Barbie, su casa y el sueño americano

Contra todo pronóstico, Barbara Millicent Roberts compró su primera casa en 1962. En ese entonces, a las mujeres les rechazaban sus solicitudes de hipoteca por ser mujeres o por su estado civil, pero eso no la detuvo.

Era una casa modesta: una casa abierta de un solo piso con paredes amarillas hecha de cartón. Para Roberts —mejor conocida como Barbie— era como un sueño y pronto se convirtió en una moda a nivel nacional. En la actualidad, de acuerdo con Mattel, la fábrica de juguetes que creó esa icónica muñeca, cada dos minutos se vende una Casa de los Sueños de Barbie.

El cuerpo, los empleos, el estilo de vida y la casa de Barbie —un monumento a la decadencia y el deseo de color rosa muy vivo, ahora con piscina, tobogán y elevador— han sido características diseñadas para que niñas (y adultas) las anhelen para ellas mismas. Barbie ha sido el ideal platónico de lo que una mujer joven podría y debía ser.

“Todas las niñitas necesitaban una muñeca con la cual proyectarse en un sueño de su futuro”, le dijo a The New York Times en 1977 Ruth Handler, la inventora de Barbie. A su muñeca le puso el nombre de su hija. (Ken tiene el nombre del hijo de Handler).

Incluso esta casa de muñecas en sí es un símbolo del estatus de sus propietarios: su precio de venta es de 199,99 dólares y el comprador debe tener una casa lo suficientemente grande como para guardar una estructura de casi 1,20 metros de altura.

Con el fin de llevar el mundo de la muñeca a la cinematografía para la esperada película de Hollywood “Barbie”, se levantaron cuatro Casas de los Sueños de tamaño real en los estudios del Reino Unido, lo cual originó un desabasto de pintura rosa.

Desde el principio, gran parte de la existencia de Barbie —sus proporciones físicas poco realistas, la falta de diversidad racial, el refuerzo de las funciones de género del juguete— ha sido debatida tanto en broma como en serio.

No obstante, su casa, la cual no ha sido tan analizada ni elogiada públicamente como la muñeca, ha sido un espejo de los diversos cambios sociales, políticos y económicos que estaba viviendo el país. Ha seguido algunos patrones de vivienda y tendencias, desde la vivienda urbana compacta moderna, hasta el más puro exceso, pasando por el crecimiento suburbano. En ocasiones, ha estado fuera de sintonía y ha ignorado las dificultades del país. (Barbie nunca ha estado en quiebra y jamás ha perdido su casa en un juicio hipotecario).

La casa ha servido como un modelo subliminal, tal vez incluso subversivo para los niños, sobre todo para las niñas. La casa soñada de Barbie solo era de ella. Ken no aparecía en las escrituras.

La casa de soltera de Barbie

En una época en que las instituciones financieras casi siempre rechazaban las solicitudes de hipoteca de las mujeres que no contaban con un fiador varón, Mattel lanzó la casa soñada en 1962, tres años después de que Barbie conmocionó el mundo de los juguetes vistiendo un traje de baño de una sola pieza y taconcitos.

“Los prestamistas hipotecarios tenían una serie de estereotipos relacionados con las mujeres (el mismo tipo de estereotipos que se usaban para discriminar a las mujeres en los empleos, los seguros y los negocios abiertos al público), principalmente que las mujeres dependían económicamente de los hombres y que su papel fuera el de cuidadoras”, señaló Deborah Dinner, profesora de Derecho en la Universidad Cornell y autora de “The Sex Equality Dilemma”. Dinner agregó que era común que a las mujeres solteras o divorciadas se les negaran los préstamos porque no tenían marido.

Esta práctica, conocida como discriminación crediticia, siguió existiendo hasta 1974, cuando se aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito. A muchos empleadores tampoco se les exigía por ley que les pagaran a las mujeres el mismo salario que a los hombres por desempeñar el mismo trabajo antes de la aprobación de la Ley de Igualdad de Salario en 1963.

Llamaba que la primera casa de Barbie, hecha de cartón, no tuviera una cocina. Esto era muy diferente a muchas casas de muñecas anteriores, las cuales estaban hechas con la intención de enseñarles las labores domésticas a las niñas.

En vez de eso, Barbie tenía televisor y tocadiscos. Llegó para divertirse, no para ser ama de casa.

Los libros y los banderines nos hablaban de una mujer universitaria, lo que indicaba que Barbie era una mujer independiente. La cama individual y una fotografía enmarcada de Ken reafirmaban que este era un espacio casero que Barbie no compartía.

“También era la época del apartamento de soltero de Playboy y la idea de una vivienda de ocupación individual para el soltero desenfadado, pero aquí tenemos la versión femenina de eso”, comentó Felix Burrichter, coeditor de “Barbie Dreamhouse: An Architectural Survey”.

De alguna manera, la primera casa de Barbie fue profética: en la actualidad, hay más mujeres solteras que hombres solteros dueñas de su propia casa.

Aunque el lanzamiento del juguete ha sido un acto de revuelta femenina, también tuvo que ver con ganar dinero… quizá más que nada. El año en que apareció la casa, Elliot Handler, el presidente de Mattel y esposo de la inventora de Barbie, le comentó a la revista Time cómo la empresa fabricaba los accesorios que formaban parte del entorno de Barbie a fin de impulsar las ventas. “Te enganchas a uno y tienes que comprar el otro”, recalcó.

Esa fórmula de ventas para que la gente regrese a comprar más sigue funcionando seis décadas después.

“Los propietarios de la Casa de los Sueños compran el doble de Barbies que quienes no la tienen”, dijo en una entrevista Lisa McKnight, directora global de la cartera Barbie y muñecas de Mattel.

Cocinas y tenis

Para 1974, parecía que los arquitectos de la casa soñada no solo estaban influidos por los apartamentos de solteros del Playboy de Hugh Hefner, sino también por el libro transcendental escrito en 1962 por Helen Gurley Brown, “Sex and the Single Girl”.

Brown les aconsejaba a las mujeres que, para impresionar a los hombres, tuvieran un “muro con fotografías”, una “cocina atractiva” y muchos libros, que son características que tiene la casa urbana de Barbie.

También las animaba a jugar tenis para que conocieran hombres, un consejo que Barbie habría seguido, según vemos por la raqueta de tenis apoyada en su tocador.

Las solteras jóvenes que deseaban encontrar pareja atestaban los bares. Para que las mujeres se sintieran a gusto en un ambiente de bar, los llenaban de decoraciones acogedoras, entre las que se incluían lámparas Tiffany, fotografías enmarcadas y, desde luego, plantas.

Muchos aspectos de la casa, entre ellos las imágenes de flores y su apariencia como de collage, también nos recuerda el movimiento artístico dirigido por mujeres, “La nueva decoratividad”.

Rosa, rosa y más rosa

El color rosa característico de Barbie comenzó a aparecer cada vez más en la década de 1970, como parte del intento de Mattel de etiquetar los juguetes y distinguirse de su competencia, señaló Burrichter. Aunque habría sido una mercadotecnia exitosa, más tarde criticarían el excesivo color rosa de Mattel por perpetuar los estereotipos de género.

La resplandeciente fachada también hablaba de la filosofía “McMansions”, la cual daba prioridad a la ostentación y al tamaño más que a la calidad o la utilidad.

Cuando los residentes de los suburbios quisieron casas cada vez más grandes, las mcmansions alimentaron y cumplieron ese deseo.

“El tamaño de la casa estadounidense promedio pasó de aproximadamente 140 metros cuadrados en 1970 a más de 213 metros cuadrados en 2001, y el impulso de crecimiento fue particularmente fuerte” a fines de la década de 1990, informó el Times.

Durante los años noventa, las mujeres tuvieron muchos avances económicos y culturales. La edad promedio a la que las mujeres se casaban estaba en aumento, la participación de las mujeres en la fuerza laboral se incrementó y el movimiento “poder femenino”, popularizado por las Spice Girls, empezaba a despegar.

Cuando Maddie Bone, una diseñadora de marca de 28 años, era niña, un amigo de la familia le regaló una Casa de los Sueños usada. Bone sintió como si se hubiera ganado la lotería; estaba en perfecto estado y hasta venía amueblada.

Bone, quien vive en Waldoboro, Maine, recordó haber creado escenarios muy participativos con las Barbies, las llevaba de paseo atravesando el patio hasta la estancia para llegar a una “comilona superdivertida” en la Casa de los Sueños sobre la mesa de centro de su familia.

“Creo que, en esa época, todos estábamos enfrentando el diagnóstico de cáncer de mi mamá de diferentes modos”, comentó Bone. “Barbie era un mundo en el que yo podía volcarme y ver esta casa perfecta mientras la de nosotros… no lo era. La Casa de los Sueños no tenía camas de hospital”.

Escapar de la realidad

Como consecuencia de la crisis de vivienda de 2008, muchos estadounidenses vieron truncadas sus oportunidades de tener casa propia. En 2008, cerca de 2,3 millones de familias en Estados Unidos tenían al menos una ejecución hipotecaria, una cifra de más del triple que en 2006.

Las mujeres, y sobre todo las de color, fueron afectadas de manera desproporcionada por esta crisis, aseveró Amy Castro, profesora adjunta en la Escuela de Política y Práctica Social de la Universidad de Pensilvania.

“A principios de la década del año 2000, las mujeres solteras fueron el grupo de más rápido crecimiento en la compra de vivienda en Estados Unidos”, explicó. Luego, los prestamistas abusivos las “tomaron mucho en consideración” cuando ofrecían préstamos de alto riesgo.

“Las mujeres afroestadounidenses tenían el 256 por ciento más de probabilidades de tener un préstamo de alto riesgo a tasas no preferenciales que los hombres blancos con el mismo perfil financiero”, puntualizó Castro.

El privilegio de ser un juguete implicaba que Barbie nunca enfrentaba adversidades. Seguía mudándose a casas cada vez más grandes y glamorosas. En 2015, tenía nuevas residencias de siete habitaciones hasta con cochera para su auto convertible.

Cuando las casas se volvieron cada vez más exageradas, se tardaron en hacerlas inclusivas. En 2019, Mattel introdujo una Barbie en silla de ruedas, pero la silla de ruedas no cabía en el elevador de la casa y Barbie no podía ir a los pisos superiores de su propia casa, justo como las versiones de una muñeca que la acompañó a ella y a la casa soñada más de dos décadas antes.

Posteriormente, Mattel rediseñó el elevador de la casa para que cupiera la silla de ruedas.

Los diseñadores de la casa sí vieron la pandemia: Barbie tenía su propio espacio de trabajo para trabajar desde su casa.

La sociedad ha mantenido por siglos “la promesa de tener casa propia como una parte integral del sueño americano”, afirmó Castro. Las casas de Barbie de más de 60 años nos han inculcado eso todavía más desde una edad muy temprana.

Para la mayoría de las personas, tener una casa puede parecer algo inalcanzable, sobre todo una de tres pisos. De julio de 2021 a junio de 2022, fueron más los compradores de vivienda adinerados, blancos y viejos que durante décadas anteriores. El porcentaje de los propietarios de vivienda de primera vez fue el más bajo que ha habido desde al menos 1981. Y el precio promedio de las casas excedió los 400.000 por primera vez.

Por algo se le llama la casa de los sueños. Se vale soñar, ¿verdad?

c.2023 The New York Times Company