Bienvenidos a bordo: Hernán Drago le quiso dar su móvil a una concursante y lo trataron de desesperado

Entre nervioso y pendenciero, Guido Kaczka amonestó al aire a su amigo Hernán Drago: "Pero pará, deseseperado, ¿qué le pasa a Drago con los masajes?". Su interlocutor, con cara de poker, se quiso justificar, en un momento de Bienvenidos a bordo que nace a partir de una palabra y genera un ida y vuelta irrepetible.

La historia había empezado minutos antes con la llegada de Juliana, para intentar sacar el lingote plateado. La chica confesó que su actual trabajo de chofer fue consecuencia de la pandemia: "Hace cuatro meses que estoy con esto, porque yo en realidad soy masoterapeuta".

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La ya habitual asociación libre del conductor lo llevó a una extensa disquisición sobre gustos a la hora del relax: "A mí me gustan en todos lados menos en los pies. Es como que me impresiona. A mí dame espalda. ¿Vos te hacés masajes, Drago?", dándole el pie a su compañero con el que ya juega de memoria.

Hernán le respondió enseguida: "Mínimo dos veces al mes. Acá, en la cabeza, en los pies a cuatro manos, de solo pensarlo ya me da escalofríos", dijo con gesto de placer. Y fue por más: "Ya me dieron ganas, le quiero pedir un turno cuando se pueda. Para coordinar anotá mi teléfono: 11-50.", cuando el conductor lo interrumpió para desilusión de todos los que estaban con papel y lápiz en mano.

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Juliana sonreía cómplice, mientras Guido intentaba convencerla de que no le convenía: "Mirá que debe tener unos nudos feos, no debe ser agradable para hacerle, es nervioso, y el típico que te va guiando. Odio el cliente que te dice qué hacer". Quedó claro que, para ella, nada de eso sería un problema.