El raro trastorno mental que te hace alucinar viendo liliputienses

Mundo liliputiense. (Imagen Creative Commons vista en el Flickr de Tania de la Paz).
Mundo liliputiense. (Imagen Creative Commons vista en el Flickr de Tania de la Paz).

Al igual que nuestro ilustre Miguel de Cervantes no pretendía hacer una novela de caballería con su celebérrimo “Don Quijote” sino simplemente reírse del género, el párroco irlandés Jonathan Swift no quería escribir otro libro sobre viajes (relatos muy en boga en la Europa del siglo XVIII que le tocó vivir) sino simplemente satirizar esta clase de obras con su – hoy clásico universal – “Los viajes de Gulliver”.

Estoy convencido de que los liliputienses que poblaban la obra de Swift fueron simplemente producto de su imaginación. Existen otros “duendes” en cambio, que pese a que también nacen del cerebro de quien los ve, no tienen la connotación festiva de los literarios, sino que están unidos a un trastorno mental. Quien se enfrenta ellos, ve a seres minúsculos frente a él, por miles, a veces millones. Enanos que son, para la mente enferma que los observa, criaturas que lucen de forma realista y “en detalle” (por usar la expresión de uno de los enfermos que sufren esta rara alucinación).

El trastorno, por lo que puedo leer, fue descrito por primera vez en 1909 por el famoso psiquiatra francés Raoul Leroy, quien lo experimentó en primera persona. Ante él, aparecieron múltiples figuras, todas coloridas, amistosas y de apariencia variable. Todas, eso sí, compartían una característica: eran absolutamente diminutas. No es de extrañar que cuando plasmó por escrito lo que había vivido, denominase a los personajes en miniatura “alucinaciones liliputienses”. El homenaje a Swift era inevitable.

Desde entonces, debido seguramente a que el trastorno sucede en contadas ocasiones, no se había realizado una revisión sistemática de los estudios publicados sobre estas alucinaciones. Todo eso ha cambiado gracias al trabajo del investigador Jan Dirk Blom (profesor de neurología en la Universidad de Leiden, Países Bajos) que ha efectuado un meta-estudio sobre el asunto con intención de determinar su frecuencia, su naturaleza (amenazante o no) y posibles tratamientos. El resultado de su trabajo acaba de publicarse en Neuroscience and Biobehavioural Reviews.

Imagen del Parque Gulliver abandonado en Japón. Al fondo el totémico Monte Fuji. (Imagen vista en Destino Infinito).
Imagen del Parque Gulliver abandonado en Japón. Al fondo el totémico Monte Fuji. (Imagen vista en Destino Infinito).

Por lo que puedo leer en el trabajo de Blom, parece que quienes sufren alucinaciones liliputienses ven una amplia variedad de personajes diferentes, que deambulan por el mundo frente a ellos y con los que a veces llegan a interactuar. Pero no hablamos de criaturas contadas, no, en algunos casos aparecen por miles y en otros, más raros aún, incluso millones. Con una altura promedio de solo 23 centímetros, estos seres pueden estar presentes solo unos segundos, o poblar la visión de quien los observa durante décadas.

En su revisión, Blom examinó 145 informes de casos, que incluían 226 descripciones de estas criaturas imaginadas. Muchos de los casos eran tan antiguos que no había forma de comprobar su fiabilidad, de modo que el neurólogo holandés trabajó con los recursos disponibles, de la manera más fiel posible.

Las descripciones, y cito literalmente al autor del trabajo: “involucraban a hombres diminutos, mujeres, niños, gnomos, duendes o enanos, a menudo vestidos de manera llamativa como arlequines, payasos, bailarines, soldados, campesinos, 'mandarines', personajes con trajes de caftán, etc.” Uno de los comentarios recurrente sobre las figuritas en cuestión, era que se "representaban con exquisito detalle".

En cuanto a las conclusiones sobre la frecuencia con la que se da este trastorno, tras revisar los estudios históricos, Blom estimó que apenas entre 30 y 80 pacientes psiquiátricos clínicos de cada 10.000 experimentarán alucinaciones liliputienses, lo que las hace notablemente raras. Sin embargo, estas alucinaciones no fueron tan inofensivas como Leroy pensó en 1909, ya que el 18% de estas alucinaciones que se vuelven crónicas y el 8% de los pacientes mueren mientras las experimentan. Es probable que las alucinaciones no hayan causado directamente estas muertes, pero las causas subyacentes pueden haber contribuido significativamente. Además, la revisión de Blom también refutó las declaraciones anteriores de Leroy acerca de que las figuras eran amistosas y afables, ya que un buen número de las alucinaciones (46% de todos los casos) estaban asociadas a sentimientos negativos, y quienes las padecían empleaban adjetivos como "atemorizantes" o "molestas" al referirse a ellas.

Para comprender cómo ocurrían estas alucinaciones, Blom analizó las correlaciones entre su presencia y otras afecciones psiquiátricas. En el 50% de los casos, estas figuras en miniatura aparecieron cuando el paciente tenía un trastorno del espectro esquizofrénico, trastorno por consumo de alcohol o pérdida de la visión, mientras que el otro 50 por ciento tenía una gran variedad de otras causas potenciales.

¿Y ahora qué? Bien, dado que es más que probable que estos seres liliputienses estén causados directamente por otras afecciones neurológicas, Blom sugiere que el tratamiento debe estar dirigido al problema predominante y no a las alucinaciones en sí.

¡Cada vez me sorprende más la mente humana!

Me enteré leyendo IFLScience.

PD. Alucinante lo del parque Gulliver abandonado en Japón que cuentan en Destino Infinito.

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