Si las acusaciones son ciertas, el caso de Diddy muestra el patrón de otro hombre poderoso abusivo | Opinión

No se han presentado cargos penales contra el magnate del hip hop Sean Combs, a pesar de que una de sus dos mansiones en Star Island –y otra en Los Ángeles– fueron allanadas por agentes de Seguridad Nacional el lunes. Es un hecho inquietante.

El interrogante: ¿Es Combs otro Jeffrey Epstein que creció en el sur de la Florida? La investigación federal sobre tráfico sexual, como informó el Herald, revelará pronto los delitos cometidos, si los hubo.

Una demanda civil presentada un mes antes de la redada alega que Combs, más conocido como Diddy, su personal y sus ejecutivos participaron en “graves actividades ilegales”, incluidos consumo de drogas, posesión de armas de fuego ilegales y suministro de bebidas alcohólicas adulteradas a trabajadoras sexuales drogadas y a menores, todo ello para el placer de Comb.

Si estas acusaciones son ciertas, Combs merece ser comparado y tratado como el difunto Epstein, el magnate de Hollywood Harvey Weinstein y el cantante R. Kelly, todos ellos en su día poderosos millonarios que usaron su influencia para aprovecharse de las mujeres.

Al igual que esos hombres, Combs cultivó una imagen de lujo y excesos que pudo haber sido usada para atraer a las mujeres a situaciones peligrosas o de explotación. En la casa de Combs en Star Island se celebraban frecuentes fiestas a todas horas con una puerta giratoria de desconocidos, según declaró al Herald un vecino .

¿Quién estuvo ahí voluntariamente y quién no? Esos detalles están envueltos en una nube de privilegios y puertas de hierro.

La demanda, presentada por el productor Rodney “Lil Rod” Jones, afirma que Combs dirigía una “extendida y peligrosa organización criminal de tráfico sexual”, desde nuestro patio trasero. Añade que Combs también lo manoseó y lo obligó a participar en actos sexuales. Combs resolvió en noviembre otra demanda presentada por la cantante Cassie, que lo acusó de haberla violado.

Jones afirmó en la demanda que Combs, su personal y los ejecutivos de su discográfica sabían de la existencia de actividades sexuales ilícitas y no deseadas en la Florida, Nueva York, California y las Islas Vírgenes de Estados Unidos, y que participaron en ellas, informó el Miami Herald.

En pocas palabras, Combs está acusado de aprovecharse de mujeres vulnerables, y también de hombres, y de traficar con ellos con la ayuda de un jet privado y una propiedad en una isla del Caribe. Algunos de los implicados fueron identificados como trabajadores sexuales reclutados en clubes de striptease de Miami, a instancias de Combs, alega Jones.

Esto recuerda al tipo de comportamiento de Epstein. También tenía un jet privado y una propiedad en el Caribe. Nadie debería ser capaz de ejercer el tipo de influencia desenfrenada que permite el tráfico de seres humanos y el abuso.

Una fuente dijo a reporteros del Miami Herald que Combs voló en su jet privado a Antigua después de hablar con los agentes federales en el Aeropuerto de Opa-Locka el lunes, pero se desconoce su paradero. Él no ha hecho comentarios. En diciembre, a raíz de cuatro demandas civiles presentadas por mujeres que alegaban que les había prometido lanzar sus carreras como cantantes, para luego abusar sexualmente de ellas, traficar con ellas y obligarlas a mantener relaciones sexuales con otras personas, declaró en Instagram: “Ya basta. Permítanme ser absolutamente claro: no hice ninguna de las cosas horribles que se alegan...”.

A través de las demandas civiles, hay indicios de que Combs cultivó un ambiente en el que sus víctimas temían hablar. Si las acusaciones son ciertas, entonces Combs usó su posición de poder sobre las aspirantes a artistas, modelos y asistentes de una manera comparable a los abusos en serie de Weinstein contra mujeres que esperaban avanzar en sus carreras en Hollywood.

La investigación federal sobre Combs no ha hecho más que empezar, y pudiera diluirse. Debería ser investigado. Nadie, por muy rico o famoso que sea, debería estar exento de responsabilidad cuando se trata de delitos tan monstruosos.

La industria del entretenimiento, y la sociedad en general, no pueden permitirse seguir dando carta blanca a hombres poderosos que usan su estatus para abusar sistemáticamente de otros.



Haga clic aquí para enviar la carta.