De la belleza del rugby de Pumas 7s a cambios de reglas que “matan el juego”
La belleza del rugby se puede apreciar al ver, por ejemplo, cómo juega el seleccionado argentino de seven. Control y amor por la pelota, destrezas para todos los gustos, tackle contundente, compromiso, pasión, inteligencia, mentalidad, sentido de pertenencia. Éstos son algunos de los atributos más destacados de un proceso que lleva años, que va nutriéndose de jugadores en cada temporada y que tiene como conductor general a Santiago Gómez Cora, una mente brillante del deporte. Los Pumas 7s son un lujo para el deporte argentino. Una prueba más la dieron al ganarle a Nueva Zelanda en su propio país una final del Circuito Mundial.
La belleza del rugby, en cambio, se desdibuja cuando las reglas van cambiando como si se las tirase desde un salero. El año empezó con nuevas normas dictadas por World Rugby que modificarán sustancialmente el juego, sobre todo en su velocidad. Antes de terminar enero, la inglesa Rugby Football Union (RFU), la entidad más antigua de este deporte, fue más allá: decretó que a partir del próximo 1º de junio quedará reducida hasta la cintura la altura del tackle en todas las edades y en todos los clubes, colegios, universidades y hasta la tercera categoría. Es la variante reglamentaria más drástica de los últimos años.
La medida, que contó con el apoyo de World Rugby, apunta a reducir los riesgos de los golpes en la cabeza, un problema que en los recientes años ha puesto al rugby en el ojo de la tormenta, especialmente a raíz de los juicios que llevan adelante unos 200 ex jugadores que sufren daños cerebrales irreversibles, producto de conmociones. Sin embargo, la decisión de la RFU generó un inmediato y amplio rechazo desde todos los sectores involucrados en el juego. Incluso, en menos de un día fueron reunidas más de 20.000 firmas para que la unión inglesa diera marcha atrás con su resolución.
Tanto es el barullo que hasta entró en discusión cómo se define al rugby. Así como siempre se lo reconoció como un deporte de contacto, ahora RFU recuerda que es un deporte de evasión. “Bajar la altura del tackle y alentar al tackleador a doblarse más por la cintura, minimizará el riesgo de que esto ocurra, mientras se mantiene el tackle como parte integral del juego”, indica el comunicado de la unión. Jugadores internacionales en actividad y otros retirados argumentaron con imágenes que esta medida es más peligrosa aun que la actual, por la que el tackle está permitido hasta por debajo de la altura de los hombros. En la red social Instagram, el ex Puma Gonzalo Tiesi resultó contundente: “Matan al juego”.
Los ingleses no sólo se adjudican haber inventado el rugby, sino también ser los que lo reglamentaron por primera vez. RFU es la entidad que más jugadores registra en el mundo. Y el presidente de World Rugby es inglés, Bill Beaumont. Todo esto brinda un contexto especial a la medida, que además marca un precedente, ya que en Inglaterra habrá a partir de junio un reglamento para profesionales y otro para amateurs.
Esto último es cada tanto motivo de debate en el rugby argentino. Hay quienes sostienen que aquí hay que jugar con reglas distintas a las que son usadas en el profesionalismo, y existen los que creen lo contrario.
Lo cierto es que un deporte que no tiene reglas claras, que continuamente genera modificaciones, produce dificultades para quienes lo protagonizan (jugadores y referís) y para quienes están alrededor. También atenta contra la difusión. Y en este caso, quizá como en ningún otro, provocó un fuerte rechazo antes que una amplia aprobación. Mientras 2023 se presentaba para el rugby como un año fundamental, por la Copa del Mundo y por los festejos por los 200 años de su creación, estas polémicas en los primeros días del año abren otra puerta, la del reglamento, que parece lejos de cerrarse.