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¿Quién es Andrew Parker Bowles?

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 3 (EL UNIVERSAL).- Entre los más de 2 mil invitados a la coronación de Carlos III, este 6 de mayo, hay uno que llama particularmente la atención: Andrew Parker Bowles, el exesposo de la reina Camila.

Se esperaba que acudieran los hijos y nietos de la reina, algunos de los cuales fungirán como pajes en la coronación, pero la invitación a Parker sorprendió a muchos. Lo cierto es que lo unen muchos lazos a la familia real británica.

Parker estuvo casado con Camila 21 años, a pesar de que durante ese tiempo ella fue amante del príncipe Carlos; se divorciaron en 1995, cuando la princesa Diana hizo estallar el escándalo al revelar que en su matrimonio "eran tres", en alusión a Camila.

----Andrew Parker, más cercano a la familia real de lo que se cree

Parker, de 83 años, exoficial del ejército, fue jinete, es jugador de polo, presidente de una inmobiliaria, lleva una muy buena relación con Camila.

No sólo suele almorzar con ella, sino que Camila le pidió representarla en un compromiso oficial: el funeral de John Bowes-Lyon, primo segundo de la reina Isabel, en octubre pasado.

"Andrew siempre está contento de hacer lo que la familia real le pide, y sigue teniendo una relación muy estrecha con Camila", dijo un amigo de Parker al diario británico "Daily Mail".

Por extraño que parezca, también es amigo del rey Carlos III. Pero su cercanía con la familia real no para allí.

Es padrino de Zara Tindall, hija de la princesa Ana, de quien Parker fue un antiguo amor.

Parker y Camila tienen dos hijos: Thomas Parker Bowles y Laura Lopes.

Tampoco es la primera coronación para Parker: él mismo fue paje en la coronación de Isabel II, en 1953.

Más de 2 mil personas, entre jefes de Estado, reyes y miembros de diversas monarquías, políticos y representantes de la sociedad civil asistirán el sábado a la ceremonia en la Abadía de Westminster, en el centro de Londres. Los festejos por la coronación de Carlos III y la reina Camila se extenderán hasta el lunes. El nuevo monarca decidió hacer una ceremonia "reducida", ante las críticas de los británicos por los gastos que representa la monarquía.