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Con banderas y termos de té, grandes multitudes esperan el funeral de la reina Isabel

Por Andrew MacAskill y Stephen Farrell

LONDRES, 19 sep (Reuters) - Decenas de miles de personas, muchas de las cuales habían acampado durante la noche, esperaban el lunes a lo largo del recorrido del cortejo fúnebre de la reina Isabel II para despedirse de la única monarca británica que ha conocido la mayoría de la población.

El Ayuntamiento de Londres dijo a las 09:20 hora local (0820 GMT) que todas las zonas centrales de observación de la procesión en la ciudad estaban llenas.

"Queríamos venir a ver este acontecimiento histórico, formar parte de él y presentar nuestros respetos a la reina (Isabel) y agradecerle su larga vida de servicio. Creo que probablemente nos sentiremos bastante emocionados al final", dijo Alison Cornish, de 66 años.

Cornish estaba esperando en el Mall, el gran bulevar ceremonial de Londres junto al Palacio de Buckingham, donde ya esperaba una multitud numerosa a las 8:30 de la mañana.

"Normalmente no suelo mostrar mucha emoción, pero probablemente lo haga", dijo su esposo Robin, también de 66 años.

Los mejor preparados tenían tiendas de campaña, sacos de dormir, botellas con té y escaleras de mano, mientras que otros estaban sentados o dormían en el suelo abrigados solo con abrigos.

Melanie Odey, de 60 años, profesora, estaba al frente de las barreras a lo largo del Mall. Había acampado en una tienda de campaña con sus dos hijas y sus nietos tras llegar el domingo por la tarde.

"Esta es una oportunidad única de formar parte de la historia, de presentar tus respetos", dijo.

"El ambiente es único. Tenía que venir. Definitivamente ha merecido la pena", dijo, añadiendo que era lo mínimo que podía hacer para honrar a la difunta monarca.

"Cuidó muchísimo de este país".

Había una notable muestra de la sociedad en las calles, de jóvenes y mayores. La gente ha llegado a Londres desde todo Reino Unido y el mundo para presenciar el funeral de Estado.

Algunos estaban silenciosos y sombríos, vestidos de negro. Otros estaban más animados. Un grupo de tres mujeres vestidas con sombreros de la bandera británica cantaron "God Save the Queen" ("Dios salve a la reina", en español). Una mujer con el pelo teñido de verde y con piercings en la cara se situó junto a un hombre que llevaba un traje de etiqueta.

CELEBRACIÓN DE LA VIDA

Shelly Chugg y Anita Evans, compañeras en el Ayuntamiento de Cardiff, salieron de Gales a la 1 de la madrugada para viajar a Londres.

"No me habría perdido esto", dijo Chugg, de 51 años, que recordaba haber visto a la reina de niña en 1977 durante su jubileo de plata.

"Iba a ir de negro, pero también es una celebración de la vida de la reina, ¿no? A ella le gustaba destacar entre la multitud", añadió Evans, de 50 años, vestida con una sudadera blanca con capucha y una blusa verde.

Anna Kathryn tomó un tren a las 3 de la mañana desde Richmond, en el suroeste de Londres, con la esperanza de ver el coche fúnebre de la reina. Al igual que la mayoría de la multitud, nunca había conocido o visto a la reina. Sin embargo, dijo que su familia sentía que tenía un vínculo personal con ella.

"Es como si tuviéramos una muerte en la familia, no podíamos perdernos esto", dijo. "Era un punto tan brillante en la vida de todos y ahora parece que esa luz se ha apagado".

Algunos de los presentes dijeron que se sorprendieron al verse obligados a llorar con extraños.

Alistair Campbell Binnings, de 64 años, salió de su casa en Norfolk a medianoche. "Esto es algo extraordinario. Solo vendríamos por la reina. Sentimos que teníamos que estar aquí", dijo.

"Ella siempre estuvo cuando la necesitábamos en tiempos de crisis".

Mientras Campbell se prepara para asistir a un funeral repleto de pompas tradicionales, dice que hay algo exclusivamente británico en el evento.

"Sólo Reino Unido organiza algo así a tan gran escala", dijo. "Normalmente no acudiría a los actos de la realeza, pero estamos siendo testigos de la historia. Hoy es el lugar donde hay que estar".

Katie Williams, una enfermera de 43 años, llegó a Londres el domingo. Con un ramo de flores en una mano y un paquete de pañuelos en la manga, calificó a la reina de "abuela de la nación".

"Era una especie de imán que atraía a gente de todo el país. Todos la queríamos, todos la respetábamos".

(Información de Andrew MacAskill y Stephen Farrell; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)