Un acuerdo “insuficiente” con Nicolás Maduro agita a la oposición venezolana

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, habla durante una reunión con el primer ministro de Belice, Johnny Briceño, en el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, el 25 de noviembre de 2022.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, habla durante una reunión con el primer ministro de Belice, Johnny Briceño, en el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, el 25 de noviembre de 2022. - Créditos: @PEDRO RANCES MATTEY

BOGOTÁ.- El grito de “¡victoria popular!” con el que la revolución bolivariana ha recibido la firma en Ciudad de México del Segundo Acuerdo Parcial para la Protección Social del Pueblo Venezolano contrastó con las reacciones en la oposición y en la sociedad civil, que se movieron desde la templanza hasta la crítica abierta. Entusiasmo por un lado, dudas por el otro, como casi siempre en Venezuela.

La mayoría piensa que se trata de una acuerdo necesario, pero solo un punto de partida. Los principales dirigentes de la Plataforma Unitaria, que agrupa a la oposición democrática, saben que los acuerdos con la comunidad internacional como testigo son hoy su única carta a jugar ante el aplastante poder que ejerce el chavismo en el interior del país.

“El acuerdo es un paso adelante importante. La ONU administrará recursos para enfrentar temas urgentes de la vida nacional. Todo lo que sea mejorar la vida de los venezolanos lo aplaudo”, resumió el historiador Rafael Arraiz. Un primer paso positivo, pero insuficiente, como se encargó de precisar el economista Asdrúbal Oliveros, director de EcoAnalítica: “Las necesidades de la reconstrucción de Venezuela son muy superiores”.

Este economista participó en la creación del Plan País, con el que la oposición proyectó las necesidades para recuperar a la Venezuela derruida por la revolución. Según sus cálculos, serían necesarios 38.000 millones de inicio, el 60% del PIB actual.

Los 3000 millones de dólares pactados en México mejorarán servicios públicos si se cumple el acuerdo y no caen en garras de la corrupción, pero persisten los mismos nubarrones oscuros en el horizonte del país criollo en lo referente a elecciones democráticas o la libertad de los 251 presos políticos, no incluidos en el texto final.

“Al chavismo no le importa ceder en algunos aspectos que para ellos son intrascendentes como el humanitario, pues eso no les afecta en su proyecto, que es la perpetuidad en el poder, mientras que a la oposición sí les afecta, pues terminan cediendo lo poco que tienen a cambio de apenas promesas que luego el poder puede romper, como siempre ha hecho. No se puede olvidar que el 100% de los horrores que existen y han existido en 20 años han sido un diseño político de quienes están en el poder”, explicó a LA NACION el politólogo Walter Molina.

El exalcalde Gerardo Blyde, jefe de la delegación opositora, salió hoy a la palestra ante las distintas versiones surgidas para dejar claro que una vez alcanzado el acuerdo social con el necesario desbloqueo de los fondos congelados en el exterior “continuamos a partir de hoy con la agenda para conseguir las condiciones políticas para que se produzca la alternabilidad democrática y con ello el cambio del modelo político que ha arruinado a nuestra nación”.

No vamos a perder el foco, debemos avanzar a lo que nos lleva la posibilidad de un acuerdo integral: una solución a través de una elección presidencial”, destacó en el mismo sentido Juan Guaidó, presidente encargado y uno de los líderes de la Plataforma Unitaria.

Tal y como ha ocurrido en todas las negociaciones en tiempos de revolución, las críticas del sector más radical de la oposición fueron contundentes. “¿Qué puede salir de una mesa de negociación que en la práctica fue una mesa de extorsión? Una buena tajada para cada uno de los representados, incluyendo la ONU. ¿Quién representa allí a los venezolanos? Nadie”, protestó María Corina Machado, pese a que

Estados Unidos, la UE, Canadá, España y Gran Bretaña mostraron su respaldo a los acuerdos.

Tanto Guaidó como Machado aspiran a conquistar las elecciones primarias que la oposición democrática ya prepara para el año que viene, al igual que otros dirigentes como Henrique Capriles y Juan Pablo Guanipa (Primero Justicia), Carlos Prosperi (Acción Democrática) o Andrés Velásquez (La Causa R).

Antes de ese proceso, que se estima será en junio, la oposición debe pasar otro trago el 5 de enero: la renovación, o no, de la presidencia encargada. En contra ya se han pronunciado Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, y así se lo han hecho saber a Estados Unidos. A favor, el grupo de Guaidó y Voluntad Popular. La decisión final recaerá en varios diputados, que a la fecha no tienen claro el sentido de su voto.

“Esas ilusiones de la oposición y la comunidad internacional espero que no se vean contrariadas por la dura realidad del juego que tiene el gobierno. La solicitud de elecciones libres es un concepto que no está dispuesto a aceptar, porque elecciones libres son elecciones competitivas. El gobierno va a jugar como en 2018, cuando adelantó a mayo las elecciones tras ilegalizar la Mesa de la Unidad, por lo que la oposición, si hubiera deseado participar, no hubiera podido. La cuestión es que permitan a la oposición llegar a ese mínimo minimorum, más abajo solo hay una autoelección de Maduro”, sentenció para este periódico Luis Salamanca, antiguo rector del Consejo Nacional Electoral (CNE).