La Argentina, un socio comercial y político todavía necesario para Brasil

RÍO DE JANEIRO.- ¿Cuán necesaria es hoy la Argentina para Brasil? Tras las elecciones primarias del domingo pasado, el ultraderechista Jair Bolsonaro apuntó su pesada artillería retórica contra la fórmula presidencial opositora de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Los llamó "bandidos de izquierda", advirtió sobre una oleada migratoria de argentinos hacia Brasil si el Frente de Todos ganara en octubre y amenazó con abandonar el Mercosur si un eventual nuevo gobierno peronista pusiera en marcha políticas proteccionistas. A juzgar por el tono estridente de Bolsonaro y de su ministro de Economía, Paulo Guedes -que resaltó que Brasil no necesita de la Argentina para crecer-, los brasileños podrían prescindir de su vecino sin problemas.

Sin embargo, los analistas brasileños no concuerdan con esa visión. Resaltan que mantener una relación bilateral conflictiva pondría en riesgo no solo los propios intereses comerciales de Brasil, sino toda la dinámica política en América del Sur, donde ambos países han cooperado estrechamente en las últimas tres décadas para resolver crisis regionales e impulsar un mayor protagonismo internacional de América Latina.

"La Argentina es hoy el tercer socio comercial de Brasil, después de China y Estados Unidos, pero más importante aún, es el principal destino de las manufacturas brasileñas. Más del 90% de los productos exportados de Brasil a la Argentina son bienes manufacturados", subrayó a LA NACION José Augusto de Castro, presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil. "Si ese flujo sufriera alteraciones -con barreras, cuotas o aumentos de aranceles como consecuencia de un desentendimiento entre los gobiernos de los dos países-, la industria brasileña sufriría un gran impacto. Habría una fuerte caída de la actividad económica y un incremento de mano de obra desocupada. Eso, en el ambiente preocupante que hoy vivimos, al borde de la recesión [el PBI se contrajo 0,2% en el primer trimestre, y las proyecciones de crecimiento para este año se desplomaron de 3% a 0,8%] y con una alta tasa de desempleo, de 12%, sería muy negativo", explicó.

Desde 1991, gracias a la creación del Mercosur -integrado también por Paraguay y Uruguay-, el intercambio comercial entre la Argentina y Brasil estalló: pasó de apenas 2000 millones de dólares en 1990 a un récord de 39.600 millones de dólares en 2011. Desde aquel año, el comercio bilateral sufrió altibajos al compás de las crisis en uno y otro país, con una profunda caída entre 2014 y 2016, como consecuencia de la peor recesión de la historia brasileña (2015-2016).

El año pasado, el intercambio comercial bilateral fue de 26.002 millones de dólares, con un superávit para Brasil de 3900 millones de dólares. Los principales productos importados por la Argentina desde Brasil fueron automóviles de pasajeros, vehículos de carga, autopartes, mineral de hierro y tractores. Ya en los primeros seis meses de este año, la balanza comercial entre los dos países alcanzó los 10.461 millones de dólares, con un superávit para la Argentina de 149 millones de dólares, en gran parte debido a la devaluación del peso, que abarató los productos argentinos, aumentaron las exportaciones y se redujeron las importaciones desde Brasil. De mantenerse esta tendencia en la segunda mitad del año, sería la primera vez que Brasil tendría un déficit comercial con la Argentina desde 2003.

Las inversiones también se resintieron en los últimos años de vaivenes económicos en uno y otro país. Actualmente el stock de inversiones directas brasileñas en la Argentina es de 5913 millones de dólares, luego de haber tenido un récord de 7093 millones de dólares en 2012, según datos del Banco Central brasileño. Por su parte, del lado argentino, las inversiones directas en Brasil suman hoy 1346 millones de dólares, tras el máximo de 2449 millones de dólares en 2010.

"Mientras tanto, quien amplió su comercio con ambos países y sus inversiones fue China. Por eso, cualquier espacio que Brasil deje en la Argentina, sería ocupado por los chinos, que se encuentran en medio de una guerra comercial con Estados Unidos y están buscando fortalecer sus mercados", señaló De Castro.

El acuerdo recientemente firmado para el libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) -que aún tiene que ser ratificado por los países de ambos lados- había reavivado las expectativas de una fuerte propulsión al bloque sudamericano pese a los cuestionamientos europeos a la política ambiental de Bolsonaro.

Ahora, si surgieran tensiones entre los dos principales socios del Mercosur, el pacto podría quedar en el olvido. Así como otros esfuerzos de cooperación regional e internacional.

"La relación entre la Argentina y Brasil es mucho más que un vínculo bilateral, es un pilar para toda la dinámica política en América del Sur. Si estos dos países no se entienden, nada funciona desde el punto de vista de la cooperación regional. La región estuvo muy fragmentada hasta los 80, la coordinación estratégica solo se empezó a dar después del tratado de 1991, que fue el gran momento de la diplomacia argentina y brasileña", indicó Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas, en San Pablo.

La sintonía entre el Palacio San Martín y el Palacio de Itamaraty produjo resultados positivos en el marco de la ONU y la Organización de los Estados Americanos (OEA), en temas tan variados como las misiones de paz, el uso pacífico de la energía nuclear, la agricultura, el combate al narcotráfico, la migración, el proceso de paz en Colombia o la actual crisis en Venezuela.

"La cooperación entre la Argentina y Brasil le dio una voz a América del Sur en el G-20, foro en el que cada país por si solo no hubiera tenido peso ni relevancia", destacó Stuenkel, que recordó que ambos países también aspiran a formar parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Ahora, los ataques verbales entre Bolsonaro y Fernández hacen prever un regreso a viejas preocupaciones de rivalidad militar. "La retomada de una visión conflictiva entre Brasil y la Argentina tendría serias consecuencias para la política de defensa brasileña. Los militares deberían establecer mayores controles fronterizos y eso crearía un gran problema porque las Fuerzas Armadas brasileñas no pueden estar en todas las fronteras", advirtió Mónica Hirst, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad de San Pablo.

Para la especialista, Estados Unidos -que ya intentó obstaculizar el acuerdo entre el Mercosur y la UE- buscaría aprovechar la situación creando la expectativa de un vínculo especial con Brasil, que con Bolsonaro se volvería representante de los intereses estadounidenses en América del Sur contra el avance de las fuerzas de izquierda. "En el contexto de tensiones crecientes con Venezuela, el hostigamiento de Bolsonaro a la Argentina generaría una turbulencia política enorme en la región, profundizaría la fragmentación", recalcó.

Para evitar llegar a esas instancias tan perjudiciales, el exembajador brasileño en la Argentina Marcos Azambuja (1992-1997) exhortó a Bolsonaro y a Fernández a dejar de lado la escalada retórica antes de que sea demasiado tarde y concentrarse en retomar discursos más sobrios, maduros y constructivos.

"No podemos dejar que la incontinencia verbal y la imprudencia de nuestros líderes afecten la relación", dijo Azambuja.