Los bailarines de "voguing" de Shanghái dan pasos ligeros para evitar la mirada oficial

Por Casey Hall

SHANGHÁI, 23 jun (Reuters) - Doscientas personas se reunieron en un club situado en un sótano de la capital financiera de China, muchas de ellas vestidas de látex rojo y negro con corsés y medias de rejilla, para animar a unos competidores que se pavoneaban y bailaban por una alfombra roja bajo el escrutinio de los jueces.

Eventos como éstos, conocidos como "balls", celebran una subcultura centrada en la comunidad LGBTQ+ que se remonta a los salones de baile del Harlem neoyorquino de mediados del siglo XX, antes de ser adoptada por las comunidades "queer" no blancas en la década de 1980.

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"Creo que la mayor diferencia en el voguing es que tienes que bailar tu propio yo, lo más profundo que quieres expresar", afirma Sui Kawakubo, integrante de la Kiki House of Kawakubo, una de las principales "familias" de "voguing" de la ciudad, como se describen a sí mismos.

El "voguing" es un estilo de baile caracterizado por movimientos entrecortados de las manos y posturas angulosas del cuerpo y los brazos, interrumpidos por breves pausas, como las de una modelo que posa para una fotografía.

"No diría que el 'voguing' me ha convertido en una persona extrovertida, pero permite que surja un nuevo yo", añade Kawakubo, quien se autodefine como persona introvertida y que utiliza un nombre artístico elegido en homenaje a la diseñadora de moda japonesa Rei Kawakubo para proteger su intimidad.

Con trofeos concedidos en categorías como "Actuación de Reina Femenina", "Realidad de Pareja", "Rostro" y "Cuerpo", los eventos son en parte una competición de baile, en parte un desfile de moda y en parte una actuación artística juzgada.

Popularizada en 1990 por una exitosa canción de Madonna y el documental "Paris is Burning", la moda ha ido ganando adeptos también en China, donde hace cinco años se organizó el primer certamen de este tipo.

VJ Kawakubo, de 30 años, estuvo entre las primeras personas en adoptar el "voguing" en la ciudad. Hace siete años, sintió atracción por una clase de baile y, con el tiempo, se convirtió en uno de sus exponentes de más renombre, apareciendo en anuncios de marcas como Calvin Klein y en anuncios de revistas.

Aunque el aspecto escénico del voguing es importante, su capacidad para unir a la gente le da un significado más profundo.

"Si bailas solo, no tiene sentido", afirma VJ, que pide que se le identifique sólo por su nombre artístico. "Lo más importante para mí es que sea un ambiente cómodo".

Sin embargo, a medida que se acerca el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo, el futuro de este tipo de actividades parece cada vez más incierto en China, ya que las autoridades que pregonan los valores socialistas intensifican la censura de los contenidos relacionados con el colectivo LGBTQ+.

UN ENTORNO DIFÍCIL

Incluso en Shanghái, la ciudad más internacional de China, el entorno sigue siendo complejo para la comunidad LGBTQ+, afirma VJ, quien creció en un pequeño pueblo de la provincia oriental de Zhejiang.

"Es a la vez más integrador, pero todavía bastante conservador", afirma, ya que las influencias internacionales chocan con los valores tradicionales de China.

En 2020, alegando un entorno cada vez más difícil, la organización ShanghaiPride interrumpió sus actividades tras haber funcionado con éxito durante una década. En mayo, el LGBTCenter de Pekín, con 15 años de existencia, también cerró por razones no reveladas.

"El Gobierno considera que lo más importante es reforzar el poder nacional, el rejuvenecimiento nacional", afirma Hongwei Bao, investigador sobre cultura visual y escénica LGBTQ+ de la Universidad de Nottingham.

"Eso desconecta del deseo de los jóvenes de expresarse libremente, de desarrollar sus propios estilos de vida, personalidades e individualidades".

Estas campañas hacen que la existencia del 'voguing' en Shanghái sea a la vez más precaria y más vital en la comunidad.

"Realmente no sé qué pasará en el futuro", afirma VJ. "Todavía tengo esperanzas de que la sociedad sea más tolerante y acepte más".

Aunque no cabe duda de que lucirse está a la orden del día, los actos suelen publicitarse sólo de forma discreta, con algunos cambios de ubicación de última hora para evitar la atención de las autoridades.

Música a todo volumen y vítores dan la bienvenida a la parte del concurso en la que los participantes se alinean por categorías para que los jueces les seleccionen antes de que unos pocos luchen por el trofeo de ganador.

Independientemente de su experiencia, los concursantes fueron recibidos calurosamente por un público que parecía satisfecho y entusiasmado por encontrarse en un espacio de libertad y fluidez expresivas poco frecuente.

"La razón por la que mucha gente viene aquí no es sólo para divertirse", dijo Tinora Kawakubo, de 27 años, quien dio su nombre artístico por razones de privacidad.

"Podrían decir que escapan de un entorno que no les permite expresarse".

(Información de Casey Hall; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)