Alexander von Humboldt, el naturalista que se arruinó por contar la importancia de la naturaleza

Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland al pie del volcán del Chimborazo, cuadro de Friedrich Georg Weitsch (1810). <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Alexander_von_Humboldt#/media/Archivo:Humboldt-Bonpland_Chimborazo.jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wikimedia Commons;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Wikimedia Commons</a>

Alexander von Humboldt (1769-1859) fue uno de los personajes más famosos de su tiempo, y no solo en su Prusia natal sino en todo el mundo. Además de ser un científico de vanguardia en geografía, climatología, ecología y oceanografía, concedió gran importancia a la difusión del conocimiento hacia el conjunto de la sociedad.

Alexander von Humboldt (1769–1859) – pintura de Julius Schrader. <a href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Baron_Alexander_von_Humboldt_%281769%E2%80%931859%29_MET_DP-1411-001.jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wikimedia commons;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Wikimedia commons</a>
Alexander von Humboldt (1769–1859) – pintura de Julius Schrader. Wikimedia commons

Dedicó buena parte de su vida a dar conferencias, publicar libros y artículos, con un empeño que lo llevó a la ruina económica. Humboldt es uno de los diez maestros cuyas vidas y obras he recogido en el libro Grandes comunicadores de la ciencia. De Galileo a Rodríguez de la Fuente (Ed. Comares y Fundación Lilly, 2024).

Lo mejor de su vida

Corrían los últimos años del siglo XVIII cuando Humboldt solicitó permiso al rey Carlos IV para explorar las colonias españolas en América. Contra todo pronóstico, el monarca autorizó el viaje, al parecer impresionado por los conocimientos del joven y por el arsenal de instrumentos científico que portaba. Con ellos recorrió España, realizando mediciones que le sirvieron para demostrar que la península ibérica es, en esencia, una meseta. Durante el viaje levantó las sospechas de los campesinos, que pensaban que adoraba a la luna cuando realizaba sus observaciones nocturnas.

Ilustración de un cóndor (Vultur gryphus) <a href="https://www.sammlungen.hu-berlin.de/objekte/historische-sammlungen-der-universitaets-bibliothek/16601/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Universidad de Humboldt de Berlín;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Universidad de Humboldt de Berlín</a>, <a href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">CC BY</a>

Su viaje partió del puerto coruñés y le llevó, junto al botánico francés Aimé Bonpland, por tierras que hoy pertenecen a Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, México, Cuba y Estados Unidos. Fue una verdadera aventura, llena de peligros como el ataque de un jaguar, un accidentado recorrido por el río Orinoco –que casi terminó en naufragio– o el desplome de una pared de hielo, durante el ascenso a un volcán en los Andes. En esta cordillera, intentó sin éxito coronar el volcán Chimborazo, pero estableció un nuevo récord de altitud al alcanzar los 5 610 metros.

El primero en señalar la acción humana en el clima

La expedición sirvió para recoger datos científicos sobre la naturaleza: plantas, animales, minerales y climas. Describió alrededor de 60 000 especies de plantas, de las cuales alrededor de 1 500 eran nuevas para la ciencia.

Alejandro de Humboldt y Bonpland en la selva amazónica del río Casiquiare (óleo de Eduard Ender, hacia 1850). <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Alexander_von_Humboldt#/media/Archivo:Humboldt_and_Bonplant_in_the_Jungle.jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wikimedia commons;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Wikimedia commons</a>, <a href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">CC BY</a>

Humboldt fue un precursor de la ecología, al concebir el universo como un sistema donde todo está interconectado.

También fue el primero en señalar los efectos de la acción humana en el clima. Al analizar las transformaciones sufridas por el lago de Valencia (actualmente Venezuela), explicó que, cuando se destruían los bosques para ganar terrenos de cultivo, los manantiales y los cursos de los ríos se secaban. Y también que cada vez que caían fuertes lluvias en las cumbres, se formaban surcos que arrastraban la tierra suelta y formaban inundaciones.

Pagó sus propios libros

Prismas basálticos de Santa María Regla, por Alejandro de Humboldt, publicado en el libro <em>Vue des Cordillères et monuments des peuples indigènes de l'Amérique</em> ( <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Alexander_von_Humboldt#/media/Archivo:Vues_des_Cordill%C3%A8res,_et_monumens_des_peuples_indig%C3%A8nes_de_l'Am%C3%A9rique_(1813)_(14781309784).jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wikimedia commons;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Wikimedia commons</a>

Terminado el viaje, Humboldt regresó a Europa y se dedicó a dar a conocer sus hallazgos. Publicó 32 volúmenes de su Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente (1814 y 1831). Posteriormente publicó cinco tomos de su obra magna, Cosmos (1845-48), concebida como un compendio de todos los conocimientos sobre ciencias naturales existentes en la época.

Muchos de estos libros están impresos en grandes folios que contienen más de 1 400 lujosas ilustraciones realizadas por los mejores dibujantes de la época. En su edición original, algunos de estos volúmenes eran tan pesados que requerían dos personas para transportarlos. Fueron publicaciones muy costosas que el propio Humboldt costeó con su patrimonio personal, algo que finalmente lo llevó a la bancarrota.

En los grandes medios de comunicación

Su interés por democratizar la ciencia le llevó a utilizar, además de los libros, otros medios a su alcance.

Publicó alrededor de 750 artículos en los periódicos y revistas más importantes de su época, como Allgemeine Zeitung, The Economist, The Times, The New York Times y Diario de avisos (Caracas), entre otros muchos.

Humboldt fue también un orador de enorme talento. Sus 78 conferencias agrupadas bajo de título de Cosmos (1927-28), se convirtieron en el acontecimiento social del momento en Berlín. Su empeño democratizador le llevó a abrirlas a todas las personas interesadas, incluso a las mujeres, que en aquella época no tenían permitido el acceso a la universidad.

El propio Humboldt pagó de su bolsillo los costes de alquiler y calefacción de la gran sala de conferencias, en la que llegó a congregarse más de un millar de personas.

Toda su obra tiene una extraordinaria calidad literaria. En sus diarios de viaje deja claro que la ciencia y la poesía no son antagonistas sino complementarias:

“Las descripciones de la naturaleza pueden ser claramente delimitadas y científicamente precisas sin por eso perder el soplo vivificante de la imaginación. El carácter poético debe emerger de la relación entre sentidos e intelecto, debe emerger (…) de la unidad inherente a la propia naturaleza”.

Ya fuera mediante lenguaje escrito o hablado, Humboldt fue capaz de cautivar al público, lo cual le ayudó a aumentar su popularidad y, como consecuencia, su influencia como científico. Su vida y su trabajo demostraron que la comunicación pública es un elemento esencial para la ciencia.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Bienvenido León no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.