Por qué esta generación de israelíes y palestinos ya no se entenderá

Desde que empezó la operación israelí en Gaza, este ha sido de largo mi tuit con más retuits:

La imagen no fue viral solo en España. El tuit original del periodista danés Allan Sorensen lleva casi 10 mil retuits. Desde Israel, se sorprenden: es algo que ocurre desde hace más de una década y nadie le había prestado tanta atención, dice el periodista Ben Hartman.

Sorensen le contestó que quizá era la calidad de la foto o la sonrisa de la chica en primer plano con las botellas por el suelo. También podría ser la nueva viralidad de las redes sociales. Desde entonces, otros medios han ido a hacer fotos de la colina de Sderot. Hay hasta un sofá:

El periódico danés Kristeligt Dagblad hizo una crónica sobre el lugar, que empezaba así: “En una colina a pocos kilómetros de Gaza, israelíes se sientan con palomitas a ver el bombardeo de Gaza”. Quienes han dicho que era una especie de cine de verano, acertaban.

Desde el extranjero, por las respuestas a mi tuit y otros comentarios, la experiencia suele verse así: los israelíes disfrutan viendo morir a palestinos. Desde Israel, el joven de 22 años Eli Chone en cambio lo ve así: “Estamos aquí para ver cómo Israel destruye a Hamás” y “crea paz”. Esa “paz” se refiere a Israel, no a la región.

En la crónica danesa, una profesora israelí explica el fenómeno con otra teoría: “El público israelí se caracteriza generalmente por una mentalidad de víctima, que tiende a ver la otra parte del conflicto como el mal absoluto. La compasión y comprensión por los palestinos es algo que sobre todo se encuentra en círculos educados de Tel Aviv”. Es probable que ayude que Tel Aviv esté más lejos de los bombardeos asiduos.

En Sderot, de 24 mil habitantes, han caído 8.600 cohetes y morteros desde octubre de 2001. Un residente llama a la población, “la capital mundial del refugio antibombas”.

 [Actualización: en Hebrón también tienen un cine de verano para ver desde Cisjordania cómo vuelan los cohetes de Gaza hacia Israel:]

Ciudadanos de Hebrón miran los cohetes que vuelan de Gaza hacia Israel.
Ciudadanos de Hebrón miran los cohetes que vuelan de Gaza hacia Israel.

 

Los palestinos también celebran sus bombardeos

En este vídeo, unos jóvenes árabes israelíes circulan por Israel durante una alarma antiaérea. Gritan eufóricos por ver a todos los israelíes asustados y parados en el arcén y circular solos. Tiene 20.000 likes en Facebook.

En este otro vídeo unos niños palestinos se alegran de que, aparentemente, Hamás tenga más capacidad de atacar Israel con nuevos cohetes. Cantan Alá es grande.

una publicación de ‎شبكة قدس الإخبارية‎.

De los 10.000 likes, había uno de un joven egipcio que conocí en Cairo, religioso y recién licenciado. Le escribí para que me contara los motivos de su “like”: “Los niños cantan porque hace tres horas la resistencia [Hamás] ha lanzado misiles nuevos y han hecho efectos que nadie imaginaba”.

Le digo que no he visto nada realmente nuevo, y me dice que sí, que ahora los israelíes están más asustados. Me manda esta foto, que para él es motivo de alegría:

Tres israelíes se protegen de un cohete lanzado desde Gaza.
Tres israelíes se protegen de un cohete lanzado desde Gaza.

Luego me manda estas otras dos, que deberían mostrar el nuevo poderío de Hamás:

Mapa palestino con los cohetes que fabrican y sus objetivos principales en Israel.
Mapa palestino con los cohetes que fabrican y sus objetivos principales en Israel.
Hamás expone una de las armas de su arsenal.
Hamás expone una de las armas de su arsenal.

En ambas se ve el gran objetivo de Hamás: el control de toda la tierra que va del Mediterráneo al río Jordán, sin fronteras. En la segunda -que es una imagen vieja- se ve en la pancarta: “De Kiryat a Eilat”, dos ciudades israelíes en los extremos norte y sur del país.

Le insisto al joven egipcio en que en esta operación han muerto más de 160 palestinos y ningún israelí. Me corrige: “Hasta hoy han muerto 4 soldados [israelíes] y un número desconocido de civiles”. Cuando le digo que no es verdad, dice: “Israel nunca declara el número correcto de nada”.

Con estos números falseados, es más fácil tener esperanza: “No creo que Israel sea más poderoso”, me dice. Y sigue: “Podemos decir que tiene más materiales, pero no tiene el coraje de enfrentarse a la resistencia sino a las casas de los civiles”. El joven tiene de hecho más esperanzas esta vez: “Por lo mucho que muestra Hamas con su nueva tecnología”. Está claro que Hamás saca ventaja de la guerra y la batalla de propaganda en el mundo árabe.

Para cerrar le pregunto si cree que Hamás puede ganar la guerra: “Nadie lo sabe”, me dice. Una parte de la confianza de este joven egipcio es que se conforma con poco. Los vídeos de sirenas en Tel Aviv y cohetes interceptados ya son un éxito del que presumir. Como objetivo militar, es vender humo, como dice aquí el investigador de la Century Foundation Michael Hanna: "Los misiles ineficaces y contraproducentes de Hamás dicen mucho de la triste miopía y falsas esperanzas del mundo árabe. ¿Esto es una "victoria"?"

Pero es de hecho algo habitual en el mundo árabe. Dice aquí el periodista Hassan Hassan, del periódico del Golfo The National: “Algunos árabes celebran que los israelíes se asusten en Tel Aviv por los cohetes, aunque la gente muera en Gaza” y “Ya estamos acostumbrados a algo así en Siria. A muchos les gustaría ver un país entero destruido y generaciones perdidas solo para aliviar su ira por ver al enemigo humillado”.

El caso de Siria es especialmente hiriente: "Creo que hay más tuits sobre Gaza en estos dos últimos días que ha habido sobre Siria en los últimos 3 años. #sololodigo", escribe la periodista Jenan Moussa.

En este otro vídeo se ve cómo en Ramala algunos celebran la campaña de Hamás como si hubieran ganado el Mundial. Por el vídeo, sin embargo, no queda claro que la manifestación sea multitudinaria. Sí que es en cambio claramente permitida. En Jordania lo celebran con pastelitos.

una publicación de ‎شبكة قدس الإخبارية‎.

 

El juego va a favor de Israel

Mientras Hamás y algunos palestinos celebran estas victorias menores, en Israel se afianza la idea de que no hay paz posible. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo el sábado: “Creo que el pueblo israelí entiende ahora lo que siempre digo: que nunca puede darse la situación, bajo ningún acuerdo, en que cedamos el control de la seguridad en el territorio al oeste del río Jordán”.

Las fuerzas militares israelíes atacaron en la madrugada del domingo unas instalaciones de lanzamiento de cohetes de largo alcance en Gaza, según informó la cadena de televisión CNN que cita fuentes militares de Israel. EFE
Las fuerzas militares israelíes atacaron en la madrugada del domingo unas instalaciones de lanzamiento de cohetes de largo alcance en Gaza, según informó la cadena de televisión CNN que cita fuentes militares de Israel. EFE

En otras palabras, Hamás y sus cohetes son la excusa perfecta para que la ocupación siga para siempre. Incluso el presidente de la Autoridad Palestina, Mohamed Abás, tiene dudas sobre la estrategia de Hamás:¿Qué pretendes conseguir con los cohetes? Nosotros preferimos luchar con sabiduría y política”.

La historia demuestra que con violencia pura, gana Israel. La estrategia de Hamás puede servirle para mantener su dominio y la remota esperanza de que un día volverán a gobernar toda la tierra. Pero esta generación es difícil que vea nada de eso.

[Te puede interesar: El proceso de paz entre israelíes y palestinos está muerto, enterrado y olvidado]

 

Las encuestas confirman el fracaso de la paz

La presión de Hamás y la ocupación israelí hacen que ambos bandos solo vean al rival como un enemigo al que someter. Un 60 por ciento de palestinos cree que el final del proceso debe ser “reclamar la Palestina histórica desde el río al mar”. O sea, todo.

En Israel es igual, pero con un matiz importante, como cuenta aquí Dahlia Scheindlin. A pesar de que 60 por ciento de israelíes apoyaría “un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí”, los detalles demuestran que no es verdad. Si la pregunta es la siguiente, el rechazo es igual al palestino: “Considere que en el acuerdo, la mayoría de asentamientos se anexionan a Israel, se divide Jerusalén, los refugiados [palestinos] no volverán a Israel y que habrá un pacto de seguridad estricto, ¿lo apoyaría?” Un 58 por ciento diría que no.

Una fuerza israelí de comandos navales atacó la pasada madrugada un recinto en el noreste de la franja Gaza desde el que milicias palestinas disparaban cohetes de largo alcance contra las principales ciudades de Israel, informó hoy el Ejército. EFE
Una fuerza israelí de comandos navales atacó la pasada madrugada un recinto en el noreste de la franja Gaza desde el que milicias palestinas disparaban cohetes de largo alcance contra las principales ciudades de Israel, informó hoy el Ejército. EFE

En un mundo ideal, donde la creación de un Estado palestino no significara nada más que calma, los israelíes aceptarían. Pero cuando las concesiones más comunes se detallan, nada.

Aún hay algo más peligroso para Israel: la percepción de que los árabes pueden ser ciudadanos de segunda y no pasa nada. A la pregunta de “¿si Israel se anexionara territorios, cree que deberían dar todos los derechos a los palestinos, también el derecho a votar en el Parlamento israelí, o derechos parciales?” Un 56 por ciento daría derechos civiles parciales.

 

Las generaciones pasan y no logran nada

Esta es la situación actual. Los palestinos viven con derechos parciales. No parece que vaya a haber cambios. Hay que recordar que no siempre ha sido igual. Un joven de Sderot de 21 años, que vive bajo los cohetes desde niño, recuerda “cómo sus padres, inmigrantes [judíos] de Moldavia y Ucrania, solían ir a Gaza cada fin de semana”. Era otra generación.

Hace unos días hablaba en Barcelona con la periodista israelí Nurit Kedar, que vino a presentar su documental Life Sentences al IEMED. “No hay solución”, me decía. “Los dos bandos quieren toda la tierra”. Kedar es un buen ejemplo del cambio generacional: sus hijos la llamaban con un mote despectivo que significaba “propalestina”. A pesar de que Kedar crea que la única solución es la paz y dos Estados, sus hijos ya no: “Como educadora, fracaso total”.

Pero no solo el tiempo y las generaciones han separado a ambos pueblos en las últimas dos décadas. La violencia es la responsable principal: romper ese ciclo parece imposible.

[Relacionado: Cinco claves de la nueva operación israelí en Gaza]

El conflicto está enquistado, pero no detenido. Los exjefes de los servicios secretos suelen hablar mucho. Kedar me decía que no escuchaba a ninguno: “Deberían haber hablado cuando mandaban; ahora solo hablan para salir en la tele”, dice. En Israel pueden creer lo mismo que ella. Pero prefiero que cada cual juzgue. Esto cree hoy Yuval Diskin, jefe del Shin Bet -inteligencia interior- entre 2005 y 2011:

La tensión creciente y enorme frustración de los palestinos en Cisjordania que sienten que les roban su tierra, que el estado por el que aspiran se les escapa, y que la economía que mejoraba desde 2007 ya no es algo en lo que confiar.

Todas estas cosas llevan hacía un problema que es más severo y peligroso que nada: la sensación creciente entre las masas palestinas de que “no hay futuro, solo pasado”, que el pasado no conlleva nada bueno y que el futuro, sin duda el futuro compartido, ya no existe.

Los cambios sociales profundos ocurren despacio, pero no debemos ignorar las implicaciones de la emergencia de una nueva generación, una generación que ve el fenómeno de la “primavera árabe” en todo Oriente Medio y que se ve atrapado, sin salida. Así cientos de miles de jóvenes palestinos que han crecido bajo ocupación israelí, amargados, frustrados, enfadados y sobre todo sin esperanza, buscan un objetivo al que atacar, y es fácil pensar quién será ese objetivo.

Será, claro, Israel.

Los israelíes responden a este argumento con que los palestinos han tenido oportunidades para elegir. En 2005, por ejemplo, tras la salida de Israel de Gaza y antes del inicio del bloqueo, podían haber empezado un camino en otra dirección, sin violencia, y convertirse en un foco económico regional. Pero ahora ya nada. Nada para ellos, pero tampoco paz para los otros. No en esta generación.

 


Publicado originalmente en World Wide Blog