Arresto de diplomático bajo sospecha de espiar para Cuba estremece a comunidad de inteligencia

Un alto funcionario americano en la misión diplomática estadounidense en La Habana parece haber sido un espía de Cuba que ayudó a Fidel Castro durante una de las peores crisis diplomáticas entre los dos países.

Manuel Rocha, un ex embajador de Estados Unidos en Bolivia que ha sido arrestado en Miami, acusado de trabajar en secreto para Cuba como agente encubierto, era el número dos de la entonces sección de intereses de Estados Unidos en La Habana cuando el gobierno cubano derribó dos aviones pertenecientes a la organización de exiliados cubanos en Miami Hermanos al Rescate. Cuatro personas murieron en el incidente el 24 de febrero de 1996, lo que llevó al Pentágono a redactar planes sobre cómo tomar represalias.

Esa no fue la única vez que pudo haber enviado información crucial a Castro.

También dirigió la Oficina de Asuntos Interamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional entre julio de 1994 y julio de 1995, lo que lo colocó en una posición única para influir en la respuesta de la administración de Bill Clinton a la crisis de los balseros, cuando unos 35.000 cubanos intentaron llegar a las costas estadounidenses en balsas después de Castro abrió las fronteras de la isla luego de una rara protesta antigubernamental en agosto de 1994.

En reuniones con agentes encubiertos del FBI en Miami, Rocha, de 73 años, dijo que había trabajado para la inteligencia cubana durante más de 40 años, según una denuncia penal hecha pública el lunes. “Lo que hemos hecho… es enorme. Más que un grand slam”, dijo hablando de su trabajo para Cuba a un agente encubierto del FBI que se hizo pasar por un oficial de inteligencia cubano.

El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, dijo que la de Rocha fue “una de las infiltraciones de mayor alcance y más duraderas en el gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero”.

El Departamento de Estado dijo que está evaluando las daños qué podrían haber causado las acciones de Rocha a la seguridad nacional de Estados Unidos. Pocos dudan de que, si las acusaciones son ciertas, Rocha podría haber sido uno de los agentes secretos más exitosos de Cuba.

“Estaba en una posición lo suficientemente alta como para haber hecho más daño a la política estadounidense e incluso a las actividades de inteligencia estadounidenses que cualquier espía cubano anterior. Y lo digo potencialmente porque aún no lo sabemos”, dijo Brian Latell, ex analista de la CIA que fue Oficial Nacional de Inteligencia para América Latina entre 1990 y 1994.

Aunque no ha sido acusado formalmente de espionaje, la denuncia penal alega que “según su propia admisión, a partir de 1981 aproximadamente y continuando hasta el presente, Rocha apoyó secretamente a la República de Cuba y su misión clandestina de recopilación de inteligencia contra el Estados Unidos al servir como agente encubierto de las operaciones de inteligencia de Cuba”.

En una audiencia judicial el lunes en Miami, los fiscales dijeron que podrían presentar otros cargos contra Rocha.

Varios expertos en inteligencia que hablaron con el Herald dijeron que la denuncia era inusual porque no ofrece detalles sobre la información que las autoridades creen que Rocha podría haber pasado a los servicios de inteligencia cubanos. El documento alega que asumió posiciones dentro del gobierno de Estados Unidos que le permitieron acceder a información clasificada e influir en la política exterior para ayudar a Cuba.

“Lo están llamando espía sin decirlo realmente”, dijo Peter Lapp, ex agente especial del FBI que arrestó a Ana Belén Montes, la analista que espió para Cuba durante sus 17 años en la Agencia de Inteligencia de Defensa.

“No hay distinción entre Rocha y Montes”, continuó Lapp. “Él admitió abiertamente haber hecho espionaje, pero no parecen tener suficiente para acusarlo por espionaje como pudimos hacerlo con Montes. Es realmente bastante inusual. Notable.”

En cambio, el Departamento de Justicia lo acusó de defraudar a los Estados Unidos y actuar como agente ilegal de un gobierno extranjero, una violación de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros que exige que quienes trabajan bajo el control de gobiernos extranjeros notifiquen al Fiscal General.

Esos cargos se han utilizado para procesar a cabilderos y funcionarios que han obedecido las órdenes de un gobierno extranjero sin informarlo. Pero en el caso de Rocha, el Departamento de Justicia alega que hizo más que eso, acusándolo de trabajar como agente encubierto de la Dirección General de Inteligencia (DGI) de Cuba.

“Desde la perspectiva del gobierno, hay maneras más fáciles de sacar a un espía del juego sin tener que revelar lo que hicieron. Piensen en ello como atrapar a Al Capone por evasión fiscal”, dijo Chris Simmons, ex cazador de espías de la Agencia de Inteligencia de Defensa que ayudó a identificar a Montes como el topo de Cuba en el Pentágono.

Los expertos en inteligencia creen que una de las razones por las que el caso Rocha será complejo de procesar es que los actos que supuestamente cometió para ayudar a Cuba ocurrieron hace muchos años. Es probable que el FBI no haya podido obtener pruebas directas de sus comunicaciones con agentes de inteligencia cubanos o de los secretos que les pasó. Los expertos creen que el enfoque adoptado por el FBI (organizar una operación encubierta para lograr que Rocha admitiera que trabajó para Cuba y que todavía estaba dispuesto a trabajar para los servicios de inteligencia cubanos) también intenta traer el caso al presente para cumplir con el plazo de prescripción de cinco años para las violaciones de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros.

Rocha le dijo al agente encubierto del FBI que su último contacto con la DGI fue durante un viaje a La Habana “en 2016 o 2017”, según la denuncia federal.

Evaluación de daños

La denuncia no dice qué motivó la investigación, ni describe a qué tipo de información confidencial pudo haber accedido en los diversos puestos que ocupó mientras trabajaba en el Departamento de Estado. Aún así, Latell dijo que Rocha tenía acceso a materiales altamente clasificados.

Como embajador en Bolivia, cargo que ocupó Rocha entre 2000 y 2002, habría tenido cierto conocimiento de las operaciones de inteligencia estadounidenses en el país, dicen expertos en inteligencia. Pero también recibiría un resumen de los acontecimientos en la región, dijo Otto Reich, ex subsecretario de Estado para el hemisferio occidental.

Simmons dijo que la carrera de Rocha en el Departamento de Estado parece haber sido “escrita en La Habana”: ocupó puestos en Honduras, en Ciudad de México (que se cree es un importante centro de operaciones para la inteligencia cubana) y en la Sección de Intereses en La Habana durante el derribo de los aviones, un momento de “tensión” al que hizo referencia en una de las reuniones con el agente encubierto del FBI, afirmando que estaba “a cargo” de la misión estadounidense en ese momento.

Después de que Rocha dejó el servicio exterior, dice la denuncia, fue asesor especial del jefe del Comando Sur del Pentágono, con sede en Doral, entre 2006 y 2012, otro cargo en el que pudo adquirir valiosos conocimientos y ejercer influencia a favor de los servicios de cubanos de inteligencia.

Más allá de los documentos secretos que podría haber robado, Rocha también socializó con personas en Washington que, sin darse cuenta, podrían brindarle información sobre las políticas hacia Cuba.

“Todo tipo de personas como yo”, dijo Latell, el ex analista de la CIA. “Y cuando nos reuníamos, normalmente hablábamos de América Latina. Y probablemente estaba informando a los cubanos”.

Latell, quien desarrolló una amistad con Rocha desde que se conocieron en 1981 y estuvo presente durante su ceremonia de juramentación como embajador, dijo que la noticia sobre las actividades clandestinas de inteligencia de Rocha lo tomó por sorpresa y que nunca sospechó que su amigo pudiera ser un espía.

“Lo terrible de su traición a Estados Unidos es que recibió tantos beneficios especiales de Estados Unidos”, dijo Latell, quien contó una historia que escuchó de Rocha sobre cómo llegó al país desde Colombia con su madre con pocos recursos y luego recibió becas para asistir a una escuela de preparación universitaria en Nueva Inglaterra y para asistir a universidades de la Ivy League.

“Un aristócrata americano”

Las personas que conocieron o interactuaron con Rocha lo describen como muy confiado e incluso arrogante. Latell dijo que Rocha aprendió a vestirse y hablar “como un aristócrata estadounidense”.

Una persona que interactuó frecuentemente con Rocha después de que dejó el Departamento de Estado y obtuvo jugosos empleos en el sector privado dijo que a veces parecía pomposo. Aún así, fue reflexivo y mostró una comprensión matizada de la política estadounidense, dijo la fuente, y agregó que últimamente Rocha estaba compartiendo contenido “pro-Trump y anti-Biden”.

Rocha le dijo al agente encubierto del FBI que había construido “la leyenda de una persona de derecha” mientras trabajaba para la DGI. Pero hubo algunas ocasiones en las que indicó lo contrario.

En un evento celebrado en 2009 en la Universidad de Florida, pidió que sus comentarios fueran extraoficiales. Aún así, una publicación de negocios, Cuba News, informó sin citarlo que Rocha “hizo una presentación especialmente reveladora pidiendo una mayor apertura hacia Cuba”.

Yleem Poblete, ex subsecretaria de Estado para Control de Armas, Verificación y Cumplimiento, escribió en X que “no le sorprendió” el arresto de Rocha dadas sus interacciones con él cuando era miembro del personal republicano de la Cámara, “ya que su inclinación hacia tales regímenes comunistas y socialistas era evidente”.

En otro post, Poblete se preguntó en cuántos temas de política exterior Rocha pudo haber dejado sus huellas.

Pero una evaluación de los daños parece casi “inútil”, dice Simmons, ex analista del Pentágono.

“La conclusión es que fue un fracaso épico, que será celebrado como un éxito”, afirmó. “Normalmente, diría, cualquier éxito es un éxito. Pero en este caso ya es demasiado tarde”.