El enigmático retrato de un africano renacentista

Entre los numerosos tesoros artísticos que abarrotan las salas del Rijksmuseum de Ámsterdam se encuentran varias pinturas del artista holandés Jan Mostaert, a quien ya tuvimos ocasión de conocer cuando hablamos de una de sus obras sobre la conquista de América. Hay una de ellas, sin embargo, que sigue cautivando a los investigadores y atrapa la mirada de los visitantes.

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Aunque la obra en cuestión –conocida como 'Retrato de un africano'– es un pequeño y modesto óleo sobre tabla de apenas 30 por 20 centímetros, el magnífico retrato plasmado en su superficie, en el que se observa a un joven de raza negra, constituye todo un misterio para los historiadores.

El hombre, de porte y mirada orgullosa, lleva barba y está ataviado con caros ropajes, incluyendo un gorro con una insignia que parece incluir una imagen de la Virgen de Halle (actual Bélgica). Su mano derecha se apoya en una espada de empuñadura ricamente decorada y además lleva también una bolsa de finos bordados. Todo el conjunto nos indica que se trata de un personaje de importante condición. ¿Pero quién es?

Hasta la fecha, los investigadores no han sido capaces de responder a esta pregunta. Se sabe que en las fechas en las que Mostaert realizó esta obra (en torno a 1520 o 1530), el artista trabajaba como pintor de corte de Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos en dos ocasiones y tía por parte paterna del emperador Carlos V (a la sazón rey de España).

Mostaert –nacido él mismo en una familia noble– solía acompañar a la Habsburgo en sus viajes por Europa, y retrató a numerosos personajes de su corte y de otras que visitaban cuando salían de los Países Bajos. Con estos datos, los estudiosos han sugerido que el enigmático personaje podría haber sido miembro de la corte de Margarita, o quizá de la de su sobrino, el emperador.

En los siglos XV y XVI no era extraño encontrar en Europa esclavos de origen africano pero, aunque hoy pueda sorprendernos, éstos no solían serlo de por vida. A menudo, cuando fallecían sus “amos”, estos esclavos podían quedar en libertad, o en ocasiones eran liberados gracias a las clausulas incluidas por sus antiguos propietarios en sus testamentos.

Con el tiempo, los descendientes de algunos de estos esclavos liberados llegaron a prosperar y ocupar cargos de cierta importancia en los países europeos. Sin embargo, parece poco probable que este sea el caso del joven retratado por Mostaert, pues aparenta desempeñar un puesto importante en la corte, cosa más difícil de lograr, sobre todo en fecha tan temprana.

Pero, si no es el próspero descendiente de un antiguo esclavo manumitido, ¿de quién se trata? Algunos autores creen tener una posible explicación. A finales del siglo XV, los grandes descubrimientos marítimos de la Corona portuguesa dieron lugar al conocimiento el reino del Congo.

Tras el contacto entre ambos países, los monarcas congoleños no tardaron en abrazar el cristianismo y, casi de forma inmediata, algunos nobles bakongo comenzaron a viajar a Portugal. El rey Nzinga Mbemba –más conocido como Afonso I del Congo–, por ejemplo, no dudó en enviar a su hijo Henrique y a otros jóvenes nobles para que se formaran en las universidades portuguesas.

De este modo, en 1518 el joven Henrique se convertía, con beneplácito del Papa, en el primer obispo africano de la Iglesia Católica, ocupando la sede episcopal de Útica, en el norte de África. Otros jóvenes bakongo, al igual que él, acabaron ocupando cargos importantes en algunas cortes europeas.

No sabemos si el joven de raza negra retratado por Mostaert fue uno de ellos, pero teniendo en cuenta las fechas y las estrechas relaciones de Margarita de Austria con Portugal –era tía también de Leonor y Catalina de Austria, que llegaron a ser reinas consortes del país luso–, no parece una hipótesis descabellada. Habrá que esperar, en cualquier caso, a que futuros descubrimientos consigan resolver el enigma.

Fuente: Yahoo! España
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