AP Explica: La cumbre de Madrid queda debajo de expectativas

Miembros de la cumbre climática COP25 hablan antes de la plenaria de cierre, el domingo 15 de diciembre de 2019, en Madrid. (AP Foto/Bernat Armangue)

MADRID (AP) — La cumbre climática de las Naciones Unidas este año en Madrid, la más prolongada de las casi 25 reuniones anuales de ese tipo que se han efectuado, concluyó el domingo con los países que más contaminan resistiéndose a la exhortación para que redoblen sus esfuerzos en el combate al calentamiento global.

Los negociadores, que enfrentaban la complicada tarea de tratar de complacer a los científicos, a los manifestantes en las calles y a los gobiernos a los que representaban, a final de cuentas decepcionaron a muchos y postergaron temas fundamentales, como la regulación de los mercados globales de carbono, para que sean tratados en la reunión del año próximo en Glasgow, Escocia.

A continuación presentamos un vistazo a los principales temas que se resolvieron y los puntos de fricción que fueron postergados.

¿SE REQUIEREN OBJETIVOS MÁS AUDACES?

Aunque no era un tema en la agenda oficial, la mayoría de los participantes y de los observadores coincidieron en que las negociaciones de la ONU necesitaban enviar un mensaje más sonoro de que los países estaban dispuestos a establecer objetivos más audaces en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Eso fue mucho más ambicioso que el objetivo que finalmente se estableció en la así llamada declaración “Chile-Madrid, tiempo de actuar”, el cual simplemente se refiere a la “necesidad urgente” de reducir los gases de efecto invernadero que calientan el planeta para cumplir con las metas establecidas en el histórico acuerdo climático de París de 2015.

Los científicos señalan que las emisiones globales de dióxido de carbono y otros contaminantes deben empezar a descender lo más pronto posible para cumplir la meta de París de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados Celsius (3,6 Fahrenheit), y preferentemente en 1,5 Celsius (2,7 Fahrenheit) para fines del siglo.

Dicho acuerdo les permitió a los países establecer sus propios objetivos de reducción de emisiones —a los que se llamó contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus iniciales en inglés)—, los cuales serían revisados periódicamente e incrementados de ser necesario. Los objetivos actuales de emisiones encaminan al planeta a un aumento de 3 a 4 grados Celsius en la temperatura global para 2100, por lo que los científicos aseguran que se necesitan reducciones más drásticas y deberían anunciarse antes de la cumbre climática del próximo año en Glasgow.

“En 2020 la curva de emisiones globales necesita dejar de ascender y empezar a descender; para 2030 es necesario reducir las emisiones a la mitad, y que en 2050 las cero emisiones netas sean una realidad”, dijo Johan Rockstrom, director del Instituto de Investigación sobre el Impacto Climático en Postdam.

“Es posible lograr esto, con las tecnologías existentes y dentro de nuestra economía actual”, dijo el respetado científico climático. “La ventana de oportunidad está abierta, aunque sólo un poco”.

¿CÓMO REGULAR LOS MERCADOS DE CARBONO GLOBALES?

Los economistas señalan que los mecanismos de mercado pueden acelerar el cambio en el uso de combustibles fósiles a fuentes de energía renovables. Una forma de hacerlo es poniéndole un precio al dióxido de carbono, el gas más abundante de efecto invernadero generado por el hombre, y reducir gradualmente la cantidad que se le permite emitir a países y compañías.

La Unión Europea y algunas otras jurisdicciones en el mundo ya tienen sistemas comerciales de emisiones limitadas para comprar y vender créditos de carbono.

El Acuerdo de París pretendía establecer las reglas del mercado de carbono a una escala global.

Pero es complicado establecer dichas reglas para un mercado robusto y ambientalmente efectivo y vincularlo con los sistemas existentes. También lo es la cuestión de designar un porcentaje de los ingresos para ayudar a los países a adaptarse a los efectos de las temperaturas más elevadas.

El principal punto de resistencia yace en los viejos créditos de carbono que quedaron del ahora desacreditado sistema establecido en el Protocolo de Kioto de 1997. Durante las últimas dos semanas en Madrid, países en desarrollo como Brasil insistieron en conservar dichos créditos, además de resistirse a una contabilidad estricta en transacciones a futuro.

Al final se impuso el argumento de que los mercados de carbono no son lo suficientemente transparentes y dejan abiertos resquicios legales que permiten una doble contabilización con la que se pueden socavar los esfuerzos para reducir las emisiones, por lo que la decisión al respecto se postergó hasta la cumbre de Glasgow.

AYUDA A LOS PAÍSES POBRES

A este asunto se le llama “pérdida y daño” en el vocabulario utilizado en estas cumbres. En esencia, hace muchos años se reconoció que las naciones en vías de desarrollo son mucho más vulnerables a los efectos negativos del cambio climático, a pesar de que son las que menos contribuyen al problema.

En 2013 se logró un acuerdo tentativo de que los países más ricos las ayudarían a cubrir los gastos, pero atribuir desastres climáticos específicos como huracanes e inundaciones, o los cambios lentos pero irreversibles como el incremento en los niveles del mar y la desertificación, al cambio climático siguen siendo cuestiones delicadas debido a los posibles costos involucrados.

Estados Unidos, en particular, se había opuesto a cualquier referencia de una posible responsabilidad en las conclusiones de la cumbre, y se anotó una victoria cuando la decisión al respecto también se pospuso para el próximo año.

Los países en vías de desarrollo exigen que las compensaciones sean un tema distinto a los fondos para ayudar a los países a adaptarse y mitigar los efectos de un planeta más caliente. El Fondo Climático Verde, establecido con ese objetivo, actualmente está lejos de alcanzar su objetivo de 100.000 millones de dólares anuales en contribuciones.

PRESIÓN DESDE LAS CALLES

Chile, que presidió la conferencia, eligió darle el eslogan “Tiempo de actuar”.

El lema es similar a las peticiones directas y francas de los manifestantes, que montaron multitudinarias protestas en todo el mundo durante el último año para exigir que los líderes se tomen en serio la que llaman “emergencia climática”.

Los países de la Unión Europea respondieron a la presión pública esta semana al acordar un objetivo a largo plazo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del bloque a un cero neto, lo que significa que cualquier residuo será compensado con medidas para la reducción de carbono.

Algunos expertos y ministros de la UE esperaban que esta señal emitida por Bruselas impulsara las negociaciones en Madrid. Sin embargo, cuando mucho reveló la enorme brecha existente entre lo que los países pueden acordar a nivel regional y lo que el proceso de la ONU es capaz de lograr.