Aun con las manos vacías son los eternos cargadores

Angélica Navarrete

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 19 (EL UNIVERSAL).- En 1923, la obesidad se consideraba una "pesadilla amarga y desesperante" y que debía evitarse porque "impide la salud, la alegría y la longevidad... tener demasiado peso es señal de degeneración física", de acuerdo con la publicación La obesidad, pesadilla de muchos hombres y mujeres.

Tener varias tallas arriba era "reflejo de un descuido de sí mismos, quienes se abandonaban a su suerte, pues en sus intentos la mayoría desfallecía y se resignaban a cargar toda la vida su gran peso".

Desde entonces las dietas deben ser seguidas con "celo riguroso", pues a menudo resultan peligrosas. El texto retomó las opiniones y consejos de un articulista estadounidense, de quien no menciona el nombre.

Un estudio de seguros de vida, que cita al escrito, aseguraba que era raro que "un individuo gordo llegue a la vejez" y que los norteamericanos eran propensos a la obesidad, lo que reducía la oportunidad de tener una larga vida.

Afirmaba que las personas, en vez de acudir a las cantinas como antaño, a manera de distracción, se la pasaban en "los restaurantes comiendo alimentos y dulces en exceso. Y es de notarse cómo el promedio de la cintura del yankee aumenta sensiblemente".

Con esta conducta repetitiva la máquina humana "sufría descomposturas". Cuando se rebasa el peso normal del hombre, acorde con la edad, el corazón trabaja el doble provocando cansancio prematuro, se lee.

Ejemplificó; un hombre de 113 kilogramos, por su obesidad incrementa 100 kilos más a su peso a la hora de subir escaleras, al coche o al caballo, "es un cargador eterno, aunque vaya con las manos libres".

El azúcar, las féculas y las grasas se mencionan desde entonces como los alimentos que se acumulan en el cuerpo más rápidamente si se comen en exceso y si a eso de le suma la falta de actividad física, el resultado seguro es una mayor acumulación de grasa.

Esta publicación de marzo de 1923 afirma que es normal tener un poco de grasa como reserva para hacer frente a cualquier enfermedad y que, en la primera mitad de la vida, "la gordura parece no hacer daño", pero al llegar la madurez provoca enfermedades y debilitamiento.