Arqueólogos se sumergen en el pasado de Florida y descubren lecciones de adaptación al futuro ascenso del mar
A diferencia de casi cualquier otro arqueólogo, Jessi Halligan excava bajo el agua.
Halligan, profesora adjunta de Antropología en la Universidad Estatal de la Florida (FSU), estudia los primeros pobladores de la Florida hace unos 15,000 años, cuando el nivel del mar estaba 300 pies más abajo que hoy. En la actualidad, muchos de los asentamientos, cotos de caza y túmulos ceremoniales más antiguos de la Florida están en el fondo de los ríos o en el Golfo de México.
La Florida es uno de los epicentros mundiales de un campo poco conocido llamado “arqueología submarina”. Solo hay una docena de científicos a tiempo completo trabajando en este campo en Estados Unidos. Suelen centrarse en la Florida porque el estado ha perdido la mitad de su masa terrestre por el ascenso del nivel del mar desde que los humanos empezaron a vivir aquí. Los científicos han hallado pruebas de antiguos túmulos de conchas hasta 20 millas mar adentro en el Golfo, uno de los miles de sitios arqueológicos preservados ocultos bajo los mansos ríos del estado y a lo largo de la amplia y poco profunda plataforma continental que se extiende 200 millas frente a la costa oeste del estado.
Las historias que arqueólogos como Halligan desentierran de las profundidades ofrecen lecciones para los floridanos modernos que ahora enfrentan de nuevo el ascenso del nivel del mar.
“A través del espacio y el tiempo en la historia de la humanidad, el agua siempre gana. Así que tenemos que aprender a aceptarlo y a ser creativos”, dijo Halligan. “La flexibilidad es la consigna. Hay que construir estructuras que puedan moverse y doblarse, o estar dispuestos a decirles adiós”.
“Para ciudades como Miami, St. Petersburg y Jacksonville, esto va a suponer un duro golpe”, dijo Morgan Smith, profesor adjunto de Antropología de la Universidad de Tennessee en Chattanooga que estudia los sitios submarinos de la bahía de Apalachee, en el norte de la Florida. “Los pueblos nativos tuvieron que adaptarse y pudieron hacerlo porque tenían esa flexibilidad en su estilo de vida... Nosotros también vamos a tener que hacerlo, y va a ser mucho más complicado”.
El estudio de los artefactos hallados bajo el agua en la Florida ya ha reescrito la historia de las migraciones humanas en Norteamérica. En 2016, Halligan dirigió un equipo de investigadores que encontró un cuchillo de piedra enterrado bajo 13 pies de sedimento en el fondo del río Aucilla, que desemboca en la bahía de Apalachee. El hallazgo demostró que había gente viviendo en la Florida hace 14,500 años, es decir, un milenio antes de lo que los científicos pensaban que habían llegado los primeros pobladores al continente americano.
Hasta ahora, Halligan, Smith y otros científicos han identificado unos 50 sitios arqueológicos subacuáticos en la Florida. Pronto algunos de estos sitios podrían convertirse en los primeros paisajes sumergidos inscritos en el Registro Nacional de Lugares Históricos. Pero los investigadores solo han estudiado alrededor del 1% del Golfo, y sospechan que quedan miles de sitios por encontrar en la Florida.
“Imagínese que tiene un rompecabezas de 500 piezas y tiene como 10 piezas y ninguna de ellas es una esquina”, dijo Matthew Newton, un estudiante de doctorado en Antropología de la Universidad de la Florida que estudia la arqueología subacuática. “Así es la Arqueología y así es especialmente la arqueología submarina. Es un océano enorme”.
Sumergirse en el pasado
Hay algo espeluznante en sumergirse bajo el agua para desenterrar los restos de antiguos hogares y fogones.
El verano pasado, Smith y su equipo se sumergieron en el Golfo de México, a 15 millas de la costa de Tallahassee, en un sitio que en su día sirvió de campamento. Allí, en el fondo arenoso del mar, encontraron una punta de lanza de piedra que yacía más o menos donde alguien la había dejado 8,000 años antes.
“Cuando sacas algo así del suelo, de repente tropiezas con la realidad de que todo lo que había allí era tierra firme, y ahora está bajo 20 pies de agua”, dijo. “Aquello era un paisaje, ¿sabe? Había manantiales y estanques y bosques y gente cazando y recolectando y pasando el rato y niños correteando y perros ladrando”.
“Luego se sube, miras tu alrededor y no ves tierra”, añadió.
La evidencia de estos antiguos paisajes sigue ahí abajo, bajo el mar y la arena. Los lechos de los ríos y los sumideros que antaño alimentaban estanques y manantiales están tallados en la piedra caliza, discurriendo entre jorobas de piedra que antaño fueron terrenos elevados. De vez en cuando, los submarinistas encuentran un tocón de árbol que marca el lugar donde antes había un bosque. “Es básicamente como un reflejo de lo que hay en tierra”, dijo Smith.
Las cosas se vuelven aún más extrañas en las profundidades del río Aucilla, donde Halligan pasa la mayor parte del tiempo. El agua tánica es fría y oscura, con restos de follaje en descomposición en los pantanos de cipreses del norte de la Florida. “Es como bucear en té muy oscuro la mayor parte del año”, dijo Halligan. “Sin una luz de buceo es completamente negro...”.
Algunos buceadores lo encuentran desconcertante. El agua alberga siluros, tortugas y caimanes, y está tan oscura que nunca sabrías si alguno de ellos te acecha. Pero Halligan dice que los caimanes nunca le han dado problemas. “Los vemos nadar en la superficie, pero tienden a mantenerse alejados de nosotros”, dijo.
Eso deja a Halligan y a sus colegas en libertad para hundirse hasta el fondo, a 30 pies de profundidad, respirando desde largos tubos conectados a compresores de aire en pontones atracados cerca de la orilla. Luego, a la luz de las linternas, excavan cuidadosamente el lecho del río con palas de mano.
Cavan durante horas, hundiéndose cada vez más en un agujero submarino de hasta nueve pies de profundidad, con las paredes de lodo del río elevándose por encima de la cabeza. Los arqueólogos pueden encontrar fragmentos de piedra de herramientas antiguas, restos de hogueras ahogadas o huesos y excrementos de mamuts, mastodontes, bisontes y paleolamas extintos. “Está uno ahí abajo, en la oscuridad, bajo el agua, y piensa: ‘Esto era un paisaje en el que pisaba la gente’”, dijo Halligan. “Es algo realmente único”.
Lecciones de la historia inundada de la Florida
Al igual que los floridanos modernos, los pueblos antiguos tendían a construir sus viviendas a lo largo de la costa, según Jessica Cook Hale, asistente de investigación de Cartografía Sísmica en el Centro de Investigación de Paisajes Sumergidos de la Universidad de Bradford.
Pero a medida que el nivel del mar subía, a veces gradualmente a un ritmo promedio de tres pies por siglo, y a veces en rápidos impulsos de una docena de pies por siglo, los antiguos floridanos se vieron obligados a adaptarse.
Cook Hale ha encontrado evidencia de ello en los montículos de conchas que los nativos construyeron a lo largo de la costa, cerca de la bahía de Apalachee. Hay concheros en tierra firme a lo largo de la costa moderna, pero Cook Hale también ha buceado en concheros a 5 millas de la costa y ha visto evidencia de montículos de conchas a 20 millas de la costa.
“A medida que la costa avanzaba, se retiraban”, dijo Cook Hale. “Se pueden seguir estos concheros desde la costa hacia el mar”.
Incluso para los cazadores-recolectores, ese tipo de cambio era perturbador. “Los pueblos prehistóricos que se adaptaron a este paisaje probablemente tuvieron que remodelar toda su estrategia”, dijo Smith.
Para los floridanos modernos, adaptarse a una costa cambiante será aún más difícil. “Hace 10,000 años, la gente podía recoger y trasladarse”, dijo Cook Hale. “No tenían una Miami, una I-95 o una I-75 de las que preocuparse. Así que tenemos un reto mucho mayor que superar en cuanto a la rigidez de nuestra infraestructura costera”.
Halligan sugirió que podríamos aprender de las actitudes de los floridanos que nos precedieron. “No invirtieron miles de millones de dólares en diques y carreteras de concreto y asfalto”, dijo. “En lugar de eso, respondían con flexibilidad”.
“Estas lecciones van a ser realmente difíciles de emplear”, añadió.
Cook Hale ve algunos paralelismos entre los floridanos modernos que reconstruyen las casas de la playa arrasadas por los huracanes y sus antiguos predecesores, que seguían construyendo montículos costeros de conchas aunque se los siguiera tragando el mar. “Tenemos vínculos con el paisaje, y aquellos pueblos también los tenían”, dijo. “Tienen significado y son importantes para nosotros culturalmente”.
Aunque está de acuerdo en que los floridanos tendrán que aceptar y adaptarse al ascenso del nivel del mar, Cook Hale dijo que no es realista esperar que la gente renuncie fácilmente a sus hogares, los lugares donde crecieron, desarrollaron su estilo de vida y enterraron a sus muertos.
“Cuando hablamos de cómo enfrentar el cambio climático y el ascenso del nivel del mar, creo que es muy importante ir más allá de esa lógica lineal”, dijo.
Este artículo sobre el clima está financiado por la (FIU) y la en colaboración con Journalism Funding Partners. El Miami Herald mantiene el control editorial de todo el contenido.