Barcelona entra en emergencia por la sequía e impone fuertes restricciones para el uso del agua

La reserva de Sau, en la provincia de Girona, en Cataluña, sufre el impacto de la sequía. (LLUIS GENE / AFP)
La reserva de Sau, en la provincia de Girona, en Cataluña, sufre el impacto de la sequía. (LLUIS GENE / AFP) - Créditos: @LLUIS GENE

BARCELONA.- El gobierno regional catalán declaró este jueves la fase de emergencia en Barcelona y su área metropolitana por la sequía histórica que padece gran parte de esta región del nordeste español, que dejó sus reservas de agua en niveles críticos.

Esta decisión, anunciada por el presidente del gobierno regional catalán, Pere Aragonès, implicará nuevas restricciones a partir del viernes para unos seis millones de personas, especialmente para los usos relacionados con la agricultura, la ganadería y la industria.

Un residente con bidones de agua en Gualba, 50 km al noroeste de Barcelona. (AP /Emilio Morenatti)
Un residente con bidones de agua en Gualba, 50 km al noroeste de Barcelona. (AP /Emilio Morenatti) - Créditos: @Emilio Morenatti

“Cataluña está padeciendo la peor sequía de último siglo”, indicó Aragonès en una conferencia de prensa en Barcelona. “Desde que se tienen registros en el ámbito pluviométrico no habíamos afrontado nunca una sequía tan larga y de tanta intensidad”, agregó.

Después de más de tres años con precipitaciones por debajo de lo habitual, las autoridades locales habían anunciado que se declararía la emergencia en su zona más poblada cuando el nivel de los embalses, que acumulan agua para su uso en los meses más secos, bajara del 16%, algo que sucedió en los últimos días.

Los embalses se sitúan hoy al 15,8% y la falta de previsiones de lluvias a medio plazo han atrapado a la comunidad en el largo túnel sin final a la vista y con consecuencias económicas y políticas todavía inciertas.

Reducción

La entrada en la primera etapa de la fase de emergencia, de las tres previstas, implicará un aumento de las restricciones especialmente para el riego agrícola, que deberá restringirse en un 80% (hasta ahora la reducción era del 40%), mientras que los usos ganaderos deberán recortarse en un 50% (frente al 30% anterior) y los industriales en un 25% (previamente del 15%).

La reserva de Sau, en la provincia de Girona, con un bajo nivel de agua. (LLUIS GENE / AFP)
La reserva de Sau, en la provincia de Girona, con un bajo nivel de agua. (LLUIS GENE / AFP) - Créditos: @LLUIS GENE

También se bajará el umbral de consumo permitido en los 202 municipios afectados, la mayoría en la provincia de Barcelona y el sur de Girona. Las localidades que lo superen podrán registrar bajadas en la presión del agua y sanciones.

En esta fase se prohíbe igualmente el riego, excepto en caso de supervivencia para los árboles y jardines públicos y siempre con agua no potable, y se debe limitar al máximo las duchas en instalaciones deportivas. Asimismo, se prohíbe el rellenado de piletas, menos en los equipamientos deportivos públicos con medidas de ahorro, una medida importante en esta región de fuerte actividad turística.

Los hogares, las actividades económicas y comerciales no podrán exceder los 200 litros de agua diarios y se prohíbe la limpieza de vehículos fuera de los establecimientos comerciales que cuentan con sistemas de recirculación de agua.

Si las reservas siguen bajando, se avanzará a las siguientes fases, que implican restricciones aún más severas en el umbral de consumo, así como el cierre total de duchas en los gimnasios o la prohibición de regar campos de césped, incluso federados.

Pese a que el gobierno regional trató de alargar al máximo la entrada en emergencia, que afectará a la gran mayoría de los ocho millones de habitantes de esta región que es uno de los motores económicos de España, las altas temperaturas de los últimos días forzaron a convocar una reunión extraordinaria para este jueves.

También Andalucía

Los periodos sin lluvia no son atípicos en esta zona del mediterráneo español, que en 2008 ya padeció la que hasta ahora se consideraba su sequía más larga, de 18 meses, según las autoridades. La actual acumula ya más del doble.

“Se está alargando mucho. Si ahora se alarga otro año más, la situación será dramática”, comentó el profesor Xavier Sánchez Vila, director del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).

A pesar de que la región tiene ya plantas de desalinización de agua del mar y otros recursos para la potabilización y la regeneración -que suponen un porcentaje cada vez mayor de sus usos- la gravedad de la situación ha hecho que las autoridades no descarten traer a Barcelona barcos cargados de agua en los próximos meses.

La intensa sequía que afecta a Cataluña también se extiende, sin embargo, a otras regiones españolas como Andalucía, en el sur de España.

El presidente regional, Juan Manuel Moreno, ya advirtió que, si sigue sin caer agua, habrá restricciones en verano en ciudades como Málaga o Sevilla y la administración local tampoco descarta recurrir a la llegada de barcos cisterna.

Nerja, un municipio de la provincia de Málaga, en el sur de España
Nerja, un municipio de la provincia de Málaga, en el sur de España - Créditos: @Connie Llompart Laigle

Para hacer frente a los efectos de la sequía, que llevaron a los agricultores andaluces a manifestarse este jueves en Sevilla, Moreno viajó este jueves a Bruselas para pedirle a la Unión Europa que active su fondo de solidaridad.

País europeo en primera línea frente al cambio climático, España ve cómo se multiplican desde hace años los fenómenos meteorológicos extremos, especialmente las olas de calor, cuya frecuencia se triplicó en diez años.

“Situación crítica”

Con bidones de plástico en la mano, Joan Torrent se adentra por una senda entre los árboles en busca de agua potable. Llena las botellas de ocho litros en un manantial y después las carga de vuelta a su casa en Gualba, un pintoresco pueblo cerca de Barcelona, que como muchas poblaciones españolas sufre la peor parte de una sequía récord.

Para Torrent, hacer ese recorrido a por agua varias veces a la semana es un inconveniente menor, pero uno que podría hacerse más habitual conforme España y el resto del Mediterráneo se adaptan al cambio climático.

“Gualba estaba llena, llena, llena de fuentes. Ahora me parece que queda esta y poco más”, dijo Torrent, jubilado de 64 años mientras hacía uno de sus viaje a la fuente conectada al manantial. “Yo veo que no tenemos conciencia de lo que nos está viniendo encima en general. no tenemos conciencia (...) Desde mi punto de vista, creo que falta más concienciación de la gente de que de que falta agua”.

“Por la tradición de agua en Gualba, nadie habría pensado que llegaríamos a situación tan crítica”, explicó Jordi Esmaindia, vicealcalde de Gualba.

Agencia AFP