Así es el infierno: la vida en el interior de la cárcel de Guantánamo
Entrada de la cárcel de Guantánamo (Reuters).
Tiene apenas 14 años de vida, pero su leyenda negra traspasa pueblos, países y continentes. Obama apura sus últimos meses en la Casa Blanca con el empeño de cerrar Guantánamo, la cárcel de máxima seguridad puesta en marcha en el año 2002 por el presidente George W. Bush como respuesta a los atentados del 11-S.
Debía albergar a los principales terroristas y a aquellos criminales peligrosos para la seguridad nacional, pero más de una década después de que empezara a funcionar son varios los casos de prisioneros encarcelados injustamente y que además han sufrido abusos, torturas y privaciones de derechos.
Un recluso, con gruesas cadenas en sus pies en Guantánamo (Reuters).
Es complicado saber qué es lo que ocurre en el interior de la cárcel, ya que son documentos clasificados a los que solo puede acceder un limitado número de personas, por lo que solo la voz de los antiguos reclusos puede describir con precisión qué pasa entre esos gruesos muros de hormigón, aunque en la mayoría de las ocasiones solo pueden revelar unos pocos datos.
Por ejemplo que las celdas son absolutamente diminutas, hechas de esta manera para quebrar la voluntad del prisionero y conseguir durante los interrogatorios más información o que las cadenas en los pies son fieles compañeras de todo aquel que pasa por la famosa prisión
Un recluso mauritano, Mohamedou Ould Slahi, que ha estado en ella más de 12 años, escribió un diario en el que las autoridades han desclasificado algunas partes, aunque la gran mayoría sigue sin conocerse. En él explica el sufrimiento que vivió desde que fue detenido, por supuestamente tener vínculos con Al Qaeda, hasta el día de hoy y su testimonio muestra la dureza que se emplea en Guantánamo.
Una de las salas de interrogatorios de la prisión (Reuters).
Relata que recibió golpes e insultos, que durante los interrogatorios le ponían una bolsa en la cabeza, que tenía encadenadas manos y pies y que incluso le hicieron beber agua del mar hasta que vomitó.
También que no le dejaban salir durante el día para que no viera la luz del sol ni hablase con otros presos, solo se le permitía abandonar su pequeño cubículo un rato corto por las noches. “Vivía literalmente en el terror”, llegó a confesar.
En su peor momento, Guantánamo llegó a tener cerca de 800 presos de 30 nacionalidades, de los cuales 7 se suicidaron, incapaces de aguantar la presión. Eran los años de después de los atentados contra las Torres Gemelas, con Estados Unidos teniendo una gran actividad internacional y participando en conflictos en Irak o Afganistán y con la captura de Bin Laden como gran objetivo y telón de fondo.
Los objetos que reciben los detenidos cuando ingresan en Guantánamo (Reuters).
Ahora las cosas han cambiado parcialmente, ya que apenas quedan un centenar de presos y el propio Obama se ha comprometido a reducir esa cifra con el objetivo final de desmantelarla del todo, pero se ha encontrado con la firme oposición republicana.
Asociaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch llevan años clamando por su cierre, contando las torturas que se realizan en su interior y presionando para que cesen. Afortunadamente parece que el fin no está demasiado lejos y quizá dentro de poco tiempo la cárcel de Guantánamo solo sea un mal recuerdo.
Una celda de un recluso en Guantánamo (Reuters).
Javier Taeño (@javiertaeno)