La sequía actual le augura un futuro árido al Caribe

La sequía actual le augura un futuro árido al Caribe

¿Recuerda la foto de la isla paradisíaca en el Caribe? ¿El mar azul turquesa, la arena blanca, las palmeras, la naturaleza que invita a escapar del invierno o del hastío…? A finales de este siglo esa imagen podría convertirse en objeto de museo. Y no se trata de otro pronóstico apocalíptico para atraer la atención: las señales de ese árido porvenir ya son visibles en la región.

La escasez de lluvias se extiende por todo el Arco de las Antillas menores y mayores. En algunos países como Puerto Rico y Santa Lucía los gobiernos han establecido medidas de racionamiento. La situación no oculta una paradoja: territorios rodeados por la mar, cuyas economías dependen en gran medida de esa masa líquida… al borde del abismo por ausencia de precipitaciones.

La temporada seca, que amenaza con mantenerse hasta mediados de 2016, muestra una especie de tráiler del cambio climático. Y la película clasifica en el género de terror. La esterilidad de las nubes golpeará a las economías caribeñas con la fuerza de un huracán, pero sus efectos se harán sentir aún a más largo plazo.

Grietas provocadas por la sequía en el embalse de Carraizo, en Trujillo Alto, Puerto Rico. El fenómeno de El Niño provocó un calentamiento de las aguas tropicales del Océano Pacífico, lo que ha afectado el clima a nivel global, con la peor sequía en cinco años en la región Caribeña. Las autoridades de toda la región se preparaban para un árido verano. (AP Foto/Ricardo Arduengo)

No llueve sobre mojado

La economía de Jamaica perdió alrededor de 1.000 millones de dólares en 2014 a causa de la sequía. La estación seca devastó los cultivos de miles de pequeños agricultores y desató numerosos incendios forestales. La pesadilla podría continuar hasta el año próximo, aunque la isla de habla inglesa no será, a juzgar por los pronósticos del Instituto Caribeño de Meteorología e Hidrología, la más afectada en el área.

Peores presagios oscurecen el horizonte al norte. En Cuba las tres cuartas partes de la isla sufren el déficit de lluvia, que ya ha destruido miles de hectáreas de cultivos y aumentado la mortandad en el ganado. Y si bien la nación de régimen comunista ha construido durante décadas una vasta red de embalses y canales, sus habitantes no escaparán de las consecuencias de un clima menos húmedo.

En el vértice oriental del arco antillano, Puerto Rico ha pedido auxilio a Estados Unidos para aliviar la crisis en la distribución del agua. A mediados de junio más de 200.000 boricuas debían ajustarse al racionamiento en San Juan y otras municipalidades. El servicio local de meteorología anunciaba, para colmo, la sequía más severa de la historia reciente de ese territorio estadounidense.

Los efectos de la sequía en la orilla del embalse de La Plata en Toa Alta, Puerto Rico. Puerto Rico amplió el racionamiento de agua a varias localidades para combatir una sequía que podría alcanzar dimensiones históricas. El fenómeno de El Niño provocó un calentamiento de las aguas tropicales del Océano Pacífico, lo que ha afectado el clima a nivel global, y se espera que la temporada de huracanes, que inició en junio, sea más tranquila de lo normal, lo que provocará menos lluvias en el Caribe, dicen meteorólogos consultados. (AP Foto/Ricardo Arduengo)

Mientras, en Santa Lucía el gobierno declaró el estado de emergencia por la insuficiencia de precipitaciones. Los residentes en esa isla del sureste caribeño no pueden usar agua potable para lavar sus vehículos o regar los jardines.

Economías sedientas

Más del 50 por ciento de la agricultura en el Caribe depende de las lluvias, según el Instituto Caribeño de Investigaciones Agrícolas y Desarrollo. Esto significa que la mayoría de las tierras no cuentan con sistemas de regadío para garantizar una buena cosecha. La sequía marca entonces una clara frontera entre la subsistencia y la precariedad o, en casos extremos, el hambre.

El acceso restringido al agua inquieta también a la industria turística, la principal fuente de ingresos para varios países de la región. Los turistas europeos y norteamericanos no suelen apreciar los llamados de solidaridad de sus anfitriones, cuando se les recomienda, por ejemplo, tomar duchas más cortas.

Las secas orillas del río La Plata en Comercio, en el centro de Puerto Rico. Puerto Rico está entre las islas caribeñas más afectadas por la sequía por ahora, según el Centro Nacional de Mitigación de Sequía de Estados Unidos. (AP Foto/Ricardo Arduengo)
Las secas orillas del río La Plata en Comercio, en el centro de Puerto Rico. Puerto Rico está entre las islas caribeñas más afectadas por la sequía por ahora, según el Centro Nacional de Mitigación de Sequía de Estados Unidos. (AP Foto/Ricardo Arduengo)

En naciones que nunca han disfrutado de abundantes recursos hídricos, la desalinización contribuye desde principios del siglo XX al abastecimiento de agua. El Caribe purifica unos 782.000 metros cúbicos diariamente (el equivalente a 313 piscinas olímpicas), de acuerdo con datos de la Asociación Caribeña de Desalinización (CaribDA). Sin embargo, el proceso demanda grandes cantidades de energía, que no todos los pequeños estados antillanos pueden costear.

Los meteorólogos señalan al fenómeno El Niño Oscilación del Sur (ENOS) como el causante de la sequía actual. Ese calentamiento del océano Pacífico en torno al ecuador repercute en otras partes del planeta.

Cuando la influencia del Niño se atenúe, las lluvias no volverán a los mismos niveles de antaño. El cambio climático hará más frecuentes las sequías en el Caribe hacia finales de este siglo. Ese hecho, sumado al incremento del nivel del mar, amenaza seriamente las frágiles economías de la región.