Aunque parezca mentira, Irlanda está deforestada
Si pensamos en un país deforestado, el primero que se nos viene a la cabeza no es Irlanda. Y sin embargo lo está, hasta el punto de que el gobierno de aquel país ha decidido plantar 440 millones de árboles antes de 2040 para luchar contra el cambio climático.
Una cosa que debemos tener clara es que, cuando decimos que Irlanda está deforestada, nos referimos a la isla de Irlanda. Pero donde se van a plantar los árboles es en la República de Irlanda, que no incluye toda la isla.
Vale, pero ¿cómo de deforestada está Irlanda? Ahora mismo, y según datos de la administración irlandesa, la superficie forestal en Irlanda cubre un poco más del 10% de la superficie. Comparada con la superficie media forestal de los países europeos, que está en torno al 30%, es muy poco.
Y es el resultado de siglos de deforestación. Porque, de hecho, ahora mismo no está en su peor momento. En 1929 apenas un 1% de la superficie de Irlanda estaba cubierta por bosques, y no por prados, turberas y otros tipos de ecosistemas donde los árboles apenas aparecen. Desde entonces la situación ha mejorado, pero no lo suficiente.
Esta es la realidad de la isla, y una realidad que el gobierno irlandés ha decido cambiar. El objetivo principal es luchar contra el cambio climático: en Irlanda, igual que en el resto del mundo, saben que los árboles son una magnífica herramienta para luchar contra el cambio climático – principalmente por la captura de CO2, aunque hay otros motivos.
El plan es ambicioso: plantar 22 millones de árboles al año, durante 20 años, cubriendo una superficie total de 8.000 hectáreas. Pero no de cualquier manera: para que esta reforestación sea útil, han determinado que hace falta que el 70% de lo que se plante sean coníferas – pinos, alerces, abetos… – y el 30% restante frondosas, que en Irlanda implica robles de varias especies, rosáceas y similares.
Algo que suena muy bien. Pero que tienes sus problemas, y sus críticas. El primer problema es que plantar semejante cantidad de árboles obliga a una cosa muy clara: cambiar el uso del suelo. O, dicho de otra manera, expropiar terrenos. Que ahora mismo están en manos de ganaderos, y no todos están contentos con la idea. Aunque se compensa económicamente a los dueños de las granjas, no todos lo aceptan de buen grado.
Pero no son los únicos que ponen quejas. Asociaciones ecologistas y conservacionistas también están preocupadas, y por dos buenas razones. Una es muy simple y directa: a los bosques no les gusta ser “plantados”. Muchas veces el éxito de los programas de reforestación no es todo lo alto que sería deseable, y en ocasiones funciona mejor no plantar nada, dejar que los terrenos recuperen su estado natural, que se asilvestren, sin que el ser humano intervenga. Claro, que esta opción funciona peor cuando apenas tienes árboles ya.
La segunda queja, la crítica principal, es que muchos de los árboles que se van a plantar no son autóctonos. En los planes de reforestación se recoge que una parte importante de las coníferas que se van a plantar son píceas de Sitka (Picea sitchensis), un árbol nativo del continente americano. Introducir una especie que no es autóctona, y en números tan elevados, puede tener un efecto muy negativo en los ecosistemas de la isla.
Aún así, la propuesta de reforestar Irlanda cuenta con mucho respaldo. No estaría mal que se complementase con otras medidas, pero es una buena noticia, sin duda.
Me enteré leyendo aquí.
Vídeo | El peligro tras el fenómeno natural del árbol del que se puede beber