¿Está bien pegar a una mujer? Para millones de personas sí y es un horror

¿Está bien pegar a una mujer? Esta pregunta no debería tener sentido en ningún país del mundo. Desde luego, para el que escribe estas líneas, la respuesta es un no rotundo. La igualdad de género es un derecho fundamental y es imprescindible para lograr sociedades pacíficas que se desarrollen de forma sostenible. La violencia de género es un delito en numerosas naciones.

Desgraciadamente, esta visión, defendida por la ONU y refrendada en muchos lugares del globo, no es universal. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha publicado su Índice de Normas Sociales de Género (GSNI por sus siglas en inglés) y sus resultados son escalofriantes, mostrando que los avances feministas de los últimos años no se han traducido en una mejora de las condiciones de las mujeres en la mayoría de sociedades.

Protesta en Madrid a favor de la igualdad de género. Pegar a una mujer es normal en muchas sociedades. (Photo By Ricardo Rubio/Europa Press via Getty Images)
Protesta en Madrid a favor de la igualdad de género. Pegar a una mujer es normal en muchas sociedades. (Photo By Ricardo Rubio/Europa Press via Getty Images)

Una de las principales conclusiones de esta gran encuesta mundial realizada en 80 países es que un 25% creen que está justificado que un hombre pegue a su esposa. Un dato escalofriante que refleja claramente el larguísimo camino que queda por delante y lo poco que se ha avanzado. Ese 25% muestra que hay millones y millones de personas en el mundo que a la pregunta que encabezaba este texto responderían con un sí. Son datos recopilados entre 2017 y 2022.

Un periodo de tiempo en el que se han vivido acontecimientos tan importantes como el Me Too, un movimiento de denuncia contra las agresiones sexuales. Pese a que su epicentro fue Estados Unidos, tuvo influencia global. Sin embargo, este sondeo demuestra que la repercusión de este tipo de fenómenos no es tanta y que para cambiar la mentalidad de una sociedad hacen falta varias generaciones.

De hecho, la principal conclusión del informe es la escasez de avances que se han producido en este periodo respecto al periodo anterior (2005 a 2014). Entonces, nueve de cada diez personas de todos los géneros tenían prejuicios contra las mujeres, lo que dificultaba sus posibilidades en política, negocios o trabajo.

Varios años después, los resultados son idénticos. Ese 90% se mantiene estable, reflejando a la perfección que los avances por los derechos de la mujer han sido como gotas en el océano. Todo un shock para los investigadores de Naciones Unidas, que esperaban unos resultados más positivos. Y es que parecía difícil igualar o empeorar un dato tan malo. Pero así ha ocurrido.

Ni una menos, el lema viral en numerosos países contra la violencia de género. (Photo by TOMAS CUESTA/AFP via Getty Images)
Ni una menos, el lema viral en numerosos países contra la violencia de género. (Photo by TOMAS CUESTA/AFP via Getty Images)

Además, el 50% de los encuestados considera que los hombres son mejores políticos y el 40% considera que son mejores ejecutivos de negocios. Curiosamente, las mujeres están más capacitadas que nunca, pero hay una brecha salarial de hasta un 39% con los hombres. Ocurre incluso en los 59 países en los que las mujeres tienen mayor educación que los hombres.

El techo de cristal

Lo normal es que las mujeres estén subrepresentadas en los cargos de liderazgo. En promedio, su proporción como jefas de estado o de Gobierno se ha mantenido en alrededor del 10% desde 1995, mientras que ocupan menos de un tercio de los puestos de mando.

¿Cómo se cambia esta situación? Los Gobiernos tienen un papel crucial, tal y como se ha demostrado con medidas como la adopción de políticas de bajas por paternidad, que cambian la perspectiva sobre las responsabilidades en el hogar, o las reformas en el mercado laboral, que fomentan la participación de las mujeres en él.

Naciones Unidas recomienda invertir en leyes y medidas políticas que promuevan la igualdad de las mujeres en la participación política, ampliar los mecanismos y alentar intervenciones innovadoras. Una actitud coordinada en la que la pregunta que abre este artículo deje de tener sentido en todo el planeta.

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