El arte urbano y sostenible reviste de colores Lima, "la gris"

Lima, 25 nov (EFE).- Una veintena de murales urbanos trazados por artistas de varios países de América Latina revisten hoy de colores Lima, conocida como "la ciudad gris", con pinturas que emulan la fotosíntesis y purifican el aire mientras intentan desmitificar el vandalismo asociado al arte callejero.

En una de las esquinas de la Avenida Alfonso Ugarte, en pleno centro histórico de Lima, la chilena Araceli Villarreal delinea la pieza central de un macromural que alivia, con motivos mágicos, el fragor del caótico tráfico de uno de los ejes vertebradores del casco antiguo de la capital.

La pared, que se extiende por 27 metros de largo y cuatro de alto, hace apenas unas semanas lucía "blanca y apagada", recuerda a EFE la joven pintora y diseñadora gráfica, cuyo nombre artístico es Lari.

Esta es la primera vez que Lari, de 28 años, sale de su país natal y lo hace como artista invitada a la primera edición del Festival Picante, que este mes de noviembre congregó en Lima a más de una veintena de muralistas provenientes de siete países de la región, entre ellos México, Colombia, Paraguay y Bolivia.

DOS ÁRBOLES POR METRO CUADRADO

Los artífices de este evento son Karim Sabal y Mucho González, dos artistas y gestores culturales de Chile y Perú, respectivamente, que quisieron hacer explotar de color varios distritos limeños con el "plus de la limpieza del aire".

"Cada metro cuadrado que esté pintado va a estar equivaliendo a dos árboles plantados", explican a EFE, tras mencionar que "esto se genera a partir de Pholio", un empresa chilena que desarrolló un componente que, aplicado a la pintura, degrada gases contaminantes cuando entra en contacto con la luz solar.

Así, según sus cálculos, este proceso similar al de la fotosíntesis permitiría que el mural en el que participa Lari tenga la misma función que cumplirían 200 árboles plantados en el centro de la ciudad.

El festival, que impulsó como actividad paralela una muestra colectiva de artistas urbanos locales en la plaza de San Martín, adornó varios muros de dimensiones y estilos variados también en los limeños distritos de Surco, Barranco y Miraflores.

Desde un rincón de este último barrio, la colombiana Sara Sifuentes, natural de Medellín, rocía pintura rosa para "darle vida a un muro empolvado y sucio", ubicado a pocos metros del popular Parque Kennedy.

Como suele hacer en sus trabajos artísticos, "Scifu" colorea delfines, unos personajes que, dice, transmiten "mensajes de amor, de empatía y alegría".

La mujer, de 33 años, espera que su pintura sea una suerte de "respiro" para los transeúntes miraflorinos y que, "así sea por un microsegundo", estos se llenen de "color y nuevas energías".

DAR VALOR AL ARTE URBANO

En palabras de los creadores de la primera edición del Festival Picante, el fin último del evento es llevar "estímulos y aportes positivos a la ciudad de Lima" y a sus habitantes, en la medida en la que se va "enseñando" a las personas a valorar "este tipo de expresiones" y a desvincular el arte urbano del vandalismo.

Para los más de veinte artistas invitados, sin embargo, el festival es también una oportunidad para compartir su arte, apoyar su sector y nutrirse de otras técnicas y estilos.

"Mucho más allá del hecho de pintar estos espacios y de dar más lugar a los artistas, creo que es la comunidad que se crea (...) los lazos entre las personas y la cultura del street art", comenta a EFE otro de los participantes del evento, el boliviano Abraham Velasco, conocido artísticamente como Oveja.

A las puertas del término de su primera edición, el Festival Picante sueña ahora con replicarse en otras ciudades de América Latina, empezando por el país vecino de Chile.

Carla Samon Ros

(c) Agencia EFE