Giulia de Médici, una aristócrata mestiza en pleno Renacimiento

Cuando el ‘Retrato de Maria Salviati’ (1537) llegó al The Walters Art Museum de Baltimore en el año 1902, el delicado lienzo, obra de Pontormo, únicamente mostraba en su superficie la figura de una dama del Renacimiento, la citada Salviati, esposa de Juan de Médici y madre de Cosme I.

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Sin embargo, ya desde el primer momento los expertos notaron que la pintura tenía algo extraño, pues las manos de la noble dama mostraban un gesto y una posición un tanto extrañas, generando una composición un tanto singular.

Algunas décadas después, en el año 1937, el “misterio” se resolvió. En aquellas fechas se procedió a realizar una restauración de la pintura, y durante las labores de conservación los expertos descubrieron que la parte inferior del lienzo había sido repintada.

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Cuando retiraron aquella capa de pintura, los restauradores descubrieron con asombro la pequeña figura de lo que parecía ser un niño. Puesto que la retratada era Maria Salviati, los estudiosos pensaron que el niño que aparecía junto a ella, cogiéndole tiernamente una mano, no era otro que su hijo Cosme.

Sin embargo, aquella hipótesis no tardó en caer por sí sola, ya que un rápido vistazo a la pintura permite comprobar que la figura representada es en realidad una niña, que además posee unos rasgos que delatan su origen mestizo.

Con estos datos, los investigadores no tardaron en identificar a la, en principio, misteriosa niña: se trata de Giulia de Médici, hija del duque Alessandro de Médici y su amante, la marquesa Taddea Malaspina.

Durante mucho tiempo se consideró al duque como hijo de Lorenzo II de Médici. De hecho, así fue como se le reconoció oficialmente. Sin embargo, en los últimos años los historiadores creen mucho más probable que Alessandro, a quien se le conocía también con el apodo de “el Moro”, debido a sus exóticos rasgos, fuese en realidad hijo del cardenal Giulio de Médici –quien con el tiempo se convertiría en el papa Clemente VII– y una sirvienta africana llamada Simonetta da Collevecchio.

Por esta razón, los estudiosos consideran actualmente que la imagen de Giulia en la pintura de Pontormo constituye el primer retrato formal de una niña de origen africano en el arte europeo.

Pero, ¿por qué aparecía Giulia retratada junto a Maria Salviati? Cuando la pequeña contaba con solo tres años de edad, su padre fue asesinado por Lorenzino de Médici, otro miembro del clan, y tanto ella como su hermano Giulio acabaron bajo la protección del nuevo duque, su primo Cosme I. Fue así como la madre de éste, Maria Salviati, quedó encargada del cuidado y educación de la pequeña Giulia.

La hermosa mestiza no tardó en destacar entre la aristocracia de su época, integrándose en la corte del mismo modo que las hijas de Cosme I. Cuando la joven Giulia cumplió quince años el duque acordó su matrimonio con Francesco Cantelmo, duque de Popoli y conde de Alvito, aportando una generosa dote.

Cantelmo falleció cinco años más tarde, y tras unos años soltera, la hermosa Giulia volvió a casarse en 1559, en este caso con Bernardetto de Médici, primo del duque. Su nuevo marido adquirió el feudo de Ottaviano en Nápoles, donde se establecieron y tuvieron a su hijo Alessandro, llamado así en recuerdo de su abuelo.

Pese a su condición de mestiza, Giulia nunca tuvo problemas en la corte, más bien al contrario. Aunque su abuela paterna había sido una esclava de origen africano, su padre se convertido en el mismísimo duque de la Toscana y su madre, hermana de una marquesa, estaba emparentada con el papa Inocencio VIII.

El de la hermosa Giulia no fue el único caso de personas de origen africano que ocuparon puestos de mayor o meno relevancia en las cortes europeas de la época. De hecho, ese es precisamente el tema central de una exposición organizada por el museo The Walters y la Universidad de Princeton que, hasta el 9 de junio y bajo el título ‘Revelando la presencia africana en la Europa renacentista’, reúne más de medio centenar de obras maestras relacionadas con la cuestión.


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Fuente: Yahoo! España
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