La alcaldesa de Los Ángeles quiere demostrar que es posible resolver el sinhogarismo
LOS ÁNGELES — Cuando Karen Bass asumió el cargo de alcaldesa de Los Ángeles con la encomienda de resolver el problema del sinhogarismo, Venice Beach era el tema prioritario en su lista de tareas.
A finales de 2022, más de 100 personas vivían ahí en una larga fila de tiendas de campaña instaladas frente a bungalós de millones de dólares, una tienda que vendía fundas para almohada de lino por 180 dólares y el gimnasio Gold’s Gym que hizo famoso Arnold Schwarzenegger.
Sin embargo, una mañana reciente en ese mismo barrio, los paseadores de perros recorrían las anchas banquetas sin grandes dificultades… y no había ni una sola tienda.
Esto es lo que Bass y sus aliados consideran progreso. Después de más de un año de su mandato, Los Ángeles, en general, tiene banquetas y parques más limpios. El problema es que el ímpetu en esta ciudad, la segunda más populosa del país, es frágil.
Inside Safe, el programa insignia de la alcaldesa que les ofrece habitaciones de motel a los residentes sin hogar que deciden abandonar los campamentos, es muy costoso, y la ciudad tiene problemas de presupuesto. La gente que está en los moteles afirma que su vida seguirá en el limbo mientras no reciban una vivienda permanente. Además, cada día hay más angelinos que se quedan sin techo y se forman nuevos campamentos.
Bass está agotando la paciencia de sus electores. Algunos propietarios opinan que no ha avanzado con suficiente agilidad. Por su parte, los activistas progresistas la acusan de haberse concentrado más en el aspecto estético de retirar las tiendas que en mudar a las personas a viviendas permanentes.
Cuando decidió postularse al cargo de alcalde, Bass, de 70 años, era una congresista demócrata con seis periodos cumplidos y una carrera exitosa en Washington D. C. Pero para esta antigua trabajadora social y asistente médica, las crecientes tensiones en su ciudad natal eran una experiencia inquietantemente familiar.
En los años noventa, según relató Bass, los electores culpaban a las personas con problemas de adicciones por las elevadas tasas de criminalidad. En consecuencia, las sanciones por los delitos relacionados con las drogas se volvieron más severas, lo que propició que se enviara a más personas a la cárcel. En los últimos años, Bass ha observado cómo se ha ido arraigando una percepción similar sobre las personas que viven en la calle.
“En mis recorridos por la ciudad durante el año y medio de campaña, me quedó muy claro que el problema más importante en el tema del sinhogarismo eran los campamentos”, señaló en una entrevista reciente. “Podría construir todas las viviendas del mundo, pero mientras hubiera tiendas de campaña, las personas no creerían que algo había pasado”.
En noviembre de 2022, Bass ganó la contienda por la alcaldía con casi 10 puntos de ventaja sobre Rick Caruso, un desarrollador adinerado que proponía retirar a las personas de la calle, de ser necesario con arrestos de por medio, y reubicarlas en campamentos de emergencia enormes. Cuando asumió el cargo un mes más tarde, Bass de inmediato declaró un estado de emergencia en la ciudad por el sinhogarismo para tener más flexibilidad.
Poco después, lanzó el programa Inside Safe, con el propósito de eliminar los campamentos más visibles que tenían frustrados desde hacía tiempo a los vecinos.
En el pasado, cuando los empleados de servicios a la comunidad ofrecían albergue, el primer paso era registrar a las personas sin techo en una lista cuyo orden de prioridad dependía, en esencia, de la probabilidad de que murieran en las calles. El proceso para encontrar camas disponibles tardaba semanas o incluso meses, tiempo más que suficiente para perder el contacto.
Miguel Santana, líder ciudadano con mucha experiencia y uno de los asesores de Bass, comentó que Inside Safe se fundamenta en la idea de que el problema era “usar las calles como sala de espera”.
En el primer año de la alcaldesa, los empleados de servicios a la comunidad visitaron alrededor de 35 campamentos en la ciudad. Dialogaron con los residentes en cada sitio y les plantearon la posibilidad de mudarse bajo techo. Dentro de lo posible, se mantuvo juntos a los residentes de cada campamento en un mismo motel cerca del barrio que conocían. Eso ayudó a conservar las comunidades que se habían forjado en las calles.
En solo un par de días, los empleados de servicios comunitarios de organizaciones sin fines de lucro y otras agencias regresaban con autobuses. A cada residente se le asignaba una persona responsable de darle seguimiento a su caso para determinar qué ayuda podría recibir y a dónde podría ir después del motel. Luego, empleados de recolección de basura de la ciudad recogían los desechos y artículos abandonados en el lugar.
Después de un tiempo, se corrió tanto la voz que otras personas sin techo en ocasiones iban a los campamentos con la esperanza de conseguir una habitación de motel.
La ciudad de Los Ángeles se encarga prácticamente de todo lo necesario para retirar a las personas de las calles, eliminar y limpiar los campamentos y hacer valer las leyes dentro de su jurisdicción. Pero el condado de Los Ángeles dirige las agencias que ofrecen vivienda a largo plazo, tratamientos relacionados con las drogas y servicios de salud.
Un aspecto crucial fue que Bass emprendió la difícil tarea de ir de la alcaldía a dialogar con la poderosa Junta de Supervisores del condado de Los Ángeles. Los funcionarios de la ciudad y el condado que llevan tiempo trabajando para el gobierno indicaron que fue una muestra de humildad nada común para un alcalde en funciones.
“De verdad he visto y sentido la diferencia”, afirmó Kathryn Barger, la integrante más conservadora de la junta, que representa un área suburbana conectada con terrenos agrícolas y zonas desérticas en la orilla norte del condado de Los Ángeles.
La oposición ha provenido de quienes tienen una postura más progresista y temen que Bass haya reforzado la criminalización de la pobreza.
“Cuando se lleva a cabo una operación de Inside Safe en una calle, quienes no tienen hogar no pueden regresar a ese lugar”, explicó Shayla Myers, abogada del despacho Legal Aid Foundation of Los Angeles, que con anterioridad demandó a la ciudad por supuestas violaciones a los derechos civiles de las personas sin techo. “Se trata de una respuesta necesaria para poder mostrar progreso, pero ignora por completo la realidad de la naturaleza cíclica del sinhogarismo”.
En una fonda tradicional del valle de San Fernando, Bass se reunió en diciembre con líderes empresariales que no tardaron en abordar el tema del sinhogarismo. En cierto punto, una mujer le dijo a la alcaldesa que hacía poco había pasado todo un día pensando cómo quitar excremento del paso hacia la entrada de una tienda local.
“¡Jesús!”, exclamó la alcaldesa, frente a una taza de té verde.
Larry Slade, quien encabeza el comité dedicado al sinhogarismo de la influyente asociación de colonos Sherman Oaks Homeowners Association, dijo que respalda a Bass. No obstante, todavía ve a personas en apuros importunar a comensales o clientes en Ventura Boulevard, una de las principales vías del área con negocios minoristas.
“Es un aluvión e intentamos protegernos apilando sacos de arena”, aseveró Slade. “Empiezo a preguntarme si el gobierno puede arreglar este problema”.
Los Ángeles no cuenta con suficiente vivienda asequible. En este momento, en la lista de espera del condado de Los Ángeles para recibir cupones de vivienda hay más de 29.000 personas. Bass firmó una orden ejecutiva diseñada para acelerar la construcción de vivienda asequible, pero los expertos calculan que podría pasar un año antes de que se pueda construir un número significativo de unidades adicionales.
De cualquier manera, Bass siente que ya logró una primera meta crucial: convencer a los angelinos de que sus vecinos sin hogar quieren un techo.
c.2024 The New York Times Company