Barrio bravo se llena de fieles de la Santa Muerte

Juan Carlos Cortés

CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 2 (EL UNIVERSAL).- Es el barrio bravo de Tepito, en el centro de la Ciudad de México. Aquí, el día primero de cada mes se rinde culto a la Santa Muerte; sin embargo, el 1 de noviembre es diferente, ya que se conjuga con la celebración del Día de Muertos en todo el país.

En la calle de Alfarería, en la colonia Morelos, el altar de la Santa Muerte luce pletórico, la Niña Blanca, como también le dicen los creyentes, luce un vestido puro reluciente y un florido altar. A su alrededor, el ambiente es festivo: con música de mariachi y banda, cientos de creyentes buscan acercarse al pequeño altar que, con un arco de flores, recibe a los cientos de visitantes.

La mayoría de los creyentes, con réplicas de la Santa Muerte de todos tipos, esperan horas para poder pasar y ofrendar rosas, arreglos florales, dulces, cigarros o alcohol.

Enriqueta Romero apresura a los visitantes, recibe las ofendas y las acomoda a los pies de la Santa Muerte. Todo es muy de prisa ante la afluencia de los cientos de devotos.

Ella comenta a EL UNIVERSAL que puso el altar hace 21 años, pues desde hace 50 años ya era devota. Visiblemente cansada, no deja de recibir y apresurar a los visitantes que desde el 30 de octubre comenzaron a llegar a su hogar.

“Toda esta gente viene por su fe, para mí es sólo eso, fe. Yo la amo [a la Santa Muerte], por eso no tengo problema, es mi trabajo y lo hago con gusto”, explica.

En la calle se percibe un olor a marihuana, pues muchos de los creyentes de la Santa Muerte la fuman o humean las imágenes con ella.

¡Enséñale cómo te levantas de la caída, carnal, ya casi estás adentro!, ¡Échale, Búfalo; échale, Búfalo!, gritan acompañantes de creyentes que, arrodillados y con imágenes de su patrona, recorren la fila para llegar al altar. Otros rocían whisky, mezcal o tequila a las imágenes; lo hacen con gusto, sin reparo a la bebida, mientras mencionan a modo de saludo: “Que la flaquita te cuide y te proteja carnal”.

En la fila, que con el pasar de las horas parece interminable, familias, jóvenes, adultos mayores, niños y hasta recién nacidos esperan poder pasar unos segundos a visitar a la llamada Niña Blanca. Así, el culto a la Santa Muerte se entrelaza con el Día de Muertos, creando un mosaico de tradiciones mexicanas que dan vida al mítico barrio de Tepito.