Anya Taylor-Joy sigue sin entender por lo que pasó

Anya Taylor-Joy sollozaba mientras veía Furiosa en un primer corte: “Adoraba a una persona a la que no podía proteger. Había fuerzas superiores a mí” (Ariel Fisher/The New York Times)
Anya Taylor-Joy sollozaba mientras veía Furiosa en un primer corte: “Adoraba a una persona a la que no podía proteger. Había fuerzas superiores a mí” (Ariel Fisher/The New York Times)

No hay nada normal en hacer una película de Mad Max, y Anya Taylor-Joy lo sabía cuando firmó para protagonizar Furiosa: de la saga Mad Max, la nueva película de la larga serie de acción de George Miller.

“Quería cambiar”, dijo. “Quería que me pusieran en una situación in extremis en la que no tuviera más remedio que crecer. Y lo logré”.

Las pruebas de fuego no arden mucho más que la conflagración que consumió Mad Max: Fury Road (2015), la película más reciente de la franquicia, que fue una de las producciones más infames y difíciles de la historia de Hollywood. La película, en la que se trabajó durante casi dos décadas, fue interrumpida en varias ocasiones por los ejecutivos del estudio, quienes temían estar produciendo un despilfarro de dinero. Y los constantes enfrentamientos entre Tom Hardy y Charlize Theron, dos de sus estrellas, en el remoto desierto de Namibia requirieron una intervención externa.

A pesar de todos estos contratiempos, Fury Road fue aclamada en el momento de su estreno como una de las mejores películas de acción jamás rodadas; ganaría seis Oscar y figuraría en las listas de lo mejor de la década de muchos críticos. Su éxito allanó el camino para
Furiosa
, la precuela que se estrenará el 24 de mayo y en la que Taylor-Joy, de 28 años, interpreta a una versión más joven de la icónica guerrera de Theron.

Arrancada de su idílico hogar por unos bandidos, Furiosa crece entre dos captores, el psicópata charlatán Dementus (Chris Hemsworth) y el corpulento guerrero Immortan Joe (Lachy Hulme). Furiosa se enfrenta a peligros constantes en ambos bandos, y se esfuerza por sobrevivir lo suficiente para escapar, deseosa de vengarse de quien se lo ha arrebatado todo.

Aunque la interpretación de Theron sigue proyectando una larga sombra, Taylor-Joy se impone en el papel con una ferocidad formidable: bajo la grasa que Furiosa se embadurna en la cara como si fuera pintura de guerra, los inconfundibles ojos rasgados de la actriz brillan con una ira justificada. Para encarnar el papel de Furiosa, se sometió a una dura prueba emocional y física durante seis meses y medio. ¿Cómo se sintió a finales de 2022, cuando por fin terminó la ardua producción?

“Anya tiene mucho de esa vieja escuela de estrellas de Hollywood”, dijo Edgar Wright, quien dirigió a Taylor-Joy en El misterio de soho. (Ariel Fisher/The New York Times)
“Anya tiene mucho de esa vieja escuela de estrellas de Hollywood”, dijo Edgar Wright, quien dirigió a Taylor-Joy en El misterio de soho. (Ariel Fisher/The New York Times)

“Como si supiera que iba a necesitar los dos años que tardó en estrenarse la película para poder superarla”, dijo.

EL ESTRENO DE
FURIOSA
pondrá a prueba el incipiente estrellato de Taylor-Joy. Aunque ha trabajado de manera constante desde su irrupción cinematográfica en
La bruja
(2016), su perfil se elevó rápidamente hace cuatro años cuando interpretó a una prodigio del ajedrez en
Gambito de dama
, la exitosa serie limitada de Netflix, también tuvo un cameo sorpresa en Dune: parte dos que la colocó en compañía de Timothée Chalamet, Zendaya y Florence Pugh —tres de los pocos actores menores de 30 años que se consideran estrellas de cine financiables— y sirvió como prueba de que Hollywood espera añadir a Taylor-Joy a esa dorada “lista A”.

A finales de abril, nos reunimos para comer en el restaurante de la azotea de un hotel de Beverly Hills. Tranquila pero conversadora, Taylor-Joy estaba animada y mostró la atenta curiosidad de un actor. Me hacía casi tantas preguntas como yo a ella, y siempre que le llamaban la atención mis giros o mis gestos, los repetía y los perfeccionaba, haciéndolos mejor que yo mismo. Uno de los dones de Taylor-Joy como intérprete es la precisión: se formó como bailarina de ballet hasta los 15 años y sabe cómo dar ser precisa.

“Me siento más viva en un set cuando puedo combinar perfectamente una emoción con algo técnico y convertirme en una especie de mezcla entre lo orgánico y la máquina”, dijo.

Su consumado conocimiento de la cámara se aprecia incluso fuera de los escenarios. Mientras estaba en la alfombra roja de los Oscar de este año, vi a Taylor-Joy posar para el Glambot del canal E!, una cámara a cámara lenta que la rodeaba a gran velocidad, y cuando giraba y agitaba su larga melena platino, sus ojos seguían a la cámara con tal exactitud que resultaba casi temible.

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“Siempre he tenido la teoría de que hay una diferencia entre un actor y una estrella de cine”, dijo el director Edgar Wright, quien trabajó con Taylor-Joy en
El misterio de soho
(2021) y se la recomendó a Miller para el papel de Furiosa. “Un actor puede desaparecer por completo, pero una estrella de cine puede hacer eso y también tener conciencia de la cámara de la misma manera en que lo harían Marlene Dietrich o Greta Garbo o Cary Grant. Anya tiene mucho de esa vieja escuela de estrellas de Hollywood”.

Esas habilidades le sirvieron en Furiosa, que le exigía más de lo que nunca había dado a un papel. “Todos mis personajes son reales para mí”, afirmó. “El nivel de protección que siento por ellos nunca cambia: defiendo, hasta la exageración, sus intereses”. Los personajes de la película fueron constantemente llevados al límite y el rodaje, realizado en Australia, exigió a Taylor-Joy y a sus coprotagonistas habitar un espacio muy intenso durante largos periodos de tiempo sin apenas tener algún respiro.

“Lo que te piden que hagas y muestres emocionalmente es agotador”, dijo Hemsworth, quien elogió a Taylor-Joy por estar a la altura del desafío. “Lo que hizo me pareció inspirador porque estuvo allí todos los días durante meses y fue tan ferozmente protectora con el personaje como uno quisiera”.

Sin embargo, Taylor-Joy me dijo que defender a Furiosa a menudo le parecía una experiencia solitaria.

“Nunca he estado más sola que cuando hice esa película”, dijo, eligiendo cuidadosamente sus palabras. “No quiero profundizar demasiado en eso, pero todo lo que pensé que iba a ser fácil fue duro”.

Su reticencia me recordó a cuando hablé por primera vez con los actores que habían hecho Fury Road: la desesperación de los personajes durante el rodaje se trasladó a sus vidas reales, y desentrañar esa experiencia les llevó mucho tiempo. Intuyendo que estaba eludiendo un tema delicado, le pregunté a Taylor-Joy qué era exactamente lo que le había resultado más difícil de lo que esperaba de Furiosa. Durante cinco largos segundos, contempló la posibilidad de darme una respuesta.

“Siguiente pregunta, lo siento”, dijo. Había una mirada lejana en sus ojos, como si una parte de ella se hubiera quedado atrás en ese páramo. “Llámame dentro de 20 años”, dijo. “Llámame dentro de 20 años”.

NO MUCHO DESPUÉS de rodar La bruja, Taylor-Joy, quien en parte es argentina, estaba en Buenos Aires pasando el rato con un amigo cuando apareció su hermano mayor en una Ducati memorablemente genial. Cuando el hermano vio que Taylor-Joy le echaba el ojo a su moto, se ofreció a dejarla conducirla.

“La verdad es que iba bastante bien”, me dijo. “Solo que no conseguía arrancarla sin que petardeara”, recordó, y “me estrellé contra un árbol”. Se dio un golpecito en una cicatriz tenue en la rodilla, y dijo: “Me quedó esto”.

Ese accidente fue un obstáculo emocional para Taylor-Joy, y tuvo que superarlo durante su año de preparación para Furiosa, que incluyó montar en moto, entrenamiento de fuerza y conducción de acrobacias. (El hecho de que aún no haya sacado la licencia de conducir también le dio un toque especial al trabajo). Al principio temía que dominar la coreografía de acción fuera la parte más difícil de Furiosa —después de todo, Fury Road tenía algunas de las secuencias de acrobacias más intimidantes en la historia de los rodajes—, pero descubrió, para su sorpresa, que era lo ideal para su perfeccionismo.

Con la coreografía de acción, “puedes hacerlo más o menos bien, puedes hacerlo casi bien o puedes hacerlo bien”, dijo, “y yo siempre quiero hacerlo bien”. La sensación de mejora tangible después de cada toma la tenía enganchada: “Cuando mi cerebro analítico funciona de esa manera, me siento muy viva y decidida”.

La secuencia de acción central de la película, un asalto dramático a la plataforma de guerra donde Furiosa se había escondido, requirió 197 tomas que tardaron todo el tiempo de producción en completarse. Con todos esos momentos de acción en el plan —la mayoría de ellos planos de segundos en los que Taylor-Joy trepaba, conducía, se agachaba y luchaba—, ¿pasaron semanas en el plató en las que no pronunció ni una sola línea?

“Meses”, dijo. Y algunos de los límites impuestos a su actuación la desconcertaron al principio.

“Quiero decir de antemano que adoro a George al cien por ciento y que si vas a hacer algo así, quieres estar en manos de alguien como George Miller”, afirmó. “Pero él tenía una idea muy, muy estricta de cómo era la cara de guerra de Furiosa, y eso solo me permitió mis ojos durante una gran parte de la película. Era muy de ‘boca cerrada, sin emoción, habla con los ojos’. Eso es todo, eso es todo lo que tienes”.

En palabras de Miller, esa especie de quietud pretendía dar un toque mitológico.

“Si nos fijamos en los héroes clásicos, casi inevitablemente masculinos —volviendo a John Wayne y Clint Eastwood— suelen ser muy lacónicos”, explicó, y añadió que las actuaciones mudas de Holly Hunter en El piano y Jane Wyman en Johnny Belinda les valieron sendos Oscar. “Cuando tienes a alguien con muchas cosas entre manos y está callado, el público se está enterando de muchas cosas. Es algo que solo se puede hacer en el cine”.

Taylor-Joy entendió el punto de vista de Miller, pero seguía pensando que a Furiosa se le debía una erupción. “Soy una firme defensora de la rabia femenina”, dijo, señalando que en demasiadas películas, a los personajes femeninos se les hace soportar todo tipo de penurias mientras solo lloran una delicada lágrima.

“Somos animales, y hay un momento en el que alguien estalla”, dijo. “Hay un grito en esa película, y no bromeo cuando te digo que luché por ese grito durante tres meses”.

Durante el rodaje de Fury Road, Theron llevó a cabo una campaña similar en nombre del personaje, argumentando que cuando Furiosa llegaba a su punto más bajo, exigía algún tipo de arrebato catártico. Miller acabó concediendo ese deseo, y el resultado —una escena improvisada por Theron en la que Furiosa cae de rodillas y suelta un grito primitivo— dio a la película uno de sus momentos más icónicos. Cuando le comenté esa negociación a Taylor-Joy, asintió.

“Con George, es un juego largo”, dijo Taylor-Joy. “Plantas la semilla el primer día, la dejas durante un tiempo y luego la controlas”. Una vez, debatió la elección de un personaje con tanta intensidad que se le quebró la voz delante de Miller y se echó a llorar. “Él decía: ‘Te preocupas tanto, es precioso’. Y yo le dije: ‘¡Estoy intentando decirte algo!”.

Sin embargo, uno de sus principales objetivos era asegurarse de que el director, de 79 años, se sintiera siempre respetado.

“Quería asegurarme de que nunca fuera insolente de ninguna manera, que siempre fuera una conversación”, dijo. “Al fin y al cabo, esa es su visión. Yo puedo presentar todo lo que tengo, pero su palabra es la que vale”.

CUANDO UN PROYECTO supone un reto para Taylor-Joy, siempre hay algo que perdura. Años después de rodar Gambito de dama, la idea de jugar al ajedrez con un amigo sigue pareciéndole demasiado tensa. Mientras almorzábamos, se preguntaba cuánto tiempo tardaría en ver con perspectiva cómo la había cambiado Furiosa.

“Nunca me arrepentiré de esta experiencia, a muchos niveles, pero es una historia muy particular”, dijo. “No hay nadie en el mundo que haya hecho una película de Mad Max, y juro por Dios que todos los que he conocido que lo han hecho nos miramos a los ojos: Lo sabemos. Hay un parentesco inmediato en el sentido de: ‘Te veo’”.

Algún día, espera hablar de todo esto con Theron. “Nos vimos muy, muy brevemente en los Oscar, y ella es maravillosa”, dijo Taylor-Joy. “Pero nos debemos una cena”.

Y luego está el asunto de la propia película.

“Tengo curiosidad por saber, cuando la vea, si podré volver a verla”, me dijo. En el momento de la entrevista, lo único que había visto era un primer montaje en blanco y negro, antes de que se añadieran todos los efectos especiales, e incluso ver eso fue una experiencia emocional: “A los dos minutos estoy sollozando”.

¿Qué la hizo estallar? “Adoraba a una persona a la que no podía proteger”, dijo con simpleza. “Había fuerzas superiores a mí”.

En cierto modo, Taylor-Joy dijo que todavía lleva a Furiosa con ella, señalando que salió de la película “siendo capaz de defenderme más. Parte de la protección y el amor que sentí hacia ella los he trasladado a mi vida real”. Pero también ha querido empezar a trazar una línea más grande entre sus personajes y ella misma.

“He pasado 10 años haciendo que otras personas fueran reales”, dice. “He podido ir por la vida metiendo experiencias en una mochila y pensando constantemente: ‘Bueno, ahora no puedo ocuparme de esto porque tengo que atenderla’. Y, de nuevo, parece que esto sigue apareciendo en esta entrevista, pero yo pensaba: ‘Ahora mismo soy una máquina. Solo corro. Me metes en el armario cuatro horas y me sacas por la mañana y luego voy y hago lo que tengo que hacer’”.

La huelga de actores del año pasado obligó a Taylor-Joy a sentarse por fin y enfrentarse a sus propios deseos. “Me dije: ‘¿Qué hago para divertirme? ¿Qué es lo que me divierte?”, dijo. Así que se ha aplicado al papel de vivir de verdad, ya sea aficionándose al baloncesto —habló efusivamente de un partido de los Knicks al que acababa de ir con su marido, el músico y actor Malcolm McRae— o recorriendo en karts un par de kilómetros desde Griffith Park hasta el terreno de Warner Bros. en Burbank.

“Me di cuenta de que no necesito descansar mientras tenga algo con lo que me pueda maravillar constantemente”, dijo. Un viaje reciente a Yosemite le dio mucho en qué pensar: “¿Por qué escalar una montaña y luego escalar otra montaña y luego escalar otra montaña es algo tan honesto y profundo?”.

Me pregunté si tal vez le había proporcionado el tipo de desafío de la vida real que le atrae en su trabajo, en el que te enfrentas a cosas que creías que no podías hacer y luego, al lograrlas, te das cuenta de que te has hecho más fuerte de lo que creías. La expresión de su cara me dijo que le parecía bien no saberlo todavía. Quizá se lo vuelva a preguntar dentro de 20 años.


Kyle Buchanan
es periodista de cultura pop y se desempeña como el columnista de la temporada de premios del Times. Es autor de Blood, Sweat & Chrome: The Wild and True Story of Mad Max: Fury Road. Más de Kyle Buchanan

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