Los selfies que han consternado a la comunidad judía
Un chico posa en el Memorial del Holocausto en Berlín y luce sus zapatillas New Balance con un hashtag. Otra pareja de adolescentes, frente al campo de concentración de Dachau, en Alemania, presume de sus abrigos comprados en Zara. Muchachas sonrientes, pulgares arriba, gestos seductores, en Auschwitz, en Treblinka, en los sitios donde el nazismo exterminó a millones de personas hace poco más de medio siglo.
Esas imágenes, muchas tomadas por jóvenes judíos durante sus viajes escolares para rendir tributo a las víctimas del Holocausto, han consternado al público en Israel y en otros países con presencia de la diáspora judía. En esa nación del Mediterráneo oriental las opiniones se han dividido entre quienes fustigan el narcisismo desvergonzado de las nuevas generaciones y otras voces que consideran el hecho una expresión lógica de comunicación en esta época.
Cuando las palabras vacían la historia
“De cierta manera no es culpa de estos chicos”, ha dicho a The New Yorker la creadora de la página en Facebook "Con mis mejores amigas en Auschwitz", que presentaba una colección de selfies publicados en Instagram por los jóvenes turistas. La exhibición de esas imágenes, acompañadas por sarcásticos pies de fotos, hizo estallar el debate en Israel.
“Muchos políticos usan cínicamente el Holocausto para hacer avanzar sus propios intereses”, señaló a la revista estadounidense. A su juicio, el tema del exterminio judío ha sido utilizado también por el primer ministro Benjamin Netanyahu como moneda corriente en su retórica nacionalista.
Algunas voces en Israel han cuestionado la intención política de estos periplos escolares por los campos de concentración, que contribuirían a exacerbar la paranoia y el nacionalismo en los jóvenes, en especial en los varones obligados a prestar servicio militar desde los 18 años.
La página en Facebook fue desactivada el miércoles pasado, pero su autora considera que cumplió su objetivo. “Aquellos que no entendieron el mensaje hasta ahora, probablemente nunca lo comprenderán”, dijo a The New Yorker.
La belleza de un pueblo sobreviviente
Sin embargo, no todos comparten la visión apocalíptica de una juventud indiferente a la historia. Sharna Marcus, una profesora que ha organizado viajes de estudiantes estadounidenses a Polonia y Alemania, escribió sobre cómo los maestros deben enseñar a sus alumnos cuál es la conducta correcta en los lugares donde ocurrió el Holocausto.
“Si los adolescentes posan de manera inapropiada para innumerables selfies, tenemos que exigirles, si es necesario, que se comporten con un poco más de decoro”, señaló en la web Jewish Philanthropy. Para Marcus publicar fotos en los medios sociales es simplemente la forma de comunicación de estos muchachos.
“La sonrisa de los adolescentes judíos en Auschwitz, frente al cartel Arbeit Macht Frei (el trabajo libera) irradia cierta belleza. A pesar del empeño de Hitler, el pueblo judío sigue aquí y lo estará por siempre”, aseguró.
El útil tormento de la fotografía
¿Deberían prohibirse las fotografías en esos monumentos que recuerdan el exterminio ejecutado por los nazis? La periodista estadounidense Leah Finnegan cree que no. “Debemos seguir publicando –y compartiendo—imágenes de los lugares donde sucedió el horror hasta que estos sitios inevitablemente se desintegren”, escribió en la web The Awl.
Finnegan recordó una frase de la escritora norteamericana Susan Sontag: “Las narraciones nos hacen comprender. La fotografía hace algo más: nos atormenta”.
Los jóvenes que hoy borran por vergüenza sus festivos selfies en los campos de concentración, los que luego sentirán el reproche de sus conciencias por haber actuado con trivialidad allí donde era precisa la moderación, guardarán esa experiencia en su memoria. Los políticos pasan, los cursos de historia cambian, pero difícilmente la huella de genocidios como el perpetrado por los nazis desaparezca. Cada foto, profunda o superficial –como el espíritu de cualquier adolescente—contribuye a construir esa perpetuidad.