Arizona limita la construcción alrededor de Phoenix a medida que se reduce su suministro de agua

Se proyecta que la población de Queen Creek, Arizona, un suburbio de Phoenix, crezca de sus actuales 75.000 habitantes a 175.000, si logra encontrar suficiente agua. (Rebecca Noble/The New York Times).
Se proyecta que la población de Queen Creek, Arizona, un suburbio de Phoenix, crezca de sus actuales 75.000 habitantes a 175.000, si logra encontrar suficiente agua. (Rebecca Noble/The New York Times).

Arizona determinó que no hay suficiente agua subterránea para todos los proyectos de vivienda que ya se autorizaron en el área metropolitana de Phoenix, e impedirá a los desarrolladores construir nuevas zonas residenciales, un indicio de problemas inminentes para el oeste del país y otras regiones donde el uso excesivo, las sequías y el cambio climático están agotando los suministros de agua.

Es muy probable que la decisión que tomaron los funcionarios estatales marque el inicio del fin para el explosivo desarrollo inmobiliario que ha convertido a Phoenix en la región metropolitana de más rápido crecimiento en el país.

El estado declaró que no revocará los permisos de construcción que ya había emitido y que más bien confiará en que las nuevas medidas de conservación del agua y fuentes alternativas producirán el agua necesaria para los desarrollos de vivienda que ya se aprobaron.

El jueves, la gobernadora demócrata Katie Hobbs afirmó que Arizona no se quedaría sin agua de inmediato y que las nuevas construcciones continuarían en las ciudades principales, como Phoenix. El análisis que preparó el estado proyectó los niveles de agua subterránea para los próximos 100 años.

“Vamos a gestionar esta situación”, comunicó en una conferencia de prensa. “No nos estamos quedando sin agua, y no se nos acabará pronto”.

El condado de Maricopa, que incluye a Phoenix y sus suburbios, recibe más de la mitad de su suministro de agua de la capa freática. Casi todo el resto lo recoge de ríos y acueductos, así como de aguas residuales recicladas. En términos prácticos, el agua subterránea es un recurso finito y puede tardar miles de años o más en reabastecerse.

Un área de pozo en Queen Creek, una de las zonas de más rápido crecimiento en Arizona. Se espera que la población del pueblo de 75.000 habitantes alcance los 175.000 en las próximas décadas. (Rebecca Noble/The New York Times).
Un área de pozo en Queen Creek, una de las zonas de más rápido crecimiento en Arizona. Se espera que la población del pueblo de 75.000 habitantes alcance los 175.000 en las próximas décadas. (Rebecca Noble/The New York Times).

El anuncio de una escasez de agua subterránea significa que Arizona ya no otorgaría a los desarrolladores inmobiliarios en algunas áreas del condado de Maricopa nuevos permisos para construir viviendas que dependen de los pozos para obtener agua.

Phoenix y las grandes ciudades cercanas, que cada 10 a 15 años deben solicitar permisos independientes a los funcionarios estatales para sus planes de desarrollo, tampoco contarán con la autorización para ningún proyecto de vivienda que dependa del agua subterránea, más allá de los que ya aprobó el estado.

Esta decisión implica que las ciudades y los desarrolladores inmobiliarios deben buscar fuentes alternativas de agua para apuntalar proyectos futuros como, por ejemplo, tratar de comprar el acceso al agua de río a los agricultores o a las tribus indígenas estadounidenses, muchas de las cuales ya enfrentan su propia escasez. Es probable que ese frenesí para comprar agua sacuda al mercado inmobiliario en Arizona, lo cual elevará los costos de las casas y amenazará los precios de vivienda relativamente bajos que han hecho de la región un imán para personas de todo el país.

“La asequibilidad de vivienda será un reto de aquí en adelante”, advirtió Spencer Kamps, vicepresidente de asuntos legislativos para la Asociación de Constructores de Viviendas de Arizona Central, un grupo de la industria. Kamps señaló que, aunque el estado limite la construcción de viviendas, el desarrollo de edificios comerciales, fábricas y otros proyectos puede continuar.

Aun así, el cambio será una señal para los desarrolladores, comentó Sarah Porter, directora del Centro Kyl de Políticas Hídricas en la Universidad Estatal de Arizona. “Ya vemos en el horizonte el final de la expansión”, sostuvo.

Es poco probable que una escasez de agua subterránea descarrile a corto plazo el crecimiento planificado dentro de las principales ciudades como Phoenix, Scottsdale y Mesa, agregó Porter.

“Todavía hay capacidad para el desarrollo dentro de las ciudades designadas”, comentó Porter, en referencia a las ciudades cuyos planes de crecimiento ya fueron aprobados por los funcionarios estatales del sector hídrico. Más allá de esa cantidad autorizada, esas ciudades no podrán construir viviendas que dependan del agua subterránea.

Las nuevas restricciones se sentirían con más fuerza y rapidez en los pueblos pequeños y en las franjas de desierto no incorporadas en la periferia del área metropolitana de Phoenix, donde suelen construirse la mayoría de las viviendas de menor costo. “Esos han sido puntos de atracción para el crecimiento”, señaló Porter.

El anuncio es el ejemplo más reciente de cómo el cambio climático está transformando el suroeste de Estados Unidos. Una sequía de 23 años y las temperaturas cada vez más calientes han reducido el caudal del río Colorado, lo cual supone una amenaza para los 40 millones de estadounidenses en Arizona y seis estados más que dependen de él, entre ellos, los residentes de Phoenix, que obtienen su suministro de agua del río Colorado por medio de un acueducto.

Los problemas de agua en Arizona ya empezaron a permear la política del estado. Tras entrar en funciones en enero, Hobbs prometió en su primer discurso oficial que reforzaría los controles del uso de agua subterránea en todo el estado.

Como evidencia de ese compromiso, Hobbs publicó un informe que, según dijo, había omitido el gobierno anterior, liderado por el republicano Doug Ducey. Este mostraba que una zona al oeste de Phoenix, llamada la subcuenca de Hassayampa, no tiene suficiente agua para nuevos pozos. Como resultado, el Departamento de Recursos Hídricos de Arizona declaró que ya no emitiría permisos nuevos en esa región para la construcción de viviendas que dependieran del agua subterránea.

Pero la de Hassayampa es solo una de varias subcuencas que conforman la cuenca de agua subterránea más grande bajo el área metropolitana de Phoenix. El anuncio del estado el jueves en esencia extiende ese hallazgo al resto del territorio de Phoenix.

Pese a las advertencias cada vez más extremas del estado y los expertos en agua, algunos desarrolladores inmobiliarios señalan que las construcciones no se detendrán pronto. Un funcionario estatal mencionó que la agencia del agua de Arizona autorizó la construcción de unos 80.000 lotes de vivienda que aún no inician trabajos de obra.

Cynthia Campbell, asesora de gestión de recursos hídricos de Phoenix, dijo que la ciudad depende en su mayoría del agua de río, y que el agua subterránea solo representa un dos por ciento de su suministro de agua. Pero eso podría cambiar drásticamente si se hicieran recortes fuertes al suministro del río Colorado asignado a Arizona, lo cual obligaría al estado a bombear más agua del subsuelo.

Muchos desarrollos y pueblos periféricos dentro de la expansión del condado de Maricopa se han podido construir por medio de un programa autorizado por el estado que permite a las zonas residenciales extraer agua subterránea en un lugar si luego la bombean de vuelta al suelo en otra parte de la cuenca.

Campbell afirmó que la idea de que se pueden equilibrar los suministros de agua de esa manera siempre ha sido una “ficción jurídica”, una que ahora parece estarse revelando, a medida que el estado observa más de cerca las áreas donde escasea el suministro de agua subterránea.

“Estas son las consecuencias de esa desconexión hidrológica”, manifestó Campbell.

En las zonas periféricas, “muchos desarrolladores están muy preocupados. Están como locos”, describió Campbell. “La realidad es que estamos pagando el precio por esas equivocaciones”.

c.2023 The New York Times Company