólo dos motivos pueden llevar a alguien que asegura ser un superhéroe extraterrestre a trepar por los tejados de la ciudad de Buenos Aires: que finalmente se lo ha devorado el personaje, o que lo está buscando la Policía.

Lo que sucedió fue lo segundo, y la escena debió ser de película. El pasado lunes 23, a las cuatro de la tarde, Carlos Livio Arter Goldaker, el verdadero nombre de este señor que ahora anda por los 64 años, fue detenido por Interpol en un departamento del porteño Barrio Parque, en Palermo, donde vivía desde enero de 2010. El agente de la policía que lo hizo bajar del techo le informó lo que seguramente ya sabía: que la Cancillería argentina había recibido un pedido del FBI por un fraude de más de U$S 1.000.000 en perjuicio del gobierno de los EE. UU. y empresas de seguro social de ese país, en particular por una presunta estafa a la Asociación del Servicio Médico de Hawaii, donde prestaba servicios de psicoterapia. Según medios de Honlulu, por esas sesiones él ya había recibido medio millón de dólares.

Si los asesores del sistema de salud de Hawaii hubieran leído una serie de artículos que publicamos en 1993 (de la cual hay un resumen online desde 2006), tal vez lo hubieran pensado mejor antes de firmar el contrato. Tampoco se preocupó mucho por estudiar sus antecedentes la Universidad Maimonides en Buenos Aires, donde daba charlas de "medicina integrativa". No bien trascendió la noticia, la entidad dio de baja los videos que difundían sus conferencias.

Uno de los problemas de quienes recibían con los brazos abiertos a Warter es que ni siquiera hay constancia de que puede ejercer como Médico Psiquiatra. En 1993, el Colegio Médico de Chile no tenía información de su especialización en Psiquiatría: su título como "Profesor Asociado ad Honorem de Psiquiatría y Neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami" es otra asignatura pendiente de verificación. En los archivos del Colegio Médico de Santiago, en cambio, figuraba como Médico Pediatra, una de las pocas especializaciones que no menciona en el currículum de sus promociones o en su página web.

Su momento de mayor actividad en la Argentina se remonta a comienzos de los 90, durante la primera presidencia de Carlos Saúl Menem. Por entonces, el mandatario recibió la bendición del gurú: "Los que somos extraterrestres, conscientes de lo cósmico... ¿qué les está diciendo nuestro agente Menem? Les dice: miren la realidad del otro lado. No es un político tradicional. No, es un agente. Lo pusimos acá para que haga una transformación que sólo se puede hacer con afecto...". Esto dijo Warter (o Zarkar) en un seminario que dictó en 1992, filtrado sin que él lo supiera por un asistente y difundido por "Tiempo Nuevo", el programa político de TV con más rating de la época.

Por entonces también aseguraba estar "reclutando agentes para la GIA (Agencia de Inteligencia Galáctica)" (¿?). Y continuaba: "Soy alguien que ha sufrido una transmutación y éste es un aspecto de mi expresión. Yo soy Zarkar, he adquirido conciencia de un maestro interdimensional". Aunque la única transmutación visible fueran reiterados retoques faciales. Warter es un maestro espiritual exageradamente pendiente de su aspecto externo, a juzgar su adicción a las operaciones de cirugía estética. "Desde que yo lo conocí hasta hoy su cara habrá cambiado una diez veces", me dijo María Pía Meritello, en 1992.

María Pía tenía 20 años y estaba embarazada de su hijo con el actor Raúl Taibo cuando participó en un seminario de 45 días en Chile para acompañar a su marido. Por la casa de Warter, recordó la joven, todos iban en puntas de pie: "Nadie podía hacer nada que molestara al maestro". El primer indicio de que algo iba mal lo obtuvo de charlas a escondidas con las empleadas domésticas, aunque "ninguna le duraba más de 15 días, llegaron a irse sin cobrar". Describió a Warter como alguien afecto a perversos juegos psicológicos. "Un 'día nos puso a Raúl y a mí en una confrontación que me angustió. Nos preguntó qué pasaría si, cuando el hijo que esperábamos cumpliera tres años, era reclamado por un lama tibetano, ya que nuestro hijo podía ser el elegido y alguien podía venir a buscarlo. La mujer de Warter, por supuesto, dijo 'que se lo lleve'. Pero a mí me cayó como un baldazo de agua fría… Todo el tiempo jugaba con el desapego de los vínculos familiares."

El mismo Taibo, hace días ganador de un premio Martin Fierro, fue humillado cuando amagó a retirarse del entorno de Warter. "Raúl Taibo —dijo el gurú— se fue quedando y todos sus contratos se fueron diluyendo. En vez de tomar energía y entrar en el mundo para servir, la codicia lo va paralizando".

Conferencia de Carlos Warter

En 1992, la argentina Silvia Elena Botticini, con el patrocinio del doctor Mario Borgnia, inició una demanda contra Warter y seis asistentes para pedir protección de su hija, Juliana Scagliotti, que por entonces tenía 16 años. Su madre fundó el reclamo porque desde que la menor asistía a estos cursos había comenzado a sufrir cambios preocupantes, tales como "negarse a comer, enajenación de la realidad, desinterés por el estudio, distanciamiento de la familia y desobediencia de la autoridad materna". Pero lo que había motivado la denuncia de la señora Botticini fue otra cosa. Juliana padecía un agudo cuadro de anemia aparentemente provocado por un régimen recetado por Warter, quien —para más INRI— había invitado a la joven a participar de los talleres que dictaba en Sedona, EE.UU.

En 1993 dos mujeres uruguayas fueron "seducidas y abandonadas" por Warter, quienes viajaron para recibir "psicoterapia gratis" en Miami, Estados Unidos. Allí descubrieron que, a cambio de las sesiones, debían servir como personal doméstico, "sin sueldo, sin protección social ni documentos". Se escaparon de la casa y pidieron ayuda a sus familias para poder regresar a Uruguay, donde le iniciaron una demanda.

Warter promovía la idea de que Sedona, Arizona, era un destino místico, "solo para elegidos". En los 90, los periodistas que seguíamos las actividades del chileno pensábamos que le interesaba llevar a sus alumnos argentinos a Sedona porque les podía cobrar en dólares y porque la distancia le ahorraba los conflictos e interrupciones que suponían las sospechas, y a veces el acoso, de los familiares preocupados.

La actriz Betiana Blum fue otra de las personas a las que Carlos Warter puso en la disyuntiva "tómalo o déjalo". También en los 90, la actriz abandonó la obra teatral "Nosotras, que nos queremos tanto", por la que iba a ganar 22.000 dólares, para seguir a Warter a los EE.UU. "Mi espíritu vale más que una obra de teatro", contestó la actriz, totalmente encandilada por el gurú.

Su fascinación por Warter ya le había costado su relación con el difunto dramaturgo Oscar Viale. Cuenta la periodista Viviana Gorbato en su libro "La Argentina embrujada" (1996) que su pareja, además de actor guionista teatral, "se había agarrado a trompadas con Warter en la década de los 80, cuando la actriz faltaba a los estrenos para recluirse en largos seminarios en hoteles céntricos".

Warter también fue guía espiritual de Henny Trayles, una de las pocas seguidoras que lo defendieron públicamente porque, aseguraba la gran actriz, él había logrado torcer la decisión de su marido, deprimido y con fantasías suicidas. "Lo están ensuciando", dijo Trayles, "él es un ser superior".

Varios pergaminos que Warter solía ostentar no generan dudas: la Naturaleza bendijo al gurú con un fuerte carisma. Vaya uno a saber cómo logró acceder a una entrevista privada con el Dalai Lama, o arrimarse a Ronald Reagan, Mijail Gorvachov o Shirley MacLaine.

Siempre apuntando bien arriba, hoy no es buscado por una comisaría de mala muerte. Lo pescó por el cuello nada menos que el FBI. A modo de nota color, cuando la policía argentina lo hizo bajar del tejado, Warter cayó como desmayado, lo cual derivó en una internación en un hospital de Buenos Aires. El incidente demoró su reclusión.

A partir de su extradición a los Estados Unidos probablemente salgan más trapitos sucios al sol y comience otra peripecia, tal vez digna de una comedia negra.

Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4