Tu auto es tuyo. Y el código de su software, también

El reconocimiento de excepciones en la ley DMCA, pone coto a las últimas declaraciones de los fabricantes y abre la puerta a desarrollos e investigaciones particulares que ahora tenían muchas papeletas de ser tirados abajo.

Tu auto, es tuyo. Suena a perogrullo, pero desde 1998 en Estados Unidos la cosa no estaba del todo clara. La aprobación en aquél entonces de la Digital Millenium Copyright Act, respondía a la visión de futuro y a la presión que como lobby, ejercía entonces la idustria del automóvil americana. No hay duda de que lo que presentaban como ciencia ficción, tenía fecha de puesta en producción: conducción autónoma, comunicaciones entre vehículos… Y desde el GPS a los sistemas de entretenimiento y seguridad, esta nueva tecnología iba más allá que la patente de piezas mecánicas. Las marcas querían tener control total sobre el auto, y la DMCA ponía la guinda al pastel regulatorio.

La importancia de poder meter mano a las líneas de programación que hacen correr los sistemas electrónicos de un automóvil, tractor, camión o motocicleta, se ha demostrado clave en la investigación llevada a cabo por el fraude en las emisiones del grupo VW. Con tiempo y dinero, un proyecto universitario encontró las líneas de código que falseaban las lecturas. Pero, ¿Y si cualquier trabajo de investigación terminaba vencido en el juzgado, para qué investigar?

A partir de ahora, y hasta que las marcas de automóviles regresen con otra manita de presión al regulador, estas averiguaciones pero también aquellas mejoras que un individuo particular quiera introducir en su auto (piensa en las reprogramaciones de las centralitas de los taxis de flota encaminadas a mejorar el consumo y reucir las prestaciones a posta), son totalmente legales.

Y lo que es más curioso. ¿Sabes dónde se ha conseguido sentar este nuevo precepto? En la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Como lo oyes; la organización de defensa de los derechos a la información Electronic Frontier Foundation, presentó una relación de excepciones justificadas al garante de las leyes del congreso: el bibliotecario. Una figura que no puede tirar leyes para atrás, pero que sí tiene la potestad de añadir excepciones a la norma y obligar a que se cumplan.

¡Que viva la protección contra el propio gobierno!

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