‘Aladdin’, como salida de las ‘Mil y una noches’

Aunque el teatro musical sigue una fórmula que se remonta a sus mismísimos orígenes en Grecia, es una fórmula que no por antigua ha dejado ni dejará de funcionar. La combinación de una música agradable y pegajosa, los trajes llamativos y de vivos colores, la escenografía espectacular y coreografías ingeniosas para conducir una trama fácil y de contenido positivo donde se mezcla lo romántico con lo humorístico hizo que Aladdin, producción de la serie Broadway in Miami con la que comenzó el año 2023 en el Arsht Center, el 3 de enero, hace que la puesta sea todo un éxito.

El público ovacionó de pie, y sobre todo, los niños, porque esta es una versión de Disney, basada en el hermoso dibujo animado. Y son sin duda los niños los que más disfrutan del espectáculo. La infancia es la edad privilegiada en la que somos capaces de creer en todo. Los pequeños estaban tan inmersos en la trama, que en un momento en que el genio, magistralmente encarnado por Marcus M. Martin, dice varias veces Hello, una niñita en el publico, le respondió Hello, lo que provocó una oleada de risas en el público y a la vez una cálida atmósfera de ternura hacia la niña tan interesada en lo que pasaba en escena. Esa es la magia del teatro, y por eso es tan importante llevar a los niños a disfrutar esa experiencia desde la más temprana edad. No solo el recuerdo permanecerá para siempre en sus memorias, sino que también se creará un hábito cultural que les deparará sorpresas y alegrías toda la vida.

En este Aladdin, que sigue la línea principal del famoso cuento de las Mil y una noches árabes, con música de Alan Menken, libreto de Chad Beguelin y canciones de Howard Ashman, Tim Rice y Beguelin, hay de todo; aunque, orientado hacia los chicos, las escenas de lucha son caricaturizadas, de manera que las espadas y lanzas que se cruzan sirven para un complejo ballet, en el que aunque unos ganen, nadie muere, ni hay sangre ni nada desagradable, todo se desenvuelve como en una atmósfera onírica, de encantamiento. Hay efectos especiales (de Jeremy Chernick) que no quiero anticipar para que cuando vayan, los que no estuvieron en el estreno, se sorprendan y disfruten.

La orquesta bajo la dirección de James Dodgson, contribuye no poco al éxito de la obra y a su rítmico desarrollo. La música brilla con un eclecticismo posmoderno que va del jazz a la música de crooners tradicionales, con graciosas “quotes” al pop, el square dance, el tap dance, la salsa, la rumba y otros ritmos. La original coreografía de Casey Nicholaw, director de la puesta, es también un elemento decisivo en su éxito. Los números musicales donde se combinan dúos, tríos, grupos y escenas de la compañía completa son formidables y generan no solo asombro sino que aportan un derroche de energía que llega al público con toda su fuerza, y este corresponde con constantes aplausos.

Las actuaciones, hasta en los papeles menores, son de primera, y es de destacar, que los principales no solo son magníficos actores, sino excelentes bailarines y consumados cantantes. El teatro músical, en el que se incluye la obra, es sin duda el más difícil porque exige mucho de los que lo hacen al igual que del público, que debe suspender la credibilidad y aceptar que los personajes canten para comunicarse y que todo transcurra en una atmósfera de baile y canto, aunque la trama ofrezca peripecias violentas o tristes, como suele suceder en la ópera.

Es preciso destacar por encima de todo la labor de Martin, que logra un genio genial, y valga el juego de palabras. Tiene toda la gracia, la figura, la portentosa voz y la energía para brillar con su papel, y demuestra de paso, que se puede, con físico contundente, ser un magnífico bailarín. Adi Roy y Senzel Ahmadi son ideales para sus papeles de joven pareja enamorada que tiene que enfrentar la maldad de este mundo para lograr su felicidad en “un mundo completamente distinto”. Es justamente el número A whole new world que cantan a dúo en una de las más bellas escenas de la producción, lo que más cautivó en la noche del estreno. Aunque hay que decir que decir con números de baile como el de la caverna mágica y el de los tres amigos de Aladdin en su palacio también recibieron ovación.

Los personajes negativos, ya se sabe, no ganan muchos aplausos en el publico miamense, por bien que lo hagan. A veces han abucheado al malvado sin reconocer la labor del intérprete. En la noche del estreno, el mago malévolo y su compinche, encarnados por Anand Nagraj y Aaron Choi estuvieron muy bien, pero como se trata de Disney, inspiraban más risa que miedo.

Sin duda un espectáculo formidable y para todos los gustos y edades. ¿Qué mejor manera de comenzar el año?

‘Aladdin’ se mantiene en el Arsht Center hasta el 8 de enero. Información y entradas: 305 949 6722 y arshcenter.org. La próxima producción de Broadway in Miami será ‘Wicked’, del 15 de febrero al 5 de marzo.