Una agencia china de espionaje desafía a la CIA

El presidente Joe Biden con la computadora cuántica System One de IBM durante una visita a las instalaciones en Poughkeepsie, Nueva York, el 6 de octubre de 2022. (Erin Schaff/The New York Times)
El presidente Joe Biden con la computadora cuántica System One de IBM durante una visita a las instalaciones en Poughkeepsie, Nueva York, el 6 de octubre de 2022. (Erin Schaff/The New York Times)

Los espías chinos querían más. En reuniones celebradas durante la pandemia con contratistas tecnológicos chinos, se quejaron de que las cámaras de vigilancia que seguían a diplomáticos extranjeros, oficiales militares y agentes de inteligencia en el distrito de embajadas de Pekín no cubrían sus necesidades.

Los espías pidieron un programa de inteligencia artificial que creara expedientes instantáneos de todas las personas de interés de la zona y analizara sus patrones de comportamiento. Propusieron alimentar el programa de inteligencia artificial con información procedente de bases de datos y decenas de cámaras que incluiría matrículas de autos, datos de teléfonos móviles, contactos y mucho más.

Los perfiles generados por la IA permitirían a los espías chinos seleccionar objetivos y localizar sus redes y puntos vulnerables, según los memorandos de reuniones internas obtenidos por The New York Times.

Banderas estadounidenses se exhiben junto con banderas chinas en la parte superior de un triciclo el 16 de septiembre de 2018, en Pekín. En las últimas cuatro décadas, las universidades estadounidenses han educado a millones de estudiantes chinos, muchos de los cuales se han quedado en el país y se han convertido en destacados investigadores y profesores distinguidos. El número de estudiantes chinos en Estados Unidos ha disminuido, y la colaboración en investigación entre Estados Unidos y China se está reduciendo, ya que los académicos evitan proyectos potenciales con China por temor a que pequeños errores aparentes puedan poner fin a sus carreras. (Foto AP/Andy Wong, Archivo)

El interés de los espías por esta tecnología, develado aquí por primera vez, revela algunas de las vastas ambiciones del Ministerio de Seguridad del Estado, la principal agencia de inteligencia china. En los últimos años, se ha reforzado mediante un reclutamiento más amplio, incluso de ciudadanos estadounidenses. La agencia también se ha perfeccionado mediante una mejor formación, un mayor presupuesto y el uso de tecnologías avanzadas para intentar cumplir el objetivo de Xi Jinping, el líder chino, de que la nación compita con Estados Unidos como potencia económica y militar preeminente del mundo.

La agencia china, conocida como MSE, antes plagada de agentes cuya principal fuente de información eran los chismes en las cenas de las embajadas, se enfrenta ahora a la CIA en la recolección y el subterfugio en todo el mundo.

Hoy, los agentes chinos en Pekín tienen lo que pidieron: un sistema de inteligencia artificial que rastrea a los espías estadounidenses y a otras personas, dijeron funcionarios estadounidenses y una persona con conocimiento de la transacción, que compartió la información con la condición de que el Times no revele los nombres de las empresas contratantes implicadas. Al mismo tiempo, mientras el gasto de la CIA en China se ha duplicado desde el inicio del gobierno de Biden, Estados Unidos ha intensificado de manera drástica su espionaje sobre las empresas chinas y sus avances tecnológicos.

Este artículo se basa en entrevistas con más de dos decenas de funcionarios y exfuncionarios estadounidenses, la mayoría de los cuales hablaron bajo condición de mantener su anonimato, y en una revisión de documentos internos de empresas chinas y documentos públicos del MSE.

La competencia entre las agencias de espionaje de Estados Unidos y China se remonta a la rivalidad entre el KGB y la CIA durante la Guerra Fría. En aquella época, los soviéticos crearon una agencia capaz de robar los secretos más preciados de Estados Unidos y llevar a cabo operaciones encubiertas, al tiempo que creaban líderes políticos formidables, como el presidente ruso Vladimir Putin.

Sin embargo, hay una diferencia notable. Debido al auge económico y a las políticas industriales de China, el MSE puede utilizar tecnologías emergentes como la IA para desafiar a los directores de espionaje estadounidenses de una manera que los soviéticos no podían. Y esas tecnologías son premios mayores en las labores de espionaje de China y Estados Unidos.

“Para China en particular, explotar la tecnología existente o los secretos comerciales de otros se ha convertido en un atajo popular alentado por el gobierno”, aseguró Yun Sun, directora del programa de China en el Centro Stimson, un instituto de investigación con sede en Washington. “La urgencia y la intensidad del espionaje tecnológico han aumentado de manera considerable”.

Bandera de China
Bandera de China

El MSE ha intensificado su recopilación de inteligencia sobre empresas estadounidenses que desarrollan tecnología con usos tanto militares como civiles, mientras que la CIA, en un cambio con respecto incluso a hace unos años, está volcando recursos en la recopilación de datos sobre empresas chinas que desarrollan IA, computación cuántica y otras herramientas similares.

Aunque la comunidad de inteligencia estadounidense lleva mucho tiempo recopilando inteligencia económica, la recopilación de información detallada sobre avances tecnológicos comerciales al margen de las empresas de defensa era antes el tipo de espionaje que Estados Unidos evitaba.

Pero la información sobre el desarrollo de tecnologías emergentes por parte de China se considera ahora tan importante como adivinar su poderío militar convencional o las maquinaciones de sus dirigentes.

El director adjunto de la CIA, David Cohen, declaró que, bajo la presidencia de Joe Biden, la agencia estaba realizando inversiones y reorganizándose para afrontar el reto de recabar información sobre los avances chinos. La agencia ha puesto en marcha un centro de misiones sobre China y un centro de inteligencia tecnológica.

Hemos estado contando tanques y comprendiendo la capacidad de los misiles durante más tiempo del que hemos estado tan centrados en la capacidad de los semiconductores o los algoritmos de IA o los equipos biotecnológicos”, señaló Cohen en una entrevista.

No obstante, algunos responsables políticos afirman en privado que la labor sigue siendo insuficiente, y que las empresas y el Ejército chinos están sorprendiendo al gobierno estadounidense con sus avances.

El gobierno central de Pekín creó el Ministerio de Seguridad del Estado en 1983, durante una reorganización de las unidades de seguridad. Durante décadas, la agencia luchó por ganarse el favor de los líderes del partido. Su rival chino, los servicios de inteligencia del Ejército Popular de Liberación, disponía de mayores recursos y mejores técnicas, especialmente en ciberespionaje.

El MSE mejoró de manera gradual sus tácticas, obtuvo mayores presupuestos e incluso adquirió experiencia empresarial. Según Peter Mattis, exanalista de la CIA y coautor de un libro sobre el espionaje chino, algunos agentes del MSE que iban a trabajar encubiertos como empresarios eran enviados a oficinas del sector privado para recibir formación.

Los agentes chinos también ampliaron sus objetivos de reclutamiento en el extranjero, incluso entre ciudadanos estadounidenses.

Las agencias de inteligencia estadounidenses se alarmaron tras descubrir que el MSE de Shanghái había reclutado a un estudiante estadounidense en China, Glenn Duffie Shriver, y consiguió que se presentara a la CIA y al Departamento de Estado. Shriver fue condenado en 2011 a cuatro años de prisión.

“Fue una gran señal de la mejora de las técnicas del MSE, que por primera vez tenía como objetivo a estadounidenses no chinos e intentaba penetrar en la comunidad de inteligencia de Estados Unidos”, afirmó John Culver, exanalista de inteligencia estadounidense.

El caso ha tenido consecuencias de gran alcance. Hizo que los funcionarios de contrainteligencia de Estados Unidos sospecharan más de los candidatos a puestos en el gobierno estadounidense que hubieran estudiado en China o tuvieran contactos allí, y dirigió su atención a las oficinas provinciales del MSE.

Las oficinas son sus propios feudos, situados fuera de la sede nacional de la agencia, que se encuentra en el complejo secreto de Xiyuan, al noroeste de Pekín. Bajo el mandato de Xi, se han vuelto más agresivas en sus operaciones en el extranjero, y algunas se han especializado en reclutar y dirigir informantes en Estados Unidos.

La oficina de la provincia de Jiangsu, junto a Shanghái, es otra de las que se centran en conseguir secretos estadounidenses, y en particular tecnologías de defensa, según funcionarios estadounidenses.

Sus agentes reclutaron a Ji Chaoqun poco antes de que fuera a Estados Unidos en 2013 para estudiar ingeniería en el Instituto de Tecnología de Illinois, en Chicago, según el Departamento de Justicia y documentos judiciales. Su controlador en el MSE, Xu Yanjun, consiguió que le proporcionara los nombres de al menos nueve personas en Estados Unidos para que la agencia de espionaje china tratara de reclutarlas para conseguir tecnologías aeroespaciales y de satélites.

Ji acabó alistándose en la Reserva del Ejército de Estados Unidos, donde pretendía obtener una habilitación de seguridad para poder, con el tiempo, solicitar trabajar en la CIA, el FBI o la NASA. Fue detenido en Chicago en 2018 y condenado este año a ocho años de prisión. Xu, su controlador, fue detenido en Bruselas en 2018, en una operación relacionada dirigida por el FBI, convirtiéndose en el primer agente del MSE extraditado a Estados Unidos.

El MSE suele contratar directamente en las universidades. En los últimos años, ha buscado expertos en tecnología, incluidos hackers, según dos personas con conocimiento de las actividades de contratación.

Lo que más preocupa a Pekín es que Estados Unidos y sus aliados puedan privar a China de conocimientos tecnológicos vitales para su crecimiento económico y militar.

El MSE ha estado promoviendo a expertos en Estados Unidos. A principios de este año, uno de estos analistas, Yuan Peng, presidente del principal instituto de investigación, apareció con un nuevo nombre, Yuan Yikun, como viceministro del propio ministerio. Al principio de su carrera, Yuan se relacionaba a menudo con académicos estadounidenses, algunos de los cuales lo consideraban un observador frío de Washington.

Mientras presidía el instituto de investigación, Yuan se convirtió en un defensor del amplio concepto de “seguridad nacional global” de Xi, que sitúa a Estados Unidos como la principal amenaza para el ascenso de China.

“Biden dijo ‘Estados Unidos ha vuelto’, pero el mundo no es el mismo que era, y si no puede seguir el ritmo de los enormes cambios globales, entonces este mundo cambiante se escapará inevitablemente del control de Estados Unidos”, escribió Yuan en una evaluación de la estrategia internacional publicada a principios de 2022. “A la hora de juzgar la actual gran estrategia estadounidense dentro de unas décadas, puede que se considere que su mayor error fue elegir a China como enemigo”.

c.2023 The New York Times Company

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