Aviones resucitan la “guerra del fútbol”

Los A37 combatieron por primera vez en la Guerra de Vietnam (U.S. Air Force)
Los A37 combatieron por primera vez en la Guerra de Vietnam (U.S. Air Force)

Parece una noticia de ciencia ficción, pero ha ocurrido antes y podría volver a suceder. La compra de aeronaves de guerra por varios países de Centroamérica ha reavivado los temores sobre un estallido bélico en la región. El control del Golfo de Fonseca, que comparten Nicaragua, Honduras y El Salvador, sería el motivo más probable del conflicto.

En términos financieros y militares, la “carrera armamentista” centroamericana recuerda una competencia de atletas aficionados. A fin de cuentas se trata de unos pocos cazas obsoletos y ejércitos diminutos, cuyo presupuesto conjunto no rebasa los 10.000 millones de dólares. Sin embargo, las recientes querellas territoriales justifican la inquietud.

Se estima que Honduras cuenta con una flotilla de ocho cazas F-5 (U.S. Air Force)
Se estima que Honduras cuenta con una flotilla de ocho cazas F-5 (U.S. Air Force)

Una carrera por el aire

Todo el revuelo comenzó con el anuncio de San Salvador de que compraría a Chile 10 aviones A37 Dragonfly, fabricados en los años 60. El ministro de Defensa salvadoreño, David Munguía, explicó que esa adquisición respondía a las amenazas de Honduras en torno a la Isla Conejo, en el Golfo de Fonseca.

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"La Fuerza Aérea de Honduras tiene la capacidad de incursionar en El Salvador y en 40 minutos destruirnos presas, objetivos estratégicos y atrasar el desarrollo 20 años del país", aseguró el funcionario.

A pesar de estas declaraciones sobre las tensiones militares con el vecino, el comandante de la Fuerza Aérea Hondureña, Miguel Palacios, restó importancia al refuerzo de la flota salvadoreña. "Eso no representa ninguna amenaza porque no estamos en un plan de guerra", aseguró el general, quien calificó de ridícula la idea de una guerra entre ambas naciones.

No obstante, la canciller hondureña, Mireya Agüero, ha cuestionado los “movimientos armamentistas" de El Salvador, que podrían generar un escenario bélico en el Golfo de Fonseca. El presidente Porfirio Lobo también ha prometido elevar su preocupación a las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA).

¿Por qué una decena de viejos aviones ha provocado tanto revuelo? La prensa local repite el término “equilibrio militar regional”. En la práctica esto se traduce en un balance de fuerzas heredado de los años de la Guerra Fría, cuando las contiendas civiles conmovieron a varios países del área.

Traducido en números: Honduras posee una flota de cazas supersónicos estadounidenses F-5, lo cual en teoría le confiere la “supremacía aérea” en Centroamérica. Pero este dominio de los cielos podría cambiar, pues los vecinos han empezado a mejorar sus fuerzas. Además de los A37 comprados por El Salvador, Guatemala recibirá seis aviones brasileños Súper Tucano, mientras Nicaragua ha expresado su interés en adquirir seis Mig-29 rusos, con una capacidad hasta ahora desconocida en la región. Panamá y Costa Rica no disponen de fuerzas armadas.

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Por otra parte, Estados Unidos ha incrementado notablemente su apoyo militar a la región bajo la administración Obama, con el fin de combatir el narcotráfico. Y Rusia ha regresado con ayuda directa al gobierno de Nicaragua, al que ha suministrado más de 26,5 millones de dólares. Moscú y Managua fueron aliados durante los años 80, cuando el sandinismo combatía a los contras.

El control de la pesca en el Golfo de Fonseca ha generado tensiones (Wikimedia Commons)
El control de la pesca en el Golfo de Fonseca ha generado tensiones (Wikimedia Commons)

Conejo, la isla de la disputa

El detonante de una guerra entre El Salvador y Honduras sería la soberanía sobre la Isla Conejo, una franja de tierra de 0,5 kilómetros cuadrados situada a menos de un kilómetro de la costa hondureña, en el Golfo de Fonseca.

Los salvadoreños aseguran que el islote les pertenece y atribuyen la presencia militar hondureña a un acuerdo no escrito entre ambos ejércitos, en tiempos de la guerra civil. San Salvador también señala que el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) sobre la delimitación de las aguas en el Golfo de Fonseca no incluyó a Conejo.

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Los hondureños consideran la decisión de la CIJ en 1992 como aval suficiente para mantener el control de la isla. Tegucigalpa se niega a renegociar las fronteras en el Golfo de Fonseca y el presidente Lobo ha amenazado con usar los cazas F-5 si algún país amenaza su acceso al Pacífico.

En diciembre de 2012 los presidentes Daniel Ortega, Porfirio Lobo y Mauricio Funes acordaron en Managua mantener el Golfo de Fonseca “como una zona de paz, desarrollo sostenible y seguridad”. No obstante, algunos observadores recuerdan la llamada “guerra del fútbol”, como un antecedente de las actuales discrepancias fronterizas.

La “guerra del fútbol”

Entre el 14 y el 20 de julio de 1969 Honduras y El Salvador se enfrentaron en la “guerra de las 100 horas” o “guerra del fútbol”. Pese a la ligereza del nombre con que trascendió en la historia, esa contienda dejó entre 2.000 y 6.000 muertos (en dependencia de la fuente) y unos 15.000 heridos.

Las causas de aquel conflicto podrían ayudar a comprender los peores escenarios del diferendo en torno a la Isla Conejo y la carrera armamentista en Centroamérica. En 1969 el régimen castrense de San Salvador respondió con una invasión militar al éxodo de campesinos salvadoreños, expulsados de Honduras por una reforma agraria en curso. El ejército hondureño colapsó en pocas horas y solo la rápida intervención de la OEA impidió la ocupación de Tegucigalpa.

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Ambos gobiernos habían atizado el nacionalismo de sus ciudadanos, que alcanzó su cénit durante los partidos entre los respectivos equipos de fútbol para clasificarse a la Copa Mundial de México 1970.

La avidez por los recursos del Golfo de Fonseca y la importancia estratégica de este acceso al Pacífico, mezcladas con la retórica nacionalista tan cara a los políticos, podrían engendrar un incidente armado y encender la chispa de la guerra. Aunque parezca improbable o absurdo, las condiciones existen; las vías para evitar un desenlace violento, también.